Experiencias desde el Secretariado de Diversidad Cultural de la USCCB Mar Muñoz-Visoso: “Hispanos representan el 70% del crecimiento de católicos en Estados Unidos"

"El migrante trae dones que reavivan la fe en las comunidades de todo el país”
"Casi la mitad de las parroquias en Estados Unidos reconocen que están sirviendo a grupos culturalmente diversos"
La migración debe entenderse desde la enseñanza de la iglesia y no permitir que las cuestiones ideológicas o partidistas logren desplazar al Evangelio”
La migración debe entenderse desde la enseñanza de la iglesia y no permitir que las cuestiones ideológicas o partidistas logren desplazar al Evangelio”
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) confirmó que, desde el 1 de octubre de 2024 al 20 de septiembre de 2025, oficialmente fueron deportadas 319.980 personas. Muchos de los deportados al llegar como inmigrantes, hicieron la experiencia que propuso el entonces Papa Francisco, refiriéndose a los países que reciben un alto volumen de migrantes.
El Pontificie propuso cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Labor que la Iglesia asume con firmeza. Así lo relata Mar Muñoz-Visoso, directora Ejecutiva del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia, una dependencia de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos(USCCB) que conoce de primera mano las realidades adversas de los migrantes.
"Uno de los esfuerzos más grandes de la oficina de diversidad cultural es el proceso que apunta a la construcción de capacidades interculturales para los ministros, porque las parroquias de Estados Unidos cada vez son más pluriculturales". Observación que sustenta con el resultado de investigaciones que sirven para pensar en acciones pastorales que respondan a las circunstancias. "Hace 10 o 12 años atrás, teníamos un 22% de parroquias que servían a una diversidad de grupos étnicos y culturales. Otro estudio realizado en 2022, mostró que ese número había aumentado al 44%", afirma.

Superar prejuicios
Ahora, casi la mitad de las parroquias en Estados Unidos reconocen que están sirviendo a grupos culturalmente diversos. No solamente desde el punto de vista lingüístico, sino también desde lo cultural. "Por ejemplo, nos hallamos, frente a los afroamericanos que hablan el mismo idioma, pero tienen una cultura diferente, otras necesidades, situaciones y formas distintas de identificación con la Iglesia"; es decir, que la secretaría de diversidad cultural no solo se ocupa de los migrantes hispanos, sino de todos los que vieron en Estados Unidos una oportunidad para reconstruir la vida. "Debemos ayudar a la gente, los voluntarios, los trabajadores de las parroquias y el mismo clero; para adquirir esas capacidades que les ayudarán a comunicarse con gente de diferentes culturas. Debemos aprender cuáles son los elementos, conocimientos y actitudes que deben cultivarse, para trabajar en entornos con equipos multiculturales, porque es muy importante discernir y elevar el liderazgo en los servicios", advierte.
La política migratoria de Donald Trump ha generado diferentes reacciones, está la creciente polarización entre republicanos y demócratas, los brotes de racismo y la percepción del migrante como invasor; una realidad eclesial y multicultural que ahora se percibe como una amenaza a los valores tradicionales de la cultura americana. ¿Cuáles son los obstáculos para que las personas puedan comunicarse, relacionarse y trabajar juntas en una perspectiva sinodal? Mar Muñoz-Visoso habla del miedo al otro y lo desconocido como principales causas. “Debemos ayudar a las comunidades a identificar y superar prejuicios y actitudes racistas, para entender las causas y subsanar la situación que no está presente en todas las comunidades”.
“Hay que dar un paso a la cancha”, -comenta- porque “la iglesia es universal y le da la bienvenida al migrante, igual que al hermano que reside en el país. Es preciso entender que los barrios y comunidades cambian, también las iglesias y nuestro servicio a esas comunidades implica cambiar con ellos”. Se trata de ampliar la mirada ante el migrante, algo que no solo corresponde a los laicos, también a la Iglesia ministerial.

Los dones del migrante
“Creo que dentro de los obstáculos están las resistencias del clero y las comunidades acostumbradas a tomar decisiones y que ahora les cuesta compartir ese proceso con gente que no ve las cosas del mismo modo o tiene otras experiencias o necesidades eclesiales y sociales”. De hecho, la Iglesia estadounidense se ha ocupado durante los últimos años de formar a la gente para que acepte al otro con sus diferencias. “En 2018, los obispos hicieron una carta pastoral sobre el racismo, porque vieron que no solo era un problema social, sino que afectaba a las comunidades eclesiales. Se debía entender la migración desde la enseñanza de la iglesia y no permitir que las cuestiones ideológicas o partidistas desplazaran al Evangelio”.
Buscar la unidad en medio de la diversidad es una de las insistencias del Papa, un avance que puede ser efecto de la formación al interior de la familia y la parroquia. Mar Muñoz explica que el primer paso es ayudarle a los católicos de todas las culturas a entender la realidad. Para lograrlo usan estudios demográficos y científicos, esto permite descubrir cuántas personas habitan en cada diócesis y condado, cuantos se consideran católicos, a que grupo cultural, étnico o racial pertenecen; todo eso ayuda para abordar las problemáticas y comprender que cuando se habla de acogida al migrante no es solo ofrecer hospitalidad. “Acoger al hermano, implica acoger sus talentos. El Papa Francisco nos recordaba que el migrante es un misionero de esperanza. Ellos no solo ayudan a construir el país, la sociedad, la economía y la cultura. El migrante trae dones que reavivan la fe en las comunidades de todo el país”.
En los últimos 40 años, - agrega- “los hispanos en Estados Unidos, hemos sido responsables del 70% del crecimiento de la población católica, lo que no sucede en otras denominaciones cristianas. Los católicos nos mantenemos, tampoco hemos crecido mucho, porque también estamos perdiendo personas”. Esta cifra de católicos se mantiene gracias a la inmigración, sobre todo a la comunidad hispana, por las parejas jóvenes que tienen hijos y los educan en la fe, son latinos nacidos en Estados Unidos, a los que les transmitieron ese don.
Son temas que debemos explicar a las autoridades eclesiales, comunidades y quienes asumen posiciones de liderazgo, para que vean otras realidades e identifiquen oportunidades para educar y empoderar a los líderes de las comunidades al servicio de la iglesia; más allá de la comunidad hispana, pensando en ser precisos para buscar vocaciones. “En algunas diócesis está creciendo la Iglesia católica, allí la mayoría son hispanos, pero no surgen vocaciones porque falta cultivarlas y este es un reto por afrontar”.

Una familia lejos del hogar
Un proceso que explica también “debe extenderse a las escuelas, muchas de las cuales están cerrando, porque no hay un proceso que alcance a las familias hispanas o provenientes de África, Asia y el Pacífico que están creciendo en un porcentaje alto, desafíos de cara al relevo generacional”, agrega. Experiencias que ha vivido en distintas regiones del país. “He hablado con sacerdotes de California donde la mayoría de las parroquias, son todavía angloparlantes, lideradas por hispanos de segunda y tercera generación que son bilingües; esta es una oportunidad de integración y transmisión de la fe”.
Muchos inmigrantes encontraron en el Ministerio Hispano y la Secretaría de Diversidad Cultural una opción para integrarse. Al respecto, Mar Muñoz recomienda acudir a las estructuras locales, como primer paso. “Lo más fácil es acercarse a una parroquia y preguntar si hay ministerio hispano o misa en español o inglés para participar. Creo que lo primero es buscar una comunidad, otras familias e involucrarse desde su experiencia pastoral o cualquier labor, es darse a conocer, familiarizarse con el párroco… lo demás surge”.
Mar Muñoz tiene un camino de 30 años en el Ministerio Hispano, como parte de esa experiencia llegó al Secretariado de diversidad cultural. “Soy periodista de profesión, llegué a una diócesis acompañando un grupo de estudiantes, me invitaron a trabajar en el periódico diocesano, pero echaba de menos los grupos juveniles. Entonces busqué una parroquia en Denver, Colorado, llegué a Nuestra Señora de Guadalupe en el noroeste de la ciudad, donde iban muchos mexicanos; junto a ellos encontré una familia lejos del hogar, eso me ayudó mucho espiritualmente, era esa familia católica que me acompañaba y podía hacer amistades, muchos de ellos también llegaban de la misma manera, algunos no eran muy practicantes o se habían alejado de la iglesia, pero cuando uno tiene la experiencia de ser migrante y está solo en un país, busca una comunidad que le apoye”.