Xaquín Campo Freire Así como todo cambia, que yo cambie no es extraño
(Xaquín Campo Freire, sacerdote).- Queridos amigos y amigas de MANDIÁ Y MARMANCÓN: En el griego clásico, "panta rei", ( Πάντα ῥεῖ), quiere decir: "todo fluye", "todo cambia". Este es un concepto atribuido por Platón al filósofo presocrático Heráclito. Y expresa su opinión de que en este mundo nuestro todo está continuamente en cambio.
En este mes de agosto tuve oportunidad de visitar dos lugares de mi infancia. A uno de ellos jamás había vuelto. Al llegar todo me era desconocido. Era todo tan distinto que no conseguía reconocer nada de lo que me fue tan familiar. ¡Todo era una selva impenetrable! Me emocioné y sentí lástima. ¡Que abandono!
El otro lugar fue la casa donde nací y sus entornos. Allí vive mi familia. La realidad de hoy se parece bien poco a la imagen que está en mi memoria infantil. Pero no me resulta extraña porque fui viendo su evolución paulatina en el tiempo. Puedo decir que fuimos creciendo y cambiando juntos. Fueron dos experiencias personales que me hicieron pensar.
En las parroquias de Mandiá y Marmancón (Ferrol) se va a producir un cambio profundo. Como tales parroquias, me refiero al ámbito religioso, van a ser integradas en una unidad territorial superior: La UNIDAD DE ACCIÓN PASTORAL (UPA) de la ZONA RURAL DE FERROL.
Esto mismo se hizo ya hace tiempo en la enseñanza con la concentración en los nuevos Grupos Escolares o incluso en la sanidad con los Centros de Atención Primaria de Salud y los PAC. Es un signo de los tiempos.
Ahora, en el campo eclesiástico católico, se está realizando algo parecido en todas las diócesis españolas aunque con características diferentes y distintas en cada realidad. Estamos en un período de transición-adaptación dentro de un proceso de cambio profundo.
La UNIDAD PASTORAL estará coordinada por un sacerdote acompañado de un Consejo Pastoral compuesto por miembros de cada una de las feligresías actuales. Ahí tendrá presencia activa quien de facto tenga vida real y efectiva.
De lo contrario, en muy poco tiempo iremos viendo cómo nuestras tan queridas parroquias, sobre todo las más pequeñas y rurales, nos iremos perdiendo en el olvido junto con todo lo que cada una significó a lo largo de la historia. Porque tenemos historia y unas muy entrañables historias. Y nuestros Cementerios Parroquiales, tan sumamente amados, respetados y cuidados, pronto serán lugares de auténtico olvido.¿Cuál de las dos imágenes iniciales presenciaremos bien pronto? Depende de nosotros.

En este curso que viene, de septiembre a junio, en nuestra Parroquia de Mandiá, las misas dominicales, presididas por el sacerdote, las iremos alternando con otras celebraciones de la Palabra de Dios en domingo, guiadas por un equipo de seglares de la parroquia que ya lo vienen haciendo parcialmente desde hace tiempo. Va a ser una experiencia cuidada y gozosa.
Y traerá consigo una grande esperanza de futuro si somos serios y fieles en el compromiso personal y comunitario: "No hay vida cristiana sin comunidad", escribía tan bellamente G. MICHONNEAU ya en 1961.Se trata de vivir o morir cómo comunidad parroquial. Así de sencillo y dramático a la vez.
Si ahora no damos este paso adelante, desapareceremos. Perderemos vitalidad personal y comunitaria. Nuestra espiritualidad y vida de fe irán dejando lugar a un vacío anodino, rutinario, superficial y falto de hondura. "La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades.
Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía. Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral. (Papa Francisco. Evangelii Gaudium, nº 33).

¿Que nos duelen los cambios? ¡Claro! Sobre todo porque estábamos más cómodos así: Ya el cura lo hacía todo. Por eso, nuestra iglesia, aun siendo milenariamente tan nuestra, es una iglesia tan pasiva, tan poco participativa.
Permitidme que os recuerde estos versos cantados por la tan querida Mercedes Sosa:
«Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo. Lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana. Cambia el caminante el rumbo aunque esto le cause daño. Cambia el pelaje la fiera. Cambia el cabello del anciano. Pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo ni el dolor, de mi pueblo y de mi gente. Y así como todo cambia que yo cambie no es extraño».
Estoy entrando en eso que los sociólogos llaman la cuarta edad. Tengo 81 años y mi modo de servir de aquí en adelante precisa un cambio y actualizarse, ser de otro cariz.
El próximo curso yo estaré yendo y viniendo de cuando en cuando. Estoy matriculado en el Curso de Actualización Teológico-Pastoral de la Universidad de Salamanca en la sección que tienen en Madrid. Pero seguiremos ayudándonos entre todos.
Antes de irme tendremos una ASAMBLEA PARROQUIAL en nuestra Iglesia Parroquial. Llevamos veintidós años entendiéndonos bien. Por uno más, no nos vamos a fallar unos a los otros. ¿No es así?
Un abrazo afectuoso de vuestro Cura.
