Entrevista con el obispo electo de Humaitá, Brasil Antonio Fontinele de Melo: "En la Amazonía, la fuerza de nuestra Iglesia proviene del laicado comprometido"

Padre Antonio Fontinele de Melo
Padre Antonio Fontinele de Melo

"Dar valor a la presencia de los laicos en nuestras comunidades es lo que nos ayudará a hacer de la Iglesia una presencia verdaderamente activa, participativa y también transformadora, liberadora en esta realidad"

El nuevo obispo dice que llegará a Humaitá, "para estar junto a la gente, para animar y acompañar, para incentivar y testimoniar, para escuchar y aprender de ellos, y juntos buscar la superación de los desafíos que vamos encontrando"

En un momento en que todo está condicionado por la pandemia, el Padre Fontinele ve necesario, "dentro de lo posible, hay que encontrar salidas, caminos de cercanía, de diálogo, de encuentro, de presencia con la gente"

"Escuchar a la gente, dialogar con la gente, y hacer un camino de comunión, de participación, de colaboración, donde se escuchen todas las voces, donde todos los miembros tengan su voz y su vez, y puedan participar, puedan contribuir"

Catedral de Humaitá
El 12 de agosto, Antonio Fontinele de Melo fue anunciado como el nuevo obispo de Humaitá - AM. Nacido en el nordeste de Brasil, el nuevo obispo es sacerdote de la arquidiócesis de Porto Velho, en el estado amazónico de Rondónia, donde su familia emigró a principios de los años 90. Formado en la Iglesia de la Amazonía, a partir del 17 de octubre será el nuevo pastor de la diócesis junto a la que es sacerdote desde 1999.

Después de conocer su nueva misión, ve la necesidad de "caminar en la Amazonía con los pueblos que viven en la Amazonía, buscando la vida plena, dentro de la diversidad cultural y religiosa". En esta coyuntura la Iglesia está llamada, según el nuevo obispo, a "promover la vida, defender la vida, cuidar de las personas que viven en la Amazonía, de todos los pueblos, razas y culturas, y también cuidar de la Creación", aun sabiendo que esto "es caminar en sentido contrario a un proyecto que busca la riqueza, el poder, atentando contra la vida y la naturaleza", algo cada vez más presente en la región.

Considera que en la Iglesia de la Amazonía, "la fuerza de nuestra Iglesia proviene del laicado comprometido, de asumir la misión profética en la realidad amazónica", hasta el punto de afirmar que "dar valor a la presencia de los laicos en nuestras comunidades es lo que nos ayudará a hacer de la Iglesia una presencia verdaderamente activa, participativa y también transformadora, liberadora en esta realidad". El nuevo obispo dice que llegará a Humaitá, "para estar junto a la gente, para animar y acompañar, para incentivar y testimoniar, para escuchar y aprender de ellos, y juntos buscar la superación de los desafíos que vamos encontrando".

En un momento en que todo está condicionado por la pandemia, el Padre Fontinele ve necesario, "dentro de lo posible, hay que encontrar salidas, caminos de cercanía, de diálogo, de encuentro, de presencia con la gente". El nuevo obispo ha tomado como lema episcopal Lucas 22, 27, "Estoy entre vosotros como quien sirve", y quiere hacer realidad una Iglesia sinodal, siguiendo la petición del Papa Francisco, "escuchar a la gente, dialogar con la gente, y hacer un camino de comunión, de participación, de colaboración, donde se escuchen todas las voces, donde todos los miembros tengan su voz y su vez, y puedan participar, puedan contribuir". Para eso pide la bendición y la oración de todos.

Nuevo obispo de Humaitá


Acaba de ser nombrado Obispo de Humaitá por el Papa Francisco. Después de una semana de conocerse el nombramiento, ¿cómo se siente ante esta nueva misión que la Iglesia le confía?

Desafiado a asumir la responsabilidad de servir a esta Iglesia de Humaitá, que se encuentra en esta región amazónica, una región marcada por la diversidad, por las cuestiones sociales y también por el cuidado de la evangelización, la vida y la creación. Para mí es un momento nuevo, un punto de inflexión en mi vida, porque ahora la responsabilidad es mayor, no se trata sólo de una parroquia o de coordinar alguna pastoral, sino de estar al servicio más amplio de nuestra Iglesia, y en este caso, llamado aquí por el Papa Francisco, para asumir como pastor de la Iglesia de Humaita, una diócesis que está cerca de nuestra arquidiócesis de Porto Velho.

Conozco un poco la realidad, soy hijo de la Arquidiócesis de Porto Velho. Me formé aquí, en nuestro seminario San Juan XXIII, todo mi ministerio y servicio pastoral lo ejercí aquí en la Arquidiócesis de Porto Velho, así como en nuestro Regional Noroeste, donde tuve algunas responsabilidades, coordinando la animación de los sacerdotes de la región, así como de las comunidades eclesiales de base, donde fui asesor durante un período aquí en nuestro Regional. Y otros trabajos que también asumí aquí en la arquidiócesis, en las parroquias, en la coordinación del trabajo pastoral, en la economía, en varias áreas de nuestra Iglesia.

Ahora el desafío es mayor, cruzar el río Madeira y a 200 kilómetros está la diócesis de Humaitá. En esta realidad marcada por la presencia indígena, también de los ribereños y de los migrantes que llegan, estoy llamado a dar mi contribución en la evangelización, en la defensa de la vida y en la construcción de un mundo mejor.

Usted asume su ministerio episcopal en un momento en que la Iglesia de la Amazonía quiere devolver al territorio todo lo que se ha reflexionado a lo largo del proceso del Sínodo para la Amazonía, que hace un llamamiento a buscar nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. ¿Cómo cree que estos nuevos caminos pueden realizarse en la Iglesia de Humaitá?

Estos nuevos caminos son un llamado a la Iglesia de la Amazonía, para caminar en la Amazonía con la gente que vive en la Amazonía, buscando la vida plena, dentro de la diversidad cultural, religiosa, social y ecológica. En un mundo en el que se busca el tener, el poder, el lucro a cualquier precio, promover la vida, defender la vida, cuidar de las personas que viven en la Amazonia, de todos los pueblos, razas y culturas, y también cuidar la Creación, es caminar en la dirección opuesta a un proyecto que busca la riqueza, el poder, atacando la vida y la naturaleza. A menudo se busca el lucro, la riqueza, a expensas de un bien natural que está ahí, que es una riqueza que no debe ser destruida, sino preservada para el bien de la vida de la Creación y de los pueblos que viven en esta Amazonía.

Cómo cuidar la naturaleza y cómo preservar la vida y la dignidad de las personas que viven aquí es un desafío para la Iglesia, y también es una misión profética el cobrar del poder constituido que pueda invertir realmente en la vida y en la preservación de la Creación en esta región. La región sur del estado de Amazonas es una región fronteriza, a la que también llegan la deforestación y la migración, y también hay un choque cultural, con los pueblos ribereños, con los indígenas, que ya viven en esta región. Por lo tanto, cómo trabajar la evangelización sin perder el foco de la preservación, del cuidado de la vida, de la creación, acogiendo a los que están llegando para integrarse en esta realidad, sin depredar, pero viviendo con dignidad y preservando lo que es la mayor riqueza de esta región, que es la vida, la biodiversidad y toda esta riqueza cultural de los pueblos que han vivido más tiempo en esta región, y de los indígenas, que siempre estuvieron presentes y hasta hace poco, antes de la ocupación de la Amazonía, eran una multitud,

Dentro de esta realidad, yo también llego, aunque ya conozca un poco, tengo que escuchar, aprender, ver, caminar como un hermano entre mis hermanos y hermanas, en esta realidad amazónica, para que podamos de hecho cuidar la vida, defender la vida ante aquello que podemos hacer con la gente que vive aquí, en esta realidad.

Asamblea Sinodal


El Sínodo para la Amazonía hace un llamado a ser Iglesia de presencia en medio de las comunidades amazónicas. ¿Cómo se puede realizar esto en una realidad donde hay pocos sacerdotes, religiosos, agentes pastorales, cómo ser una Iglesia de presencia? ¿Qué papel pueden desempeñar los laicos en esta Iglesia?

Esta presencia, esta Iglesia en salida, que va hasta la gente y camina con la gente, en una región donde hay tan pocos sacerdotes, religiosos y religiosas, en Humaitá parece que hay dos o tres sacerdotes diocesanos, además de los que ya están en camino, sacerdotes diocesanos, religiosos y religiosas, la presencia de los laicos es lo que marca la diferencia. Mi experiencia aquí, en la arquidiócesis de Porto Velho, en las comunidades, también en la asesoría regional de las comunidades eclesiales de base, vemos que la fuerza de nuestra Iglesia viene del laicado comprometido, de asumir la misión profética en la realidad amazónica.

El dar valor a la presencia de los laicos en nuestras comunidades es lo que nos ayudará a hacer de la Iglesia una presencia verdaderamente activa, participativa y también transformadora, liberadora en esta realidad. En la misión estoy llamado a estar junto a la gente, a animar y acompañar, a incentivar y testimoniar, a escuchar y aprender de ellos, y a buscar juntos la superación de los desafíos que encontramos. Al mismo tiempo, un desafío cada vez mayor a todos los líderes de la Iglesia para asumir su vocación y misión, al servicio de la vida, y en nuestro caso, con todo el cuidado de la biodiversidad y la creación, de nuestra Casa Común. Los que vivimos en esta realidad sabemos lo importante que es para nosotros y para todos los que viven aquí.

Cuando hice las Santas Misiones Populares aquí en la arquidiócesis, en una de las parroquias tuve una charla sobre la cuestión del cuidado de la preservación de la Creación. Algunas personas informaron que cuando llegaron a la región, había mucha agua aquí, los arroyos, los ríos estaban muy llenos, pensaron que nunca les faltaría agua, que nunca sentirían la sequía en la región. Fueron deforestando, deforestando, y ahora llegó el momento en que ya está faltando, esos ríos y arroyos, muy llenos, ya se están secando.

Es una señal de que los que llegaron y se animaron a devastar, a destruir, se dieron cuenta poco a poco de que esta acción causa daño a los que están allí. Esta valoración de la vida, esta presencia de una Iglesia laical, una Iglesia en salida, una Iglesia misionera, una Iglesia que hace un relato sobre el presente y el pasado, sobre las consecuencias de nuestra presencia en relación con la Creación y las personas que viven en esta región, es importante, de hecho, para que podamos tener una posición, de una manera más concreta, a favor de la vida y la preservación. Según ellos, vivían en la farmacia de Dios, en la naturaleza tenemos también las plantas medicinales, que ayudan en la curación de las enfermedades, es un jardín, donde cosechan las frutas, tiene toda la diversidad, alimentó y sigue alimentando a muchas personas en esta región.

Así que, cómo convivir con la selva, cómo tener una vida digna en esta región y cómo amar a Dios, servir a los hermanos y hermanas y cuidar de la preservación. Este es un desafío para los que están en la Amazonía, para vivir y convivir en la realidad y caminar junto con las personas que viven aquí. Humaitá, por lo que sé, la mayoría de la gente son ribereños, las dos ciudades más grandes, Humaitá y Manicoré están a la orilla del río Madeira, y Apuí, que está formada más por migrantes, está en la Transamazónica. Dentro de esta realidad, estoy llamado a caminar con la gente, a buscar instaurar el Evangelio de la vida y a ser esta Iglesia presente, junto con la gente, caminando con la gente, y a la luz de la Palabra de Dios encontrar caminos para una vida más digna para todos.

Comunidad Ribereña en Humaitá


Asume su ministerio en una época muy marcada por la pandemia de COVID-19. Usted ha dicho que la Iglesia de la Amazonía tiene muchos desafíos, pero ¿cuáles son los desafíos adicionales que esta pandemia plantea en el futuro de la Iglesia de la Amazonía?

La Iglesia de la Amazonía es una Iglesia pobre que camina con los pobres. Así, ante el caos económico, ante la realidad de las comunidades, donde la mayoría hoy en día está evangelizando a través de las redes sociales, pero en nuestro caso, en la Amazonía, en Humaitá, no todas las comunidades ribereñas tienen acceso a estos medios. Vivimos en una época en la que tenemos que readaptarnos y ver cómo llegar a la gente, cómo llevar la Buena Nueva de la vida, cómo sentir lo que la gente está viviendo, lo que está pasando, cuáles son las dificultades. El desafío se hace más grande para nosotros en este momento.

Incluso la ordenación y el comienzo del episcopado, estamos esperando a ver cómo lo haremos, si es con un grupo pequeño, si es con un grupo más grande. El contacto con las comunidades está un poco parado, pero dentro de la realidad, no podemos también ahora pensar que no podemos hacer nada. Dentro de lo posible, tenemos que encontrar salidas, caminos de cercanía, de diálogo, de encuentro, de presencia con la gente. En la realidad de la Amazonía, de un pueblo sufriente, de gente pobre, vamos a caminar junto con la gente, donde la gente va, tenemos que ir también, caminando como ellos lo hacen a diario, y participando en lo que nos invitan a integrarnos en su realidad. Lo importante es estar siempre listos para caminar con los que están allí, para conocerlos de la mejor manera posible.

Hasta ahora no he ido a Humaitá, tengo la intención, como dice la gente, de ir, de mudanza completa, de ir para quedarme, para no estar yendo y viniendo. Por el momento, tengo algunos compromisos en la arquidiócesis, en la parroquia, en el seminario, con clases, pero unos tres días antes de la ordenación, que está prevista para el 17 de octubre a las 5 de la tarde en Humaitá, que iré y me uniré a la comunidad de allí. Me propongo ir con humildad, con sencillez, para escuchar, para caminar junto a ellos, y de esta manera buscaremos, de hecho, una Iglesia en salida, una Iglesia presente, una Iglesia de la gente y con la gente, donde cada uno de nosotros pueda asumir la vida y la misión como un servicio, a la gente, a Dios, al cuidado de los más vulnerables, de los más necesitados, que son la mayoría en nuestra región.

En una entrevista, un obispo me dijo que para ser sacerdote, uno se prepara durante varios años en el seminario, mientras que ser obispo es algo que llega de la noche a la mañana. ¿Cómo le gustaría que fuera su episcopado, qué le gustaría que definiera su ministerio episcopal?

Me gustaría que lo que guía mi servicio al pueblo de Dios en Humaita, en la Amazonía, sea Lucas 22, 27, "Estoy entre vosotros como quien sirve”. Voy allí como alguien que se pone al servicio del Reino de Dios, al servicio de la vida, de la evangelización. Hay una frase de Don Pedro Casaldáliga, recientemente fallecido, que me gusta mucho, que me ayuda a mirarme a mí mismo y a mi misión junto con el pueblo, que es "Ser lo que uno es. Decir de lo que uno cree. Creer lo que uno predica. Vivir lo que se proclama, hasta las últimas consecuencias".

Para la misión de servir, siempre somos aprendices. Es viviendo con la gente y al servicio de la gente que encontramos maneras de ser de hecho un pastor que conoce, ama y da la vida. Realmente no hay una preparación específica para ser obispo, llega de repente, pero es necesario creer en la gracia de Dios, confiar, salir y servir.

En cuanto al ministerio episcopal, quisiera que estuviera marcado por la cercanía a la gente, por la compasión y la misericordia, por la sinodalidad, por el cuidado de la vida, de la Casa Común, asumiendo la misión como Iglesia en salida, de los pobres y con los pobres, en comunión con el Papa Francisco, la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, el Regional de Noroeste, y sobre todo la Iglesia que está en la Amazonía, asumiendo las orientaciones pastorales del Sínodo de la Amazonía. Voy a la Diócesis de Humaitá, en el sur del estado de Amazonas, como un hermano entre los hermanos y hermanas al servicio del Reino tras los pasos de Jesús.


Abertura de la Asamblea Sinodal


El Papa Francisco hace un llamado a caminar en la sinodalidad, que considera la forma de ser Iglesia en el siglo XXI. ¿Cómo aplicar esto, que se debatió ampliamente durante el Sínodo de la Amazonía y que debería debatirse en el próximo Sínodo, y llevarlo a la realidad amazónica?

Este es un llamado de la realidad, de la Iglesia, es un llamado a todos nosotros a caminar realmente en esta forma de ser Iglesia, a escuchar a la gente, a dialogar con la gente, y a hacer un camino de comunión, de participación, de colaboración, donde todas las voces sean escuchadas, donde todos los miembros tengan voz y oportunidad, y puedan participar, puedan contribuir. Así, la evangelización no viene de un grupo, o de unas pocas personas, o del obispo, sino de toda una Iglesia que se sienta junta, que habla, que comparte, que da su contribución. Yo, que también tengo un poco de las comunidades eclesiales de base, ellas tienen un poco de nuestra forma de ser, de vivir, de compartir, de evangelizar, de enfrentar los problemas que surgen en la Iglesia y en la sociedad.

Es algo que realmente nos ayuda a ser una Iglesia de comunión, de participación y de misión, donde todos sus miembros tienen voz y oportunidad, y pueden evangelizar, trabajar, servir, de la mejor manera posible, desde la Palabra de Dios y desde la misma orientación de la Iglesia, en nuestro caso aquí, desde el Sínodo de la Amazonía, que también señala caminos, ante tantos gritos que tenemos en la Amazonía, de la diversidad amazónica, de los sueños, como dijo el Papa Francisco, el sueño social, cultural, ecológico y ese sueño eclesial, donde la Iglesia es una voz en medio de tantas voces, pero donde debemos dar nuestro testimonio. Debemos ser coherentes en la profecía, en el anuncio, en el testimonio, en la defensa de la vida, en la práctica de la donación.

Esta nueva forma, que es la mejor manera de ser y vivir en la Iglesia, es un llamado a hacerla realidad también en nuestra realidad, especialmente nosotros que estamos aquí en la Amazonía. Ciertamente, en Humaitá, no vamos a caminar en la dirección opuesta, sino junto con los hermanos, a partir de lo que se nos señala para ejercer nuestra misión en esta región nuestra. Donde juntos podamos vivir verdaderamente esta vida de hermanos, tomados de la mano y trabajando por el Reino de Dios, por un mundo mejor, una vida mejor, en la Iglesia y en la sociedad.

¿Qué le pide a la nueva misión?

Pido la bendición de todos los que nos acompañan en este primer momento, y la oración para que pueda ejercer este ministerio al servicio del pueblo de Dios, con mansedumbre, con misericordia, con compasión, con humildad, con sencillez y con generosidad, en aras de la misión que he sido llamado a ejercer en esta región, particularmente en la diócesis de Humaitá. Yo voy allí con alegría, con disponibilidad, y como me preguntaste al principio, no es que tenga miedo, porque gracias a Dios no tengo miedo de ir, pero hice una retrospectiva en ese día que Don Roque me llamó, me lo dijo, de mi vida, de dónde salí, por dónde pasé y a dónde llegué.

Hay todo un proceso, yo soy de Ceará, vine aquí como migrante, como la mayoría de la gente que está aquí, en Rondonia. Aquí llegué, me formé en esta Iglesia de la Amazonía, ahora soy llamado a dar esta nueva contribución. Por lo tanto, pido la oración, y también la ayuda de todos, para que me indiquen formas de llevar a cabo esta misión de manera que pueda dar frutos para la Iglesia y para la Amazonía.

Nuevo-obispo-Humaitá-Brasil

Volver arriba