La paz, una conquista

Se llega a la paz por gracia de Dios y con nuestro trabajo personal. Por ello hay que pedir a Dios Padre nos conceda el don de la paz: “El Señor se fije en ti y te conceda la paz” reza el libro de los Números 6, 26. Así pues, la paz es algo que tenemos que conquistar en nuestro interior y entonces será más fácil establecerla en el mundo y contribuir a conservarla.
Jesús a quien aclamamos con el adjetivo de Príncipe de la paz es quien nos ayudará en esta conquista, nada fácil humanamente. Para convencernos de esta dificultad, sólo hay que entrar en nuestro interior y nos daremos cuenta de que no todo está en paz en nuestro corazón, que se alzan fuerzas negativas en son de guerra. El que dijo: “Mi paz os dejo mi paz os doy” (Jn. 14,27) nos dará la fuerza para que poco a poco se apaguen las luchas intestinas de nuestro ser y podamos oír la bienaventuranza: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán los hijos de Dios” (Mt. 5, 9).
En el día primero del año en el cual invocamos también a María como Madre de Dios, confiemos que por su intercesión, los hombres comprendamos que todo se pierde con la guerra y todo se gana con la paz. Texto: Hna. María Nuria Gaza.