Oigo patria tu aflicción

Crisis
Al reflexionar sobre la situación tan tremenda en que se encuentra nuestro país, me ha venido a la memoria la poesía de Bernardo López García, El dos de mayo:

“Oigo, patria tu aflicción
y escucho el triste concierto
que forman tocando a muerto
la campana y el cañón”.


Cierto que nuestra patria no está en guerra, pero hay muchas guerras sin armas y que llevan a un pueblo a vivir situaciones durísimas. La actual crisis lleva nuestro país a la ruina: Políticos corruptos, desahucios, paro, recortes en sanidad, en educación -que me parece de lo más grave-, ¿rebajar pensiones? Y ahora, la última propuesta del Banco de España rebajar los salarios mínimos. Pero que piensan estos gobernantes que en mucha parte tienen la culpa de haber llevado nuestra patria a la deriva. ¿Qué proporción hay entre un salario mínimo de un obrero y el que cobra un señor ministro? Es una desfachatez que propongan rebajar los salarios mínimos. ¿Se conformarían los directores y los altos cargos de la banca cobrar semejante sueldo? Ni éste, ni el que estaría en la proporción de uno a tres.

Cierto, estos señores tienen mucha responsabilidad pero,¡hay que ver como la han ejercido muchos de ellos! Y les preguntaría: ¿Es que no son hombres todos los españoles?, ¿es que no tienen derecho a tener cubiertas todas las necesidades básicas?

¿Qué futuro espera a lo jóvenes? Son muchos los que se van al extranjero en busca de un porvenir mejor. ¿Quién quedará en el país?

El Papa Francisco dirigiéndose a un grupo de embajadores les decía:

“La alegría de vivir va disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la pobreza se vuelve cada vez más impactante. Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo, para vivir sin dignidad. Una de las causas de esta situación, en mi opinión, se encuentra en nuestra relación con el dinero y en nuestra aceptación de su imperio y dominio en nuestro ser y en nuestras sociedades. De este modo, la crisis financiera que estamos viviendo, nos hace olvidar que su primer origen se encuentra en una profunda crisis antropológica ¡en la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.


Sería bueno que lo escuchasen y lo pusieran en práctica los que rigen los destinos de nuestro país. La España que se tenía por tan católica, ¿se la puede llamar católica si se olvida de los más desvalidos? Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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