¿A quien vas a aclamar tú?

Entrada a Jerusalén
He aquí que llegas al término de la cuaresma. Después de 40 días pasados en el desierto, ¡quizás no tanto!, y estás dispuesto a acoger a aquél que viene. En realidad hace mucho tiempo que tú lo esperas y te mezclas con la multitud que aclama: “¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Jn 12,13). Mas no todos aclaman a Jesús, los fariseos están furiosos porque todos corren tras él. ¿A quien vas a aclamar tú? ¿Quieres un Dios todopoderoso o al humilde hijo del carpintero montado en un pollino? ¿Un Dios guerrero o un Dios pacificador? El Dios que entra a Jerusalén es un Dios humilde, seguido por un grupo de discípulos la mayoría rudos. Muchos lo han insultado llamándole borracho y comilón.

Si entras en el interior de tí mismo vas a encontrar en este humilde rey al verdadero liberador. Al que ha tenido compasión de los enfermos, al que ha perdonado a los pecadores, al que se ha inclinado ante los más desheredados de la tierra, el que ha mostrado la imagen del Dios misericordioso y que te está pidiendo que tu también lo seas. Así cuando lo veas con los brazos extendidos en la cruz de tu corazón brotará un gracias al Padre que nos ha dado un tal redentor que jamás abandona a los hombres que son sus hermanos. Él en la cruz nos ha hecho hijos de Dios. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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