"El Papa Francisco está absolutamente solidarizado con los refugiados" Irene López Alonso: "Las sociedades muchas veces tienen más corazón que sus leyes"
(Jesús Bastante).-Irene López Alonso (Madrid, 1992) acaba de publicar "El camino de los refugiados" (Edelvives). Una novela juvenil sobre el drama de los que huyen de la guerra o del hambre. Una historia basada en hechos reales y vivida en primera persona. Una crisis, que deja a Europa al descubierto. Sobre todo a sus Gobiernos, porque, como dice la autora, "las sociedades tienen más corazón que las leyes".
Dinos qué es. ¿Una novela gráfica, un relato con soporte visual...?
Técnicamente, es una novela de literatura juvenil. Tiene mucho de novela gráfica porque contiene bastantes ilustraciones de un ilustrador con una gran trayectoria, como es Juan Ramón Alonso.
Además, es también una historia de testimonio, porque está contada en primera persona por el protagonista, que es el hermano mayor dentro de la familia de refugiados de la que se habla. Y aunque es ficción, tiene mucha base de realidad: muchos personajes y muchas de las historias y de los episodios completos que se narran son reales. Es, más bien, una realidad ficcionada.
Es una realidad ficcionada, que tú has podido vivir, porque has viajado a algunos rincones de esos que citas en la novela. ¿Hasta qué punto crees que ese camino que hacen los refugiados está plagado de esas minas, de esas dificultades?.
¿Hasta qué punto es real la historia que cuentas? Para los que estamos viendo esta realidad desde fuera, desde nuestra casa a través de la tele y que, me temo, nos estamos empezando a acostumbrar.
Respecto a las dificultades, el libro se queda corto. Al ser literatura juvenil, no se podía hacer una cosa demasiado dura y trágica. En comparación con lo que yo vi en los diferentes campos de refugiados, el libro es poco dramático. "El camino de los refugiados" es más que una "carrera de obstáculos", que es la metáfora que utilizo en el libro para describirlo. Lo que tú has dicho, un "camino minado", se ajusta más a la realidad.
Hay en el libro una especie de juego del protagonista con sus hermanos pequeños, que recuerda mucho a "La vida es bella". A lo que hace Benigni con su hijo.
Lo que dices de "La vida es bella", es cierto. La idea de cómo construir el relato vino de ahí. Precisamente ahora va a hacer justo un año que estuve en el primer campo. El campo de Presevo, en Serbia. La organización del propio campo, la deshumanización y el trato que en general se les daba a los refugiados, me recordó tanto a los campos de concentración y me pareció una realidad tan dura y tan espantosa, que pensé que la única forma de contárselo a un niño era precisamente disfrazándolo un poco, desdramatizándolo y, como hacía Benigni en "La vida es bella", simulando que fuera un juego.

Llama mucho la atención esa equiparación, muy real, del camino que están haciendo los refugiados ahora, con el encierro y la masacre que tuvieron los judíos y las víctimas del holocausto nazi, evidentemente con muchísimos matices. Pero la actitud de buena parte de la sociedad europea está siendo muy similar.
Sí. De hecho hay un montón de elementos comunes. Para empezar, la deshumanización con la que se les está tratando, que se ve en muchos detalles. Por ejemplo, cuando llegan al campo de Moria, en Lesbos, les ponen una pulsera identificativa con una letra "A". porque hablan lenguas árabes, que además no sirve para nada, porque faltan intérpretes. Muchas veces ellos llegan allí y no pueden comunicarse porque no tienen a nadie que hable su idioma, y no deja de ser una forma de cosificación. Les están, de alguna manera, clasificando. Y a mí me recuerda al brazalete con la estrella de David que le ponían a los judíos.
Otro elemento muy parecido son las condiciones en los campos, de hacinamiento, de frío, de hambre... Los campos vallados con alambradas y concertinas, como si fueran cárceles. Los traslados en tren, desde Macedonia a Serbia, de Serbia a Croacia, de Croacia a Hungría. El miedo en las miradas...
Hace unos meses vi una viñeta en la que sale un cuervo hablando con otro cuervo en las vías de un tren. Están sobre unas calaveras y el paisaje es muy tétrico, muy lúgubre. Y un cuervo le dice al otro: "te lo dije en 1940, los trenes de Europa volverían a cargar muerte". Me parce bastante ilustrativa porque, realmente, las imágenes que hemos visto de refugiados hacinados en esos trenes llegando a Hungría donde para colmo, al bajarse en la estación, se encuentran con los policías húngaros lanzándoles la comida por encima de las vallas de seguridad... inevitablemente recuerdan al genocidio judío. También por la indiferencia con la que asistimos a este desastre.
El silencio de los buenos...
Claro. Mucha gente, después de que terminara la masacre contra los judíos, se ha preguntado: los vecinos de Auschwitz, de Mauthausen y de este tipo de poblaciones, que tenían que ver incluso el humo de los crematorios, ¿por qué no hacían nada? Pues con los campos de refugiados, está pasando lo mismo.

En Presevo, que es un pueblecito perdido en la frontera de Serbia con Macedonia, y además, de población mayoritariamente albanesa y por tanto musulmanes, me sorprendió mucho que la población no se acercase para nada al campo. Veías sus casitas bajas con la chimenea, y sabías que estaban dentro calentitos, haciendo su vida normal. Parecía que no veían el campo, y lo tienen a cincuenta metros.
Tal vez, y salvando todas las distancias, en la situación actual es imposible que alguien de Presevo, o de Europa, si comparamos Europa con la Alemania de aquella época, no sepa lo que está ocurriendo.
Lo tenemos en las narices. Aunque sea en la televisión.
Antes, alguien podría tener la excusa de no tener tele o radio en casa, de que bastante tenían con la guerra. Pero ahora, no estamos teóricamente en una guerra mundial. Vivimos en un mundo civilizado. Tenemos acceso a todo. Estamos viéndolo y, de hecho, se nos remueven las conciencias, no sé hasta qué punto, cuando vemos determinadas imágenes.
Hazme un pequeño recorrido, sin destripar la novela, de ese camino. ¿Por dónde pasa esta familia?
Quise hacer la historia de la ruta más frecuente. Normalmente, unos salen de Siria por el norte del país, evidentemente sin atravesar Alepo, bordeándolo. Y otros salen por el Sur, por Latakia.
Esta familia de la historia sale por Latakia, coge un barco desde ahí a Turquía. Hasta ahí es el periodo del viaje en el que puede parecer incluso un viaje de turistas. Pero cuando llegan a Turquía, hay un momento en el que el padre les lleva a comer a un buen restaurante y la madre se preocupa. Le dice: "Mohamed, podríamos haber buscado un restaurante más barato". Y el padre contesta: "No, Maryam, déjales que disfruten, que esta noche dejaremos de ser turistas y empezaremos a ser refugiados". Porque ya en Turquía tienen que ponerse en manos de las mafias.
¿Saben lo que les espera?
En el caso del protagonista, no mucho. Y por eso está todo el tiempo tratando de acceder a más información y contándoselo a su hermana pequeña, para avanzarle los acontecimientos. Porque, como es pequeña, sus padres en principio no le quieren decir nada, temen que asuste, que no lo entienda. Y en cambio, su hermano se rebela un poco contra esto y le explica las cosas precisamente para que no se vea de pronto en una situación así, sin entender nada.
Desde Turquía pasan a Grecia en el barco, que es el momento más peligroso. Y en el relato, digamos que es el nudo, el momento de máxima tensión. Después, desde Grecia pasan a Macedonia y empieza la ruta de los Balcanes: Macedonia-Serbia, Serbia-Croacia y la historia se termina ahí. Pero se entiende que siguen hasta Alemania, que es su destino final.

¿Cuánto puede durar un viaje en las circunstancias del libro?
Unos catorce días. Pensé la historia para que durase este tiempo, porque fue lo que me dijeron en Presevo que tardaban de media. En realidad, tardarían mucho menos de no ser porque, por ejemplo, en Macedonia se encuentran la frontera cerrada y tienen que hacer dos noches, con las que no contaban. Les ralentiza muchísimo todo el proceso de identificación en cada campo. Los visados de tránsito que tienen que conseguir. Toda la burocracia.
Y esta duración, es el promedio en el caso de esta familia, que se entiende que es una familia de una zona rural pero más o menos acomodada. De clase media trabajadora y que por lo tanto, se mueven casi todo el tiempo en medios de transporte: barco, tren, autobús..., ellos pagan su billete. Pero hay muchas familias que ciertos trayectos los tienen que hacer a pie porque no pueden permitirse seguir pagando a ese ritmo. Porque encima, se encuentran por el camino con un montón de estafadores y aprovechados que encarecen el precio, y no pueden pagarlo. Por lo tanto, para muchas familias el camino es más largo todavía. Y más difícil.
Las mafias y no solo las mafias. Entiendo que habrá todo tipo de aprovechados en cualquier etapa del camino.
Lamentablemente sí. En Presevo los alrededores del campo estaban llenos de taxistas, que en realidad no eran taxistas. Era gente del pueblo con su coche particular ofreciendo a las familias refugiadas llevarlas a la siguiente meta, que es Croacia. Y al preguntar a la gente de allí, al personal de Mensajeros que trabajaban en el campo y que tenían contacto con los locales, nos decían que les cobraban diez veces más. Una barbaridad.
Al principio, sí que salían algunas imágenes de personas que decían que los vecinos les acercaban gratis y demás. Pero supongo que la realidad es bastante diferente.
Yo creo que ha habido de todo. Hay casos también de gente muy solidaria y altruista, que les ha ayudado en todo lo que ha podido.
En Dinamarca se hizo famoso el caso de una mujer que trasladó a una familia de refugiados, les llevó a su casa para que pudieran ducharse y comer, y fue multada. Ella salió dando declaraciones y diciendo que había hecho lo que tenía que hacer, que era una cuestión humanitaria y que iba a pagar la multa que hiciera falta. Al final, creo que se hizo un crowdfunding o algo así y con el apoyo de mucha gente a esta mujer que se había comportado de manera solidaria, se pagó la multa entre todos. En ese sentido, creo que el rechazo a los refugiados es de los Gobiernos, no de las personas. Las sociedades muchas veces tienen más corazón que sus leyes.

Decías que hace un año estuviste en los campos, con Mensajeros de la Paz ¿Cómo ha cambiado la cosa en este año?
Mucho. Por estas fechas, el año pasado era uno de los momentos de máximo apogeo de llegadas. Llegaba una media de 2000 o 3000 personas al día al campo de Presevo. En febrero, ya de 2016, se firmó el pre-acuerdo entre la Unión Europea y Turquía. Y en marzo, el acuerdo. Entonces cambió totalmente la situación: se cerraron las fronteras, empezaron las deportaciones, y los que no habían llegado a Europa antes, ya no consiguieron entrar.
Se ha dejado de hablar de eso. Entre la firma del acuerdo, otras cuestiones más locales, y después el golpe de estado en Turquía, parece que esta cuestión ha desaparecido. Pero el acuerdo entró en vigor y en la práctica, se ha cerrado la frontera. Todos los que están logrando venir ahora son el mismo tipo de refugiado que puede llegar a través de las costas de Libia, y, en nuestro caso, de la frontera sur.
Claro. El tema es que al cerrar esta ruta, que ya era de por sí bastante peligrosa, se abrió de manera inmediata otra ruta más peligrosa. Porque las personas refugiadas están huyendo de Siria porque les están matando. No van a dejar de hacerlo porque les cierres un acceso, buscarán otro. Como sea. Por lo tanto, efectivamente, la ruta por donde están viniendo ahora la mayoría, es la de Libia. Se tienen que ir hasta Libia, con la situación que hay allí, y cruzar el mar hasta Lampedusa o las costas italianas. Es un trayecto mucho más inseguro y mucho mayor que desde Turquía a Grecia, donde hay solo 5 kilómetros de distancia hasta Lesbos, por ejemplo.
Lo contaba Évole en el reportaje aquel; cómo los dejaban con 40 litros de gasolina, y hasta donde llegaran, que ya vendría algún barco a rescatarles. Y si no, pues...
Me llamó mucho la atención eso. Porque en el caso del trayecto que va desde Turquía a Grecia, no es que les pongan poca gasolina, sino que rompen el motor según salen. Entonces el barco va sin tripular. Cuando me lo contaron, no lo entendía.
Nos lo explicaron también los bomberos que estaban allí, en Lesbos. Los bomberos sevillanos.
Nos dijeron que, como es un trayecto tan corto, rompen el motor, no va nadie manejando el barco y la embarcación va a la deriva. Por eso, muchas veces, si hay un día de temporal, se desvían, naufragan, se chocan contra las rocas... lo que sea. Nadie tripula la barca, porque claro, a los mafiosos de Turquía no les merece la pena ir hasta Grecia con un cargamento de personas y volver. Con lo que ganan cobrando a estas personas, les sale mucho más rentable perder la barca y seguir montando a otras personas en otras barcas. Total, son chatarra.

¿Cómo le explicamos a los destinatarios de esta novela, que son chavales jóvenes y que supongo que cuando terminen la lectura, lo siguiente que harán será preguntar a sus padres, o a la persona que les ha recomendado el libro, cuál es nuestra responsabilidad?
¿Cómo se lo explicamos a la gente que tiene que construir el futuro dentro de un tiempo y que, a lo mejor, aparte de haber visto imágenes, a las que te puedes acostumbrar, el primer contacto real con una situación concreta, directa y muy bien narrada, por cierto, es tu libro?.
¿Qué respuesta le daríamos a la primera pregunta que supongo nos harían, de qué estamos haciendo nosotros y por qué estamos haciendo esto?
Yo diría que no lo estamos haciendo directamente, pero sí lo están haciendo los gobiernos que hemos elegido. Entonces, lo primero que tenemos que plantearnos es eso: qué están haciendo con nuestro voto. Yo estoy segura de que mucha de la gente que ha votado el gobierno que tenemos, no está a favor de que se esté rechazando de esta manera a las personas refugiadas. De que se vaya a Europa y se firme "el acuerdo de la vergüenza", y de que se estén evadiendo las responsabilidades además, pasándose la pelota entre los países europeos como si fuese una patata caliente de la que nadie quiere hacerse cargo.
Creo que, por tanto, hay que tener cuidado con qué se vota, pensarlo bien. Después hay que ser conscientes y concienciar a la gente que tenemos cerca. Y por supuesto, acoger a todas las personas migrantes que viven en nuestra sociedad, que son muchas, aunque no todas sean refugiadas.
A veces cometemos el error de focalizar un problema y olvidar el resto.
Sí, y además, el tema de la distinción entre "inmigrantes económicos" y refugiados de guerra, es bastante cínico: efectivamente, los refugiados huyen de un conflicto armado y tienen una especial protección internacional por eso. Pero las personas migrantes que vienen de otros países, en muchos casos quizá no huyen de la guerra, pero sí de la miseria y del hambre. O de muchos otros tipos de persecución y de violación de sus derechos fundamentales. Esta especie de "clasismo de la solidaridad" que se hace, diferenciando entre refugiados e inmigrantes, a mí me parece que no tiene ningún sentido.

¿Podría un país como España hacer lo que están haciendo por ejemplo en Italia, con estos corredores humanitarios? Con las condiciones que se nos ponen muchas veces, como que estamos dentro de la Unión Europea, de que las políticas tienen que ser comunes, que además tenemos que vigilar nuestras propias fronteras del sur... ¿Podríamos, como país, aunque el resto de Europa o los que se consideran más afectados se nieguen, hacer algo más?
Claro que sí. Es todo cuestión de que haya voluntad política. Se podría hacer mucho más. Se podrían hacer políticas migratorias de derechos humanos, en vez de políticas de securitización, de rechazo y de expulsión. En España se está haciendo mucho más en este sentido a nivel municipal que a nivel estatal. Es verdad que los municipios llegan hasta donde llegan porque muchas de sus iniciativas necesitan del apoyo del gobierno central, y en muchos casos se ven frenadas. Pero, por ejemplo, el ayuntamiento de Barcelona y el de Madrid forman parte de la red de ciudades-refugio, junto con Lampedusa, con la isla de Lesbos, y con otros muchos municipios de Grecia y de Italia. Y están haciendo mucho más por acoger que los gobiernos centrales.
Como lo que ocurría en la Comunidad Valenciana, que estaban preparados para acoger a no sé cuántos, pero falta listar los visados y dar la orden de acogida a un país, y es el Estado el único que puede hacerlo.
Efectivamente. Otra prueba más de lo que decíamos antes: la gente está dispuesta a acoger a todas estas personas, el que no quiere saber nada es el Gobierno central. Recuerdo que cuando empezó la campaña de "Bienvenidos, refugiados", a nivel vecinal y a nivel de movimientos sociales, en las redes sociales e incluso en los balcones de sus casas, la gente colgaba carteles diciendo "aquí hay dos habitaciones para cuatro personas refugiadas". Ofreciendo sus hogares. La gente está dispuesta a acoger, el problema es el bloqueo y el cierre por arriba, desde el Gobierno.
Luego, en el ámbito que nos toca a nosotros, el de la Iglesia, el jefe, el Papa, pide a las diócesis de todo el mundo y a las de Europa, que acojan en cada diócesis a una familia. Hicimos un cálculo aquí en Religión Digital y nos salía que contamos con 23.000 parroquias. A una familia por parroquia, te están saliendo ciento y pico mil personas. Sin contar muchas otras historias. Es muy fácil que una comunidad parroquial financie la vida de una gente, la acogida. No solo hablamos de costearles la vida simplemente, sino de acogerles y darles todas las posibilidades.
¿Por qué no se estarán haciendo ese tipo de cosas? No sé hasta qué punto conoces cuál es la labor que está haciendo la Iglesia como institución. Pero, ¿podría ser posible también, que hubiera falta de voluntad político-religiosa en ese sentido? ¿O no le hacen caso al jefe?
La verdad es que no lo sé, pero me parecería bastante grave por parte de la Iglesia, que no mantenga al menos la compasión, la caridad y la solidaridad por quienes están sufriendo. Sobre todo cuando el Papa, que es la autoridad máxima como tú dices, está absolutamente solidarizado con estas personas, denunciando el desastre humanitario que está suponiendo esta crisis migratoria y defendiendo que como seres humanos tenemos la obligación de asilar a las personas que huyen de la guerra y que sólo quieren vivir en paz.

Y aparte, que no sería tan difícil, y no solo en el caso de la Iglesia, sino en cualquier caso. Sacar un poquito como comunidad, como población, como barrio, para que una familia, dos o tres, pudieran vivir. La gente no emigra por voluntad propia ni para que le financien la vida. Ellos quieren trabajar y que sus hijos estudien y que se formen, como cualquiera.
Evidentemente, quieren empezar su vida otra vez. Lo demás son falacias.
Dame un mensaje optimista para acabar, si lo tienes.
El mensaje optimista, para mí, es que a lo largo de este camino de los refugiados en el que encuentran tantos obstáculos, tanta gente que se aprovecha de ellos y tanto racismo y discriminación, por suerte, hay también personas que hacen lo contrario y les acogen y les tratan con humanidad, que se preocupan por ellos. Como el padre Ángel y como el personal de Mensajeros de la Paz que está en las diferentes fronteras de Europa. De hecho, en el libro, el enfoque positivo son los personajes que el protagonista le dice a su hermana que son "los duendes". Si no fuera por esos "duendes", esto sería una pesadilla, mayor de lo que ya es.
Y el otro mensaje positivo, que yo creo que es también lo que trasmite el libro, es que al final, como moraleja, el mayor refugio que encuentran ellos es su fantasía, el amor de la propia familia, el apoyo mutuo, la capacidad de salir adelante entre todos y también la solidaridad entre las propias personas refugiadas que se van conociendo en el camino, que se ayudan para superar las dificultades juntos.

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