Gonzalo - Bilbao, El Vicario General

Fernando José Gonzalo Bilbao. Piedra angular de la Diócesis de Vitoria durante casi 38 años



El pasado 16 de enero en la capilla del obispado de Vitoria juraron sus cargos los nuevos miembros del Consejo Episcopal, los nuevos vicarios, entre ellos Carlos García Llata, salesiano, que toma el relevo a Fernando José Gonzalo – Bilbao, toda una institución en esta Diócesis, pues deja el cargo de Vicario General pocos meses antes de cumplir 38 años de servicio a la Iglesia en este puesto.
Fernando José Gonzalo Bilbao fue nombrado Vicario General de la Diócesis de Vitoria en 1979, pocos meses después de que monseñor José María Larrauri tomara posesión como obispo de la Diócesis el 12 de febrero de ese mismo año.

Fernando nace en Vitoria el 10 de febrero de 1943. Es ordenado sacerdote el 13 de septiembre de 1969. Dedica una parte de su vida a la enseñanza de las ciencias, la química concretamente.
Este sacerdote, con poca experiencia pastoral en sus comienzos, pero con grandes dotes organizativas, fue elegido Vicario General de la Diócesis de Vitoria por votación y por refrendo del nuevo obispo, monseñor José María Larrauri, que sucedía a monseñor Francisco Peralta en 1979. Desde entonces Gonzalo-Bilbao ha sido la mano derecha de los últimos obispos y el coordinador de toda la vida diocesana. Pocas cosas han sucedido en la Diócesis a lo largo de estos casi 38 años que no hayan pasado por su visto bueno o el simple conocimiento del Vicario General.

Gonzalo-Bilbao ha sido tildado, incluso por los mismos compañeros que votaban su reelección, como una persona muy controladora de la vida diocesana. Nadie le ha podido negar nunca su gran capacidad de trabajo y su valía a la hora de organizar y coordinar.

La historia de la Diócesis de estas casi cuatro décadas lleva, en muchas de sus páginas, el sello indeleble de este hombre con voz de Paco Umbral, del Vicario General Fernando Gonzalo-Bilbao.
Este sacerdote, que el próximo 10 de febrero cumplirá 74 años, rumor o leyenda, siempre ha estado en las ternas de episcopables. Valga como muestra lo que publicaba el ABC en noviembre de 2004: “La Santa Sede prepara una «profunda remodelación» en la cúpula jerárquica de la Iglesia vasca. Según apuntaron a este diario fuentes cercanas a la Nunciatura, el Vaticano podría designar en breve al actual obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, arzobispo de Zaragoza en sustitución de Elías Yanes, quien cumplió la edad canónica de jubilación en febrero del año pasado. Las mismas fuentes aseguraron que será el actual obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, quien pase a la diócesis vizcaína, elevando a prelado de dicho Obispado a su vicario general, Fernando González Bilbao, una de las personalidades más respetadas entre la curia vasca.”


Fernando ha vivido en primera persona los años de la “Iglesia Vasca” de Setien y de Uriarte; ha vivido la lacra del terrorismo de ETA y el principio de su fin; ha vivido el descenso de vocaciones y su repercusión en la atención pastoral de las parroquias; ha vivido las negociaciones con las instituciones públicas para la puesta en marcha de grandes proyectos como la recuperación de la Catedral de Santa María. Gonzalo-Bilbao ha gozado de poder de decisión en muchas cuestiones de la vida diocesana. Ha dado alas a aquellos proyectos que consideraba buenos para la diócesis y ha cortado las alas a otros que no eran de su agrado. Podría adjudicársele aquello de “el poder en la sombra”.
La imagen de Fernando Gonzalo-Bilbao está más unida a su papel como gran gestor que a su condición sacerdotal. Su palabra ha quedado más, escondida en Cartas Pastorales firmadas por los obispos, o en páginas del boletín diocesano, que en púlpitos. De hecho preparando este artículo en diversos ámbitos se repetía el mismo comentario “nosotros no hemos tratado mucho con D. Fernando lo hemos hecho siempre con el obispo.” O “escasamente he coincidido con él en dos o tres ocasiones”. Es como si siendo omnipresente solo algunos se lo hubiesen cruzado en su vida.

El director de Religión Digital, José Manuel Vidal, lo definía así en un artículo publicado el 1 de septiembre de 2015: “El peso pesado del clero alavés es el vicario general de la diócesis, Fernando Gonzalo Bilbao, al que en Euskadi consideran como el «fiel de la balanza», un hombre con criterios muy asentados y firmes, que no se casa con nadie, que habla claramente y que, además, no tiene apetencias de poder. Rara avis, un hombre sumamente respetado por su fortísima personalidad, con el que incluso Uriarte tiene que contar antes de lanzar un documento para todo el País Vasco.”

Los medios de comunicación han recogido, en contadas ocasiones, palabras del Vicario General, pero no recuerdo ninguna entrevista personal.

Hermético respecto a su vida privada y a lo que piensa. Cauto a la hora de hablar con nadie. Valorado, seguramente, más por lo que sabe y no dice. Fernando Gonzalo Bilbao es el “eterno vicario” que deja una impronta con la que tendrán que contar los futuros responsables de la diócesis de Vitoria. De hecho el nuevo obispo, Juan Carlos Elizalde, ha comenzado su andadura contando con él sabiendo que, aun cuando la transición tenía que darse y la figura del vicario será una más de las que marquen la nueva etapa, ello no quita para hacerlo bien, a su hora y sin desperdiciar la herencia de quienes hasta aquí nos han guiado. Lo decía esta pasada semana en una carta con estas palabras: “Podemos afrontar con enorme esperanza esta nueva etapa porque partimos de un profundo agradecimiento al Consejo Episcopal de estos últimos años. Todos los nuevos vicarios y yo mismo contamos con ellos y especialmente con su, durante tantos años, Vicario General, como consejero personal.”
Monseñor Elizalde sabe que en Gonzalo Bilbao tiene a una “biblioteca viva” de la historia de los últimos 40 años de la Diócesis. Y conocer el pasado para no repetir errores en el futuro es de sabios.

En la misma carta se daba a conocer el detalle que la Santa Sede suele tener con aquellas personas que dedican gran parte de su vida al servicio de la Iglesia, hay distinciones diversas y el Papa Francisco le acaba de honrar con el reconocimiento de “Capellán de Su Santidad” por su incesante entrega a la Iglesia. Al parecer las gestiones para este reconocimiento debieron ser iniciadas ya por el difunto monseñor Asurmendi, quien lo mantuvo como su mano derecha desde el principio hasta el final de su episcopado en la sede de Vitoria.

Gonzalo Bilbao ha declinado prestarse para ofrecer declaración alguna tras cerrar su etapa como Vicario General, fiel a su carácter reservado en lo público y lo privado hasta el final. Pero hay otras voces que con gusto se han querido prestar para glosar su figura en este momento tan importante para él y para la Diócesis.
Desde el clero diocesano llegan reflexiones como esta: “Gonzalo, para varias décadas de curas, no ha sido un vicario general sino El Vicario General. Lo mismo que cuando uno nace no tiene un padre sino El padre. Después llegará el momento de reconocer sus virtudes y defectos. Hombre de gran capacidad e inmenso conocimiento. Hombre de gran agilidad mental y un estilo concreto de dinamizar la diócesis. Un hombre en todo y para todo. En una charla de la diócesis era quien buscaba el asunto, el ponente, el local, quien hace las fotocopias, quien las reparte, quien pone la calefacción y quien apaga y cierra. Y, si el ponente se pone enfermo, quien da la charla.” Otro compañero sacerdote decía: “Para mi Fernando es como una gran montaña, cuanto más alta más vías de ascenso tiene para llegar hasta su cima, unos más fáciles y otros más complicados.”

Fernando Gonzalo Bilbao ha estado cerca de todas las realidades de la Diócesis, durante sus más de tres décadas ha viajado en varias ocasiones a Ecuador y Angola para conocer de cerca la realidad del Grupo Misionero Vasco en estas tierras de América y África. Aunque hay quien recuerda una vinculación más pretérita de Fernando con las Misiones Diocesanas Vascas: “. Fernando, como un seminarista más, sintió que sacerdocio y misión son dos caras de la misma moneda. Como buen programador, recuerdo que organizó y animó unos pequeños guiones radiofónicos (mensaje y canción) para acompañar a niños y jóvenes en el discernimiento de su vocación sacerdotal y misionera.”

Ya como sacerdote ese espíritu misionero y el referente de los misioneros en su vida era patente según recuerdan: “Más tarde dio sus primeros pasos como cura en la Obra Diocesana de Formación Profesional. A ese proyecto educativo de jóvenes dedicó con ilusión e intensidad los mejores años de su juventud sacerdotal. En ese ambiente vivió su dimensión misionera con constancia y visión de futuro. Con todo, seguía de cerca la vida, el trabajo, la reflexión y espiritualidad de los misioneros y misioneras de nuestra diócesis. No en vano, en la otra orilla del charco, contaba con varios amigos a los que admiraba y recordaba con afecto. En cierta ocasión le oí comentar que ha profesado especial admiración por D. Bittor Garaigordobil, obispo emérito de Los Ríos (Ecuador). Lo considera como un referente para su vida sacerdotal-misionera y para toda nuestra Iglesia. En este espíritu amplio y universal intentó ilusionar a profesores y chavales de la Escuela Profesional.”

Ya como vicario general su sensibilidad misionera se puso de manifiesto con los que allí marchaban: “Fernando ha mostrado siempre una sensibilidad especial no solo por la orientación misionera de nuestra iglesia local, sino por el mundo de nuestras misiones. Ha mantenido una relación directa con misioneros y misioneras. Viajó en varias ocasiones a Ecuador y Angola con el fin de visitar, animar y compartir, en el surco, experiencia y vida con nuestros misioneros y misioneras. Siempre regresaba de esos viajes impactado por el trabajo intenso y la espiritualidad evangélica de nuestros misioneros.”

Pero las MMDDVV han sufrido una transformación que reducía el número de sacerdotes misioneros, aumentaba el de seglares pero disminuía el general. Muchos aguantaron hasta dar su vida allí y otros se han visto obligados o necesitados de regresar. Ahí también ha estado el Vicario General: “En estos últimos años de vuelta de nuestros misioneros a su pueblo de origen, sin regreso ni relevo, Fernando ha mostrado una especial preocupación por esa difícil coyuntura. Y cuando nos han solicitado ayuda en esta situación de emergencia, ha tratado de echar una mano, así sea temporal, a pesar de que aquí estábamos también en necesidad debido a la sequía de vocaciones.”

Desde el mundo de la educación surge este testimonio: “Alguien que lleve tanto tiempo en un cargo tan delicado y exigente como el de ser "Vicario general" de nuestra diócesis, está claro que tiene un don que no proviene solamente de su humanidad. Dios tendrá mucho que decir. En mi caso Gonzalo es el hilo de continuidad que siempre ha estado presente desde que la Iglesia me ofreció poder trabajar con jóvenes euskaldunes: concretamente desde 1989, en febrero hará si Dios quiere 28 años. Él mismo fue con quien hablé largo y profundo sobre mis intenciones de ser profesor de Religión en la escuela pública alavesa. Me imagino que no hubo necesidad alguna por ninguna de las dos partes de volver hablar sobre la palabra dada. Con Don Juan Carlos tres han sido los obispos de nuestra diócesis, y él siempre ha estado donde siempre, trabajando, organizando, dirigiendo, tomando decisiones y dando su consejo. He tenido la oportunidad de saludarlo en diferentes conferencias, en la librería diocesana, en celebraciones de confirmación en euskera y especialmente trabajé con él en el primer consejo pastoral diocesano y le recordaré siempre en la despedida de Don Miguel José cuando le di el pésame. Gonzalo, nuestro obispo de casa, la mano derecha e izquierda de nuestros dos obispos anteriores: Larrauri y Asurmendi; organizador y administrador de nuestra diócesis que siempre ha estado en su puesto de servicio. Un hombre generoso y entregado a la diócesis.”

Uno de los grandes hitos que quedarán para la historia es la recuperación de la Vieja Catedral de Santa María, desde la génesis de este proyecto llega este comentario: “El Proyecto Integral de la Catedral Vieja de Vitoria-Gasteiz ha constituido uno de los procesos patrimoniales más reconocidos en el mundo, tanto por su faceta arquitectónica como por su rentabilidad social, cultural, histórica, turística, de orgullo ciudadano, de imagen de prestigio y de sostenibilidad económica. Sus inicios fueron complicados, porque era un proyecto totalmente innovador, que requería múltiples y difíciles equilibrios; entre lo religioso y lo civil, entre lo técnico y lo divulgativo, entre lo científico y lo turístico, entre los diferentes idearios políticos, más o menos proclives a desarrollar un proyecto social en un espacio religioso, pero que acabaron incorporándose de forma unánime al proceso. En sus momentos iniciales, y a lo largo de todo el proceso, la figura de Fernando González Bilbao ha sido clave, por su conocimiento global, su visión amplia y su carácter componedor. Creo que sin él, el Proyecto de Restauración Integral de la Catedral de Santa María y su Entorno Urbano no sería conocido como hoy lo es, como una referencia internacional puesta al servicio de su ciudad.”

Desde la vida contemplativa una escueta palabra: “este hombre dio toda su vida a esta diócesis.”

Podemos descubrir también algunas pinceladas del pensamiento de Gonzalo Bilbao a través de algunos escritos que hemos consultado
Un pequeño artículo sobre la figura de Arizmendiarrieta lo terminaba citando al Papa Francisco en esta idea: ““tanto el anuncio como la experiencia cristiana” no pueden sino “provocar consecuencias sociales”.


Entre sus últimas intervenciones en actos diocesanos podemos recordar el repaso que hizo de los hitos más importantes durante el tiempo de Asurmendi en la misa de despedida que tuvo lugar en la Catedral Nueva; Poco sabíamos todos que volveríamos a escucharle glosar la figura de mosneñor Asurmendi, esta vez en la Catedral Vieja de Santa María y con motivo de su funeral y entierro.
Estos son los hitos que Gonzalo Bilbao destacó y que también son suyos por derecho propio: “la creación de nuevos servicios pastorales como el Servicio Diocesano del Laicado y el Servicio de Animación Bíblica De la Pastoral, la incorporación de la mujer en servicios y tareas de responsabilidad eclesial, la apertura del Museo Diocesano de Arte Sacro, la constitución de la Fundación Catedral Santa María y su reapertura al culto, el nacimiento de EGIBIDE como resultado de la fusión de Jesús Obrero y Diocesanas, las Cartas Pastorales conjuntas de los obispos del País Vasco y Navarra, la creación de nuevas parroquias en la ciudad, la adecuación de estructuras pastorales, el trabajo con Misiones Diocesanas Vascas en Ecuador y Angola, la beatificación del Beato Pedro de Asúa.”


Non solum sed etiam


Cuando Fernando Gonzalo Bilbao comenzó su misión como Vicario General yo estaba en el Seminario Diocesano de Vitoria, era un seminarista del pabellón de filosofía. Pasarían muchos años, y había dejado ya mi camino hacia el sacerdocio, cuando al ser invitado a llevar la programación diocesana en Radio Vitoria conocí y traté a D. Fernando Gonzalo Bilbao. Recuerdo haberle consultado la idoneidad de tratar algunos temas y recuerdo el veto de un par de ellos nada más. Es de justicia reconocer que la posibilidad de obtener una formación de calidad en materia de medios de comunicación, y específica con respecto a la información socio religiosa, se la debo en parte a Gonzalo Bilbao, quien apoyó y posibilitó que formase parte de la primera promoción de comunicadores cristianos de la Universidad Pontificia de Salamanca. Gracias.
Luego he podido desarrollar esta vocación de comunicador cristiano desde la libertad de los hijos de Dios que, a veces, por libre, resulta incómoda. Han sido muchos los años duros y difíciles para la Iglesia en estas tierras, pero con la distancia y el paso del tiempo, el papel de cada uno va cobrando más sentido.
El día 28 de enero una misa a la que estamos invitados toda la familia Diocesana será la expresión más cristiana para dar gracias por quienes fueron, y poner nuestra esperanza y nuestra oración en los que hoy les toca ser. Gracias a quienes han tutelado el pasado hoy podemos seguir con visión de futuro.
Sábado, 28 de enero a las 12 del mediodía, en la Catedral Nueva de María Inmaculada: una cita a la que no se puede faltar.

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