Hay momentos en la vida en los
que cuesta ver la luz, aquello que estas viviendo es para un bien o de esa situación se sacará algo bueno para la vida, es verdad de que nada cae en saco roto pero es ahí donde
hay que mantenerse fiel, cuando todo te está superando,
cuando no encuentras respuesta a ciertas preguntas, cuando crees que podría vivirse de mejor manera ciertos acontecimientos que son importantes para tu hoy y está en juego tu mañana y en todo ello solo quieres seguir siendo fiel al Señor.
Es en la oscuridad donde hay que buscar la manera de encender la luz,
aceptar esos apagones en clave de fe e intensificar más el encuentro con el Señor, incluso desde la sequedad del corazón y nuevamente habrá luz porque
somos hijos de la LUZ.
Proclamar con el salmo 62: “
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti…” Es descubrir quien dirige y da sentido a tu existencia, que tienes sed de Dios y
quieres renovar tu presente, robustecer la vocación, seguir poniendo ilusión en la entrega, ya que,
la vocación es un regalo con el que Dios nos pide ir llenando la propia vida en Él.
Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.Foto: Sor Gemma Morató.