Lo pequeño es lo más grande

¡Parece mentira cómo cosas tan pequeñas, pueden ser tan grandes a la vez!, sí, no es una paradoja sino que es real. Pasa y creo que nos pasa a todos un poco, ponemos todo el interés en buscar o realizar algo extraordinario, nos pasamos el tiempo en muchas ocasiones esperando algo "grande" que nos llene de satisfacción, y cuando creemos que ya ha llegado, ¡no!, seguimos en ello porque estamos convencidos de que llegará...

Pero ligeramente, casi a través de un hueco, vemos asomar lo que esperábamos con tanto anhelo, y esto es nuestra vida acompañada de todo lo que somos, sin descartar nada. Esas cosas grandes que deseábamos pasan a ser lo que ya tenemos, pero con un matiz, que las queremos y deseamos pulir aunque nos cueste trabajo.

Un saludo, un abrazo, un beso, la alegría de un reencuentro, la conversación de una persona, todo esto es algo muy grande, es extraordinario porque sin todo ello nos faltaría algo, y es que necesitamos querer y que nos quieran, amar y que nos amen, reír y hacer reír, llorar y no sentirnos solos...

Sí, las cosas a las que estamos acostumbrados, las del día a día, no reciben la valoración suficiente o merecida, precisamente porque nos vamos habituando. La importancia y el trabajo puesto en todo lo que hacemos es el cultivo de lo que somos y de lo que damos a los demás.

El regalo de la vida es un don que Dios nos da, su amor es inmensurable, como dice el salmo: "¿Quién puede medir a puñados el mar?..." Creo que tenemos muchas oportunidades para mejorar lo que ya tenemos, para amar más... porque en la medida que creamos y cuidemos lo pequeño, estaremos construyendo algo "muy grande". Texto: Hna. Conchi García.
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