"RECUERDA, MAESTRO" (PPS)

Me ha llegado, via email, una interesante Presentación PPS, titulada "Recuerda, Maestro". Su autor es René Rossero , y el mensaje central es la importancia del amor para transmitir valores. En el dibujo que acompaña este post vemos la mano grande, digamos, de un maestro transmitiendo semillas de sabiduría, y la más pequeña de un discípulo recibiéndolas (para plantarlas en su corazón, supongo)... Dicen que ya no hay maestros, pero que tampoco hay discípulos. A lo mejor hay alguno, pero no hacen ruido. Escribí un día, definiendo cómo me gustaría ser recordado: "Me llaman profesor. No enseño nada. / Soy hermano mayor que os acompaña / a descubrir en vuestra propia entraña / respuesta a las preguntas necesarias..."

RECUERDA, MAESTRO...

Recuerda:

Que la frágil memoria de la mente de tus alumnos olvida fácilmente lo aprendido.
Pero la firme memoria de su corazón retiene de por vida lo sentido y lo vivido.

Si quieres educar, no pongas el acento en cargar las mentes con conocimientos.
Llena más bien los corazones con valores y vivencias.

Produces más calor encendiendo una cerilla que hablando sobre el fuego.
Iluminas más encendiendo una vela que describiendo el sol.

Si quieres educar, no impongas caminos, obligando. Muestra tus ideales, caminando.

No ahogues con el peso de normas y preceptos.
Recuerda que no se educa sin amor. Por lo tanto, ama a tus alumnos como son.

Si amas y vives en la autenticidad, educas sin proponértelo.
Si no amas y no educas de verdad, no educas, aunque te lo propongas.


Pero pulsemos ya la versión Power Point de "Escucha, Maestro"...


GERARDO DIEGO BRINDA POR SU MEJOR ALUMNO

A sus jovencísimos 23 años, acaba Gerardo Diego de recibir la noticia de su nombramiento como catedrático de Lengua y Literatura del Instituto de Soria, donde muy pocos años antes había enseñado Antonio Machado. La Peña del Ateneo de Santander, su ciudad natal, le ofrece un banquete para celebrar su éxito. Y, con la sabiduría de un elegido y la candidez de un novicio, sorprende a sus amigos con la lectura de unos sencillos, coloquiales versos, salpimentados acaso con ingenuos gramos de paternalismo y ternura. Proclama emocionado su pedagógica aventura de humanismo personalista:

BRINDIS

Debiera ahora deciros: «amigos,
muchas gracias»; y sentarme, pero sin ripios.
Permitidme que os lo diga en tono lírico,
en verso, sí, pero libre y de capricho.

Amigos:
dentro de unos días me veré rodeado de chicos,
de chicos torpes y listos,
de dóciles y ariscos,
a muchas leguas de este Santander mío,
en un pueblo antiguo,
tranquilo
y frío.

Y les hablaré de versos y de hemistiquios,
y del Dante, y de Shakespeare, y de Moratín (hijo),
y de pluscuamperfectos y de participios.
Y el uno bostezará y el otro me hará un guiño,
y otro, seguramente el más listo,
me pondrá un alias definitivo.
Y así pasarán cursos monótonos y prolijos.

Pero un día tendré un discípulo,
un verdadero discípulo,
y moldearé su alma de niño
y le haré hacerse nuevo y distinto,
distinto de mí y de todos; él mismo.
Y me guardará respeto y cariño.

Y ahora yo os digo: amigos,
brindemos por ese niño,
por ese predilecto discípulo,
por que mis dedos rígidos
acierten a modelar su espíritu
y mi llama lírica prenda en su corazón virgíneo,
y por que siga su camino
intacto y limpio.
Y por que éste mi discípulo,
que inmortalizará mi nombre y mi apellido,
… sea el hijo,
el hijo
de uno de vosotros, amigos.
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