El rey de los judíos

Espinas
Sobre la cabecera de la cruz de Jesús había un letrero que decía: “Este es el rey de los judíos” (Lc 23, 38). Un rey que lleva corona de espinas y su trono es la cruz. ¡Extraña realeza! Un rey que no es reconocido por las autoridades del pueblo. El que sufre su misma condena lo reconoce: “Jesús acuérdate de mi cuando llegues a tu reino” (Lc 23, 42). Desde su trono de realeza, Jesús continua haciendo el bien y promete al ajusticiado:“Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 44).

También reconoce a Jesús como Mesías un centurión romano que estaba controlando lo que sucedía, al ver el terremoto exclamó: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (Ma 27,54). Un soldado romano, un gentil, reconoce a Jesús como Mesías y los sacerdotes y letrados, judíos religiosos, aferrados a sus conocimientos le niegan y reniegan de Él.

La muerte de Jesús con sus brazos extendidos nos tiene que llenar de confianza. Sea lo que haya sido nuestra vida nunca debemos desconfiar de la misericordia de Dios. Él nos acoge como al buen ladrón y nos promete estar en el paraíso siempre y cuando reconozcamos que él es el Hijo de Dios.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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