Julian Beever, el Picasso del pavimento, en las calles de Madrid

Es curiosa nuestra forma de conocer la realidad. A veces los sentidos nos engañan. Al detenerse seis personas frente a un cubo de seis colores distintos, cada observador afirmará que el cubo es del único color que está frente a él. Dicho en verso:
Nada es verdad o es mentira.
Todo en la vida es según
el cristal con que se mira.
La consecuencia práctica, desde mi punto de vista, no es el relativismo absoluto (no existe la verdad), sino cierta habilidad para
alcanzar a ver los seis lados, mediante espejos, desplazamiento del objeto o del observador, encuestas a los demás implicados en la experiencia...
Cuando era más jovencito, me dio por la magia a lo Harry Potter. Devoré libros de W. C. (Wenceslao Ciuró)... Me costaba mucho, en mi ingenuidad, creer que el público sería incapaz de descubrir el truco, que me iban a pillar necesariamente... Pero no era así: si tenía una carta oculta en la palma de la mano ¡nadie la veía! Si "forzaba" un naipe, ¡nadie se enteraba!. Y dócilmente ¡elegía el que me convenía!
Últimamente, como profesional de la psicología, he estudiado y practicado hipnosis, una metodología de sugestión que ayuda a modificar, reprogramar, el software mental y afectivo del ser humano...
Pero vayamos a nuestro mago de estos días en Madrid Julian Beever. Su público somos nosotros, los del ratón y la pantalla digital:
"Mi fama se la debo a los internautas que se han enviado mis obras por internet, que han querido compartirlas gratuitamente, pero no a las galerías o a los contactos. Mi arte no depende de personas que consideren si es o no una buena inversión."
Si queréis asomaros a la red a ver lo mejor de su obra, podéis pulsar aquí. Y observad detenidamente la imagen real del globo terráqueo sin trampa, como lo ve la gente que pasea. Hasta pronto...
