Edición actualizada de “Francisco, el papa del pueblo” de Mariano de Vedia Francisco, el pastor que cambió el rostro de la Iglesia

Mariano de Vedia
Mariano de Vedia

Sorprendió con un lenguaje sencillo, gestos de misericordia y descripciones descarnadas. Lo animaba la intención de despertar las conciencias para llevar a la mesa de decisiones la realidad de los excluidos, refugiados y marginados

Instalado en Roma, el primer papa jesuita comenzó una reforma de la Curia romana que desacomodó a muchos purpurados y funcionarios de la estructura de la Santa Sede. El propósito del pontífice fue “barrer a fondo la cultura de la corte” en la Curia

Como ha ocurrido en otros momentos históricos, Francisco enfrentó una resistencia al rumbo fijado para la reforma de la Iglesia y a las orientaciones que sus críticos identifican con posturas populistas

En esta edición ampliada y revisada completamos la mirada e incluimos los aspectos más relevantes de su pontificado, que después de 12 años deja huellas y tareas por emprender

Introducción

Jorge Mario Bergoglio, el argentino que más alto llegó en la Iglesia y le cambió el rostro con su sencillez y apertura, completó doce años de pontificado y entró en la historia. Aclamado en todo el mundo cuando se convirtió en Francisco, en la noche romana del 13 de marzo de 2013, ejerció un liderazgo que aún hoy se extiende más allá de la legión de 1400 millones de católicos en todo el planeta. Y ha enfrentado resistencias que se han tejido, muchas veces, en el interior del mismo Vaticano. 

Francisco fue el primer Papa procedente de América Latina, una de las regiones con mayores niveles de desigualdad y en la que 172 millones de personas no pueden cubrir sus necesidades elementales. En sus primeros días en Roma, se fijó el objetivo de construir una “Iglesia pobre para los pobres”. En esa línea, sorprendió con un lenguaje sencillo, gestos de misericordia y descripciones descarnadas. Lo animaba la intención de despertar las conciencias para llevar a la mesa de decisiones la realidad de los excluidos, refugiados y marginados. Priorizó el mensaje a los jóvenes, al viajar a Río de Janeiro para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, donde puso en marcha la llamada revolución de la ternura. “Hagan lío”, les pidió, y mostró el costado de la misericordia y el carácter misionero de su pontificado.

Especial Papa León XIV

Francisco

Fue elegido en la segunda jornada del cónclave, en la quinta votación, luego de conducir con perfil propio la arquidiócesis de Buenos Aires durante 15 años. Llevaba 44 años de sacerdote y se formó en la Orden Jesuita, con altas responsabilidades en distintos momentos complejos de la vida política y religiosa en América Latina: a los 36 años, entre 1973 y 1979 fue superior provincial de los jesuitas.

Instalado en Roma, el primer papa jesuita comenzó una reforma de la Curia romana que desacomodó a muchos purpurados y funcionarios de la estructura de la Santa Sede. El propósito del pontífice fue “barrer a fondo la cultura de la corte” en la Curia y en todas partes, debilitar los grupos de poder, favoritismos y maniobras propias de una monarquía, según definiciones del propio pontífice argentino. Impulsó, además, la simplificación de la burocracia y la transparencia de las finanzas del Vaticano.

Sus 12 años de pontificado, tras la renuncia histórica de Benedicto XVI, han tenido una dimensión universal y lo catapultaron a un lugar de privilegio entre los principales líderes internacionales de su tiempo. Llevó su mensaje a todos los rincones del planeta, a los poderosos y a las periferias, y un sello particular de su papado era la cercanía a los migrantes y refugiados, que expresan nuevas formas de pobreza y fragilidad. Como ejemplo de ello, su primera visita oficial fuera de Roma fue a la isla de Lampedusa, refugio de migrantes africanos que pugnan por llegar a Europa, aunque muchos de ellos naufragan en el intento.

Pese al unánime reconocimiento internacional, Bergoglio no encontró las condiciones políticas adecuadas para viajar a la Argentina, su patria natal. Las disputas internas de corto alcance lo ubicaron en medio de una grieta que sobrevivió a varios gobiernos y aún hoy sumerge a los argentinos en una crisis sin fin. La valoración de la figura de Francisco en todo el mundo contrastó, así, con la mirada prejuiciosa de muchos de sus conciudadanos, que interpretaron sus gestos y mensajes en función de los alineamientos políticos locales, en uno de los períodos de crisis más profundos que vivió la Argentina en su historia, en materia política, económica y social. Al enfrascar su figura en disputas estériles de pago chico, no se llegó a tomar conciencia de la dimensión universal del pastor supremo de la Iglesia.

El legado de Francisco en la Iglesia argentina
El legado de Francisco en la Iglesia argentina

Con el nombre de Francisco, el santo de Asís que en el siglo XII resignó la vida desahogada de su familia para dedicarse a ayudar a los pobres, el papa argentino asumió el trono de Pedro a los 76 años, en medio de la crisis más grave que enfrentaba la Iglesia después del Concilio Vaticano II. No estaban en juego cuestiones de doctrina, sino la credibilidad de una institución que sobrevivió 2000 años y que con la llegada del tercer milenio vio empañado su liderazgo moral, a raíz de los escándalos de pedofilia, encubrimientos y manejos turbios en las finanzas del Vaticano.  En ese sentido, uno de los ejes de Francisco fue profundizar la lucha contra los abusos en la Iglesia, cuyos pasos iniciales había dado Benedicto XVI, y la creación de mecanismos para garantizar la protección de menores.

Sus gestos de austeridad conmovieron desde el primer día. El papa argentino desechó la ostentación y la tradición de residir en los aposentos del Palacio Apostólico del Vaticano y eligió hacerlo en la residencia de Santa Marta, una edificación más sencilla, cerca de la Basílica de San Pedro. Es una casa que en 1881, en tiempos de León XIII, fue destinada a la asistencia de enfermos durante una epidemia de cólera, y que durante la Segunda Guerra Mundial albergó a prófugos judíos y representantes diplomáticos que habían roto con el régimen de la Italia fascista.

Libro de Mariano de Vedia
Libro de Mariano de Vedia

Como ha ocurrido en otros momentos históricos, Francisco enfrentó una resistencia al rumbo fijado para la reforma de la Iglesia y a las orientaciones que sus críticos identifican con posturas populistas. A lo largo de su pontificado, dicha oposición interna derivó en intrigas surgidas en el propio Vaticano, atribuidas a sectores ultraconservadores que se vieron desplazados y perdieron influencia en el control de la Santa Sede. Las objeciones alcanzaban a los cambios promovidos en la Curia romana, el mensaje del Papa centrado en la atención de los pobres y marginados, sus posiciones críticas frente al sistema económico que ganó terreno a partir de la segunda mitad del siglo XX y la preocupación por la insistencia en el cuidado del medio ambiente, entre otros temas. Lanzaron fuertes reproches al estilo de gobierno del papa jesuita, denunciaron desvíos y ambigüedades en cuestiones de fe y moral, y, ante la posibilidad de que en algún momento la sede quedara vacante, alertaron que el sucesor de Francisco debería asumir la tarea de “recuperar y restablecer “verdades que se han ido lentamente oscureciendo o perdiendo”.

Sin minimizar los desafíos internos, Francisco volvió a colocar a la Iglesia en la mesa de los grandes debates sobre los rumbos políticos, económicos y sociales en el mundo global. Advirtió sobre el estallido de “una guerra mundial en pedacitos”.

Francisco redactó la hoja de ruta de su pontificado con la exhortación apostólica Evangelii gaudium (noviembre de 2013), donde volvió a poner en primer plano el sentido misionero de la Iglesia –señal de que se había perdido- y en sus encíclicas Laudato si (mayo de 2015), donde denunció el uso irresponsable del medio ambiente y llamó al cuidado de la casa común, y Fratelli tutti (octubre de 2020), una invitación a la fraternidad y la amistad social. 

Evangelii Gaudium

El legado muestra una Iglesia activa, inmersa en un proceso de reformas, no solo en lo relativo a las estructuras de la economía y las finanzas del Vaticano, sino principalmente en la definición de un nuevo estilo de gobierno pastoral en las diócesis.  

“No invento nada. Hago lo que pienso que se debe hacer y lo que me pidieron los cardenales en las congregaciones generales previas al cónclave.  Puse en obra, ayudado por la comisión de cardenales, aquello que en el precónclave se dijo que el nuevo Papa tenía que hacer. Una Iglesia con todos adentro, con todos, con todos”, transmitió Francisco en el décimo aniversario de su pontificado.

En el libro “Francisco, el Papa del pueblo” presentamos en marzo de 2013 con el Grupo Editorial Planeta la historia de su vida, a los pocos días de su llegada al trono de Pedro. En esta edición ampliada y revisada completamos la mirada e incluimos los aspectos más relevantes de su pontificado, que después de 12 años deja huellas y tareas por emprender.

Mariano de Vedia
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