Liturgia del 20º DOMINGO ORDINARIO 2025 (C)

Liturgia del 20º DOMINGO ORDINARIO 2025 (C)
Liturgia del 20º DOMINGO ORDINARIO 2025 (C)

20º DOMINGO ORDINARIO 2025 (C)

Reflexión inicial:


No logro entender qué nos proponen los Liturgistas, que componen la Liturgia Oficial, al proponernos la 1ª Lectura de Jeremías. ¿Tal vez pretenden inducirnos a pensar que Dios no abandona nunca a sus fieles? ¿O que siempre se necesitan intermediarios que supliquen por el perseguido?


Seguro que ningún Cura comenta esta Lectura, que sobra y deja indiferentes a los asistentes a la Misa. Y así la convierten en sobrante, de hecho, toda ella. Se sigue asistiendo "por obligación" para cumplir el rito y, en la mayoría de los casos, salir tan indiferente como se entró.


Para algunos católicos, que profundizan y hacen oración personal, es una evidencia que "Dios NUNCA abandona a sus hijos". Aunque no los saque de un pozo físico y material. No puede hacer otra cosa. Así nos engendró en la Creación y no puede desdecirse.


¡Ah! Y no necesita intermediarios, ni humanos ni divinos. La mayoría lo ignora y las prácticas piadosas lo contradicen. ¡Otro inmenso desliz de nuestra orgullosa doctrina católica, necesitada de conversión! "Tirar piedras contra nuestro propio tejado", sin inmutarnos.


Esto es lo que debería repetirse por activa y pasiva en nuestras liturgias y además demostrarlo racionalmente, porque es totalmente racional. Basta profundizar un poquito en "Quién es y Cómo es nuestro Padre". Y dejemos a Jeremías reposar en su santa y milenaria tumba.


Para compensar ese desliz litúrgico os adelanto la Oración Final de esta Misa, no canonizada pero que es auténtica "palabra de Dios".


Oremos:


Queremos ser, Señor, instrumento de tu Paz.


Donde haya humillación y desprecio, vamos a poner cariño y aprecio a las personas.


Donde haya mero cumplimiento social y apariencias, queremos poner honradez y un corazón sincero.


Donde haya egoísmo, indiferencia y frialdad, vamos a poner amor, entrega y cariño humano.


Donde haya violencia, malas caras y enfados, queremos poner paz, trato amable y alegría.


No queremos buscar ser valorados, sino valorar a los demás.


No queremos ser correspondidos, sino corresponder, sin recibir favores a cambio.


No queremos devolver mal por mal, ni ojo por ojo, sino ofrecer cariño, perdón y comprensión. Amén.

Y empezamos:


El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.

Y con tu Espíritu

MONICIÓN DE ENTRADA


Sed bienvenidos a la celebración de la Eucaristía en el día del Señor. Él nos sienta a su mesa y nos alimenta con su Palabra y con su Persona para fortalecer nuestra fe, nuestra esperanza, para avivar el fuego de nuestro amor a Dios y a los hermanos. Él  nos compromete para ser sus testigos en el mundo a pesar de las muchas dificultades.


ACTO DE RECONOCIMIENTO


Dios Padre nos ha dado todas las cualidades y dones que tenemos, y nos impulsa para que las vivamos con pasión. Por ello comenzamos la celebración reconociéndolas, dándole gracias por ellas y comprometiéndonos a ponerlas a producir en nuestro crecimiento personal y en la búsqueda del bien común.


Queremos vivir el don de la PAZ, la interior que nos da tu presencia y la exterior que tenemos que construir todos juntos. Nos comprometemos a vivirla cada día diciendo:

Nos comprometemos Señor


Queremos vivir el don del AMOR, el que tú nos manifiestas en nuestro interior y en todo lo que nos das, y el que nosotros queremos vivir y dejar rebosar hacia los OTROS.

Nos comprometemos Señor


Queremos vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y de ayudar a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos:

Nos comprometemos Señor


Dios Padre amoroso TIENE siempre MISERICORDIA de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.

GLORIA


Gloria a Dios en el cielo….

Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ tienes piedad de nosotros...

Tú que quitas el pecado del mundo,  TÚ atiendes nuestras súplicas

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,  TÚ tienes piedad de nosotros

ORACIÓN COLECTA


Jesús proclama un Mensaje

que, más que beso, es «hoguera».

Él vino, con su Evangelio,

a traer «fuego» a la tierra.


Ya lo dijo Simeón:

«El Niño será bandera

de división», entre gente

que piensa de otra manera.


El Mensaje de Jesús

no produce «indiferencia»:

Unos aceptan su «paz»,

otros le juran la «guerra».

A Jesús y a su Evangelio

es difícil dar respuesta

porque chocan dos estilos

de entender nuestra existencia.


En el mundo, en las familias,

hay opiniones diversas:

Muchos no creen en Dios

y le oponen resistencia.


Nosotros, Señor, tomamos

un compromiso a conciencia.

Hemos optado por Ti

con todas sus consecuencias.


Señor, buscando tu “paz”

Rezamos en tu presencia.

Queremos ser “brasas nuevas”

En la hoguera de tu Iglesia. Amén.


Lectura del libro de Jeremías (38,4-6.8-10):


EN aquellos días, los dignatarios dijeron al rey:

«Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».


Respondió el rey Sedecías:

«Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».

Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.


Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo:

«Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».


Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:

«Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».

Palabra de Dios

Salmo 39


R/. Señor, date prisa en socorrerme.


V/. Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito. R/.


V/. Me levantó de la fosa fatal,

de la charca fangosa;

afianzó mis pies sobre roca,

y aseguró mis pasos. R/.


V/. Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos

y confiaron en el Señor. R/.


V/. Yo soy pobre y desgraciado,

pero el Señor se cuida de mí;

tú eres mi auxilio y mi liberación:

Dios mío, no tardes. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos (12,1-4):


Hermanos: Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.


Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):

R/Gloria a ti, Señor.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!


¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».


Palabra del Señor

R/Gloria a tí Señor Jesús


HOMILÍA

Hagamos un ejercicio de recreación histórica sobre el evangelio: Jesús crece en el seno de una sociedad de desiguales; de gente aceptada por Dios y gente rechazada por Él, según la doctrina judaica. 

Escucha en la sinagoga que Dios derrama bendiciones sobre los puros y envía calamidades a esa gran mayoría del pueblo que se ve condenada a una vida de miseria y exclusión por causa de sus pecados. A él se le revuelven las entrañas ante la tragedia de aquella pobre gente rechazada y desalentada, y se siente cada vez más incómodo dentro de esa fe que los condena de por vida… 

Y se acaba revelando.

Sale de su casa y se echa a los caminos de Galilea a proclamar que Dios no es el juez que nos castiga por nuestros pecados, sino el padre que nos ama incondicionalmente como aman las madres.

Sabe que esta concepción de Dios choca de bruces con la de los letrados y los fariseos, pero no se arredra ni duda en alimentar un permanente enfrentamiento con ellos que a la postre le iba a costar la vida.

A aquella «chusma maldita que no conoce la Ley» —según expresión de los fariseos— les dice que no son unos pobres desgraciados como todos aseguran, sino que poseen la dignidad de hijos de Dios y son herederos de su Reino; que son importantes a sus ojos, tanto como los sacerdotes, los doctores y los fariseos.

Y no solo les habla, sino que cura sus enfermedades, les enseña y se ocupa de ellos como nadie lo había hecho jamás. Para aquellos míseros, malditos, desarrapados, excluidos, marginados, empecatados, abandonados, ignorados, a veces cojos o ciegos, casi siempre impuros, aquello es el reino de Dios en la tierra. Ya no hay que esperar más; está allí, junto a ellos.

«He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!»

El fuego que mueve a Jesús no es un fuego destructor como el de los incendios que tantas veces nos asolan y destruyen nuestra tierra. El fuego que arde dentro de él y que quiere que arda dentro de nosotros es la pasión por Dios y la compasión por los hermanos

La pasión por Dios y por los hermanos viene de Jesús, y solo se enciende en sus seguidores al contacto de su Evangelio y de su espíritu renovador. Va más allá de lo convencional. Poco tiene que ver con la rutina del buen orden y la frialdad de las normas y rutinas. Sin este fuego, la vida cristiana termina extinguiéndose.

El gran pecado de los cristianos será siempre dejar que este fuego de Jesús se vaya apagando.

¿Para qué sirve una Iglesia de cristianos instalados cómodamente en la vida, sin pasión alguna por Dios y sin compasión por los que sufren? ¿Para qué se necesitan en el mundo cristianos incapaces de atraer, dar luz y ofrecer calor?

Por eso hoy termino con una breve reflexión de José Luis Cortés, viñetista y pensador cristiano:

¿Y QUÉ QUIERO, SINO QUE ARDA?

Que arda un mundo donde las naciones civilizadas fabrican y venden armas  a las naciones no civilizadas...

Donde mientras unos niños van a la escuela, otros van a la guerra, a la desnutrición y a la agonía...

Donde la gente trabaja en precario doce horas al día para ganar  un poco de dinero que les permita seguir trabajando...

Donde mueren hombres, mujeres y niños sin haber sabido lo que era vivir.

Que arda con el fuego purificador de una conciencia universal de hermandad, una espiritualidad profunda y descarnada,  una apuesta por lo sincero, lo justo, lo bello, lo bueno.

Que arda y arda sin merma y sin desánimo, de generación en generación.

Y para eso, ¿qué puedo hacer yo?

En primer lugar arder.

Un cristiano arde con el fuego de Cristo: leyendo el Evangelio, meditándolo, emocionándose con él... hasta transformar poco a poco su corazón (su mente, sus entrañas) en el corazón de Jesús.


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios , que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?.

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios?.

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia para hacer un mundo mejor?.

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en la resurrección y la vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí, y que disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por la vida?

Todos. Sí, Creemos.

ORACIÓN UNIVERSAL


Hermanos, ser anuncio del Reino provoca conflicto y división, exige compromiso, inclinación hacia lo pequeño, lo que no brilla, lo vulnerable. Oremos:


Queremos arder con el fuego del Espíritu


• Deseamos que la Iglesia sea Palabra Viva en esta sociedad, estando siempre del lado de los vulnerables, sembrando paz y reconciliación.


Queremos arder con el fuego del Espíritu


• Los creyentes seremos cauces de paz, una paz que implica justicia y respeto a los derechos de los más indefensos.


Queremos arder con el fuego del Espíritu


• Queremos que las instituciones y ONGs que trabajan con empeño por un mundo más justo tengan y sientan todo nuestro respaldo y nos encuentren siempre dispuestos a colaborar.


Queremos arder con el fuego del Espíritu


• Entre todos haremos posible la paz, con nuestras relaciones humanizadoras, buscando siempre despertar la mejor versión de quien está a nuestro lado.


Queremos arder con el fuego del Espíritu


• Queremos que nuestros mayores y jóvenes encuentren espacios para la interrelación, para el aprendizaje mutuo, acertando a ir todos de aprendices por la vida.


Queremos arder con el fuego del Espíritu


Padre Madre buena, queremos acertar a crear vínculos que nos hagan crecer en responsabilidad, que nos lleven a apostar cada día por los más indefensos, por los que están en el corazón de Dios, aunque nosotros los despreciemos. Gracias por el ejemplo de Jesús que vive por los siglos de los siglos. Amén.


En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso


El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN OFRENDAS


Te ofrecemos, Señor, el vino y el pan. Simbolizan nuestros trabajos y nuestras alegrías. Junto a ellos ofrecemos nuestras vidas: Vidas de trabajo y esfuerzo, vidas de penas y alegrías. Te lo presentamos todo como nuestra mejor ofrenda de hoy. Tú lo convertirás en Pan de Vida y Bebida de Salvación, por Jesucristo Nuestro Señor.

PREFACIO


El Señor está con vosotros  

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario


Te damos gracias. Señor, porque,

desde el comienzo de la Humanidad,

has enviado profetas y mensajeros al mundo.

En las horas duras y difíciles de la historia

denunciaron las injusticias,

trabajaron en favor de la PAZ para todos,

ayudaron a los pobres y a los oprimidos.

No conforme con esto, nos enviaste a tu Hijo,

como el Gran Profeta de todos los tiempos.

Él nos enseñó a vivir en solidaridad,

a denunciar la injusticia y la opresión,

y a buscar la PAZ verdadera para todos.


Pero la Humanidad no le comprendió,

le rechazó y le condenó a muerte.

Nosotros ahora queremos unirnos

a las personas que trabajan en favor de la PAZ

para entonar el himno de alabanza,

diciendo 

SANTO, SANTO, SANTO ....

CONSAGRACIÓN y PLEGARIA


Bendito sea Jesús, tu enviado

el amigo de los niños y de los sencillos.

Él vino para enseñarnos

cómo debemos amarte a Ti

y amarnos los unos a los otros.


Él vino para arrancar de nuestros corazones

el mal que nos impide ser amigos

y el odio que no nos deja  ser felices.

Él ha prometido que su Espíritu Santo

estará siempre con nosotros

para que vivamos

como verdaderos hijos tuyos.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

El mismo Jesús,

poco antes de morir,

nos dio la prueba de su Amor.

Cuando estaba sentado a la mesa con sus discípulos, tomó el pan,

dijo una oración para bendecirte y darte gracias,

lo partió y lo dio a sus discípulos, diciéndoles:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus amigos, diciendo:


Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Por eso, Padre bueno, recordamos ahora

la resurrección de Jesús, el Salvador del

mundo, y renovamos nuestra fraternidad

Él se ha puesto en nuestras manos

para que te lo ofrezcamos como ofrenda nuestra

y junto con él nos ofrezcamos a ti.


Tú nos escuchas, Señor Dios nuestro;

y nos das tu Espíritu de amor

a los que participamos en esta comida,

para que vivamos cada día

más unidos en la Iglesia,

con el santo Padre, el Papa León,

con nuestro Obispo N...,

los demás obispos,

y todos los que trabajan por tu pueblo.

No nos olvidamos de las personas que amamos

ni de aquellas a las que debiéramos querer más.

Te damos gracias porque nuestros

hermanos difuntos… familiares

amigos y miembros de nuestra Comunidad

están ya contigo en Tu casa del Cielo. 

Y un día, nos  reuniremos contigo

con María, la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, su esposo San José, los santos

y todas las personas de bien

para celebrar la gran fiesta del cielo.

Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podremos cantarte sin fin. 

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén

PADRENUESTRO


PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.


TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen

CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, TÚ NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL


Queremos ser, Señor, instrumento de tu Paz.


Donde haya humillación y desprecio, vamos a poner cariño y aprecio a las personas.


Donde haya mero cumplimiento social y apariencias, queremos poner honradez y un corazón sincero.


Donde haya egoísmo, indiferencia y frialdad, vamos a poner amor, entrega y cariño humano.


Donde haya violencia, malas caras y enfados, queremos poner paz, trato amable y alegría.


No queremos buscar ser valorados, sino valorar a los demás.


No queremos ser correspondidos, sino corresponder, sin recibir favores a cambio.


No queremos devolver mal por mal, ni ojo por ojo, sino ofrecer cariño, perdón y comprensión. Amén.


BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo. AMÉN.

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