Comentario al Evangelio del 28º Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “La acción de gracias está en el centro de nuestra fe”

“Nos creemos dueños y nos apropiamos de los dones que recibimos como si fueran nuestros, como si los mereciéramos, como si fueran fruto de nuestro propio esfuerzo”
“Vivimos una sociedad llena de malos tratos y de malas palabras. Y a veces creemos que esos malos tratos y esas malas palabras nos hacen más libres, nos hacen más autónomos, nos permiten como una mayor flexibilidad para todo. Y no es así, no es así”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En el 28º Domingo del Tiempo Ordinario, el obispo emérito de San Isidro, Mons. Oscar Ojea, recuerda que “el Señor Jesús camino a Jerusalén nos da una hermosa lección sobre el estupor y el agradecimiento frente a los dones de Dios”. Recordando el texto, hizo ver que “salen a su encuentro 10 leprosos que gritan su desventura”. Ojea recordó la tradición judía, que decía que “tenían que estar lejos, no podían tocar, no podían acercarse y claman por su curación: ‘Hijo de David, ten compasión de nosotros’. Y Jesús no solamente les promete, sino que los invita a creer en su Palabra: ´Vayan, vayan y preséntense a los sacerdotes´”.

Nos creemos dueños y nos apropiamos de los dones que recibimos
Eso porque “ellos tenían que dar la palabra definitiva sobre su curación”. En palabras del obispo argentino “creen en su palabra y son curados, pero apenas son curados se olvidan inmediatamente del dador del don”. Para Ojea, “esto es tan humano, enseguida nos creemos dueños y nos apropiamos de los dones que recibimos como si fueran nuestros, como si los mereciéramos, como si fueran fruto de nuestro propio esfuerzo, de nuestra propia industria, como si tuviéramos algo especial en el cuerpo que nos hace restablecernos y que es nuestro, y que es posesión nuestra y no puro don de Dios”.
“La acción de gracias está en el centro de nuestra fe, pertenece al mismo lenguaje de Dios”, subrayó el obispo. Por eso defiende que “es necesario poder enseñar a dar gracias desde chicos en casa. Vivimos una sociedad llena de malos tratos y de malas palabras. Y a veces creemos que esos malos tratos y esas malas palabras nos hacen más libres, nos hacen más autónomos, nos permiten como una mayor flexibilidad para todo. Y no es así, no es así”.
Para Ojea, “cuando falta la acción de gracias, falta la vida en comunidad, falta el reconocimiento. Nos hace bien reconocer, pero porque es un acto de justicia, le hace mejor al que las da que al que las recibe. Por eso las gracias de la Virgen por ser la madre de Dios. Por eso él Magnífica, por eso el Evangelio está lleno de acción de gracias. Jesús, que cuando los discípulos quieren espiar un poquito el contenido de su oración, se lo encuentran rezando: ‘Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y haberlas revelado a los pequeños’”.
Que el Señor nos enseñe la gratitud
El obispo emérito de San Isidro pidió “que el Señor nos enseñe la gratitud”. Eso porque “cuando tenemos la gratitud, se abre el cielo, se hace posible toda oración, se hace posible la apertura a la misericordia de Dios. Se abre una ventana a respirar la verdad de la vida”.
“Volvió a dar gracias un extranjero, aquel que aparentemente no tenía nada que ver con el pueblo judío, ni con sus costumbres, ni con sus tradiciones, ni con su formación, ni con su educación, ni con su nivel social, con nada. Pero sin embargo usó ese lenguaje universal, dio las gracias. Y el Señor reconoce y agradece a este leproso”, recordó Ojea. El obispo recordó que Jesús dijo: “Como no eran 10 los que fueron curados, los otros nueve, ¿dónde están? Como destacando la actitud de aquel de quien menos esperaba una actitud así. Y sin embargo es capaz de agradecer”. Para Ojea, el agradecimiento abre puertas, crea puentes, enseña a dialogar, enseña a escuchar”. Por eso pidió “que aprendamos siempre a agradecer”.