El autobús de los versos dolientes (2). LAS DUDAS DE FE DE LOS CREYENTES



El autobús de los ateos prosigue su catequesis laica por varias capitales de Europa. En Italia (Génova) está teniendo sus dificultades, porque hay conductores del servicio público que objetan en conciencia y se niegan a colaborar en una campaña de proselitismo antirreligioso que exhibe en un cartel:
"LA MALA NOTICIA ES QUE DIOS NO EXISTE.
LA BUENA ES QUE NO ES NECESARIO."


Pero hoy quiero hablar de nosotros, los creyentes. Es un error pensar que vivimos sin dudas de fe. Si es probable que Dios no exista, también es probable que sí que exista. No se le ve y, aunque el corazón tiene sus razones para creer, también la razón presenta objeciones. Me dan miedo los iluminados de cualquier religión o partido político, que nunca dudan de sus creencias. Son capaces de cualquier barbaridad por demostrar la sublimidad de su pensamiento único...




TAMBIÉN LOS SANTOS PADECÍAN DUDAS DE FE

Contemplamos la aparición del Resucitado al incrédulo Tomás. Jesús le invita a tocarle. Pero ya casi ni hacía falta, porque el testimonio de sus compañeros, y la luz del corazón, le aseguraban que el Maestro estaba vivo, que las certezas de la razón eran infinitamente más débiles que las adivinaciones de la fe.

"Dichosos los que han creído sin ver..." La fe, más que creer lo que no se ve, posiblemente sea ver lo que se cree. Pero verlo con los ojos del alma, a pesar de las dudas. Esto es lo que les sucedió a los santos -fantásticos seres de fe y compromiso-, que también sufrieron sus noches oscuras, sus madrugadas de niebla...

Sólo dos ejemplos, muy telegráficamente:

Se ha hablado últimamente de la severa crisis de fe que
aquejó a la madre Teresa de Calcuta. En una de sus cartas, la santa confidencia:

«En mi propia alma siento un dolor terrible por esta pérdida. Siento que Dios no me quiere, que Dios no es Dios y que él verdaderamente no existe».


En la Pascua de 1896, a sólo año y medio de su definitivo vuelo, también le sobrevino a Teresa de Lisieux la prueba más dura. Su cielo se encapotó, sintiendo apagársele definitivamente la luz, temiendo encontrarse, del otro lado de la muerte, ¡con la aniquilación total, la nada! Iba escribiendo con temblorosos trazos:

“Me parece que las tinieblas, apropiándose la voz de los pecadores, se burlan de mí diciéndome: ‘Sueñas con la luz, con una patria perfumada con las más suaves fragancias; sueñas con la posesión eterna del Creador de todas esas maravillas, crees que algún día saldrás de las brumas que te rodean. ¡Adelante!, ¡adelante!, alégrate por la muerte, que te dará, no lo que esperas, sino una noche aún más oscura, la noche de la nada”



"DECÍDMELO EN VOZ BAJA, PORQUE ME ESTÁIS MATANDO..."



Estremece el sincero testimonio de fragilidad y fe de Pilar Paz Pasamar.(No me habléis mal de Dios..., no me digáis que no existe... Estáis apuñalando, entre risas y sangre, el blanco corazón de mi alegría, el horizonte azul de mi esperanza...)

LOS HOMICIDAS

Decídmelo en voz baja, porque me estáis matando
y si es verdad quisiera morirme sin un grito.
Derribad esta fe que es lo mismo que un pájaro
cuando resbala por el aire malherido.

Decidme en voz muy baja que creí lo que era
mentira, pero hacedlo como si fuese un niño
al que hay que hablar despacio porque apenas entiende
lo que una voz le pide desde un labio sencillo.

Decidmelo en voz baja porque es tremendo esto
que me hacéis, esta muerte que viene como un filo,
como la desbandada del otoño a los árboles
tiñéndolos de zumos concretos y amarillos.

Decidme lo que sea, pero en voz muy pequeña,
terminad de cortarme las ramas sin ruidos.
Que caiga sobre mí el sol desconfiado,
si puede ser, así, con el mayor sigilo.

No volveréis al verme comiéndome la fe,
la luz, el aire puro, por todos los caminos.
Pero que nadie vuelva después a consolarme
con un vuelve a lo tuyo y olvida lo que he dicho.

Acabad de decirme que los brazos me sobran.
Acabad de cortármelos. Ya no los necesito.
Los quería por verlos sobre todas las cosas,
para cansarme de llevarlos extendidos.



"PORQUE EL CIELO NOS MIRA Y SE COMPLACE..."



"Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida." ¡Que no, que no! Que Dios existe y los creyentes, rebosantes de gozo, disfrutamos a tope la Vida... También la sexualidad.Gonzalo Rojas, en admirable poema, construye un bello himno al amor de pareja, manantial de ternura, fecundo paraíso..

CÍTARA MÍA

Cítara mía, hermosa
muchacha tantas veces gozada en mis festines
carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles,
toquemos para Dios este arrebato velocísimo,
desnudémonos ya, metámonos adentro
del beso más furioso,
porque el cielo nos mira y se complace
en nuestra libertad de animales desnudos.

Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para que de ellos mane
la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas,
único cielo que conozco, permíteme
recorrerte y tocarte como un nuevo David todas las cuerdas,
para que el mismo Dios vaya con mi semilla
como un latido múltiple por tus venas preciosas
y te estalle en los pechos de mármol y destruya
tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza
de la vida mortal.
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