El Señor nos guarda

Para darse ánimo en su caminar, no exento de piedras y contratiempos, canta que el Señor no permitirá que resbale su pie porque su guardián no duerme ni reposa (Cf v 3-4). El Señor tiene los ojos fijos en sus fieles en los que caminan hacia su santuario. Y continua: “El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño" (v 5-6). Encontrar un árbol en el camino en lugares desérticos cuando el sol aprieta es una bendición.
En este salmo relativamente corto, la palabra guardar y guardián se repite constantemente. Y es que el Señor es nuestro gran Guardián, el custodio de nuestras almas. Cuando todo a nuestro alrededor se hunde, él está ahí, es el único que no falla. Esto es importante tenerlo presente porque nuestra vida humana y espiritual está también sembrada de dificultades y en momentos el sufrimiento es tan grande que nos hace exclamar: “Ya no puedo más”. En estos momentos este salmo lleno de fe nos puede ayudar.
No olvidemos que nosotros debemos ser también guardianes de la creación y de nuestros semejantes. Texto: Hna. María Nuria Gaza.