"Hay base suficiente para acusar a Jesús Sanz de un delito de incitación a la violencia" "En ocasiones, Dios nos envía también lobos vestidos de pastores"

El “moritos” provocador con el que inicia su primera pregunta refleja una visión xenófoba, racista, supremacista, y clasista de las que nuestro arzobispo nos tiene ya acostumbrados. Ahora bien, la literalidad del resto de su interrogación supone un atentado contra las bases en la que seasienta nuestra sociedad pluralista y nuestra democracia liberal
El juego dialéctico de “ellos y nosotros”, “nuestros territorios” y los “suyos”, mezclado todo ello en la misma frase con los asesinatos religiosos, que el arzobispo pretende denunciar , supone, sin ninguna duda, base suficiente para acusar a Jesús Sanz de un delito de incitación a la violencia
Tristemente para los asturianos, es imposible encontrar un franciscano tan enfrentado con su propio fundador San Francisco de Asís, cuyo ejemplo quiso tomar Bergoglio como referencia para su papado. Ni diálogo religioso, ni respeto al Planeta, ni preocupación por los más pobres y necesitados, ni Iglesia periférica, ni sinodalidad, ni, por supuesto, Concilio Vaticano II
Tristemente para los asturianos, es imposible encontrar un franciscano tan enfrentado con su propio fundador San Francisco de Asís, cuyo ejemplo quiso tomar Bergoglio como referencia para su papado. Ni diálogo religioso, ni respeto al Planeta, ni preocupación por los más pobres y necesitados, ni Iglesia periférica, ni sinodalidad, ni, por supuesto, Concilio Vaticano II
| Jonás Fernández, eurodiputado *
Tras terminar en la tarde del pasado miércoles el último libro de Javier Cercas “El loco de Dios en el fin del mundo” (editorial Random House), que llevaba ya algunos meses sobre mi mesilla a la espera de ser leído, encendí mi teléfono móvil, mientras me reencontraba con la Iglesia misionera y periférica del Papa Francisco. Dominado por la dependencia de las redes sociales tras horas de enfrascada lectura, tuve el infortunio, una vez más, de toparme con las declaraciones del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que no por execrables deben ser ocultadas ante la opinión pública, también ante el rebaño del Señor, aun cuando puedan constituir un delito de odio y de incitación a la violencia: “Extraña polémica con musulmanes sobre celebraciones en polideportivos. ¿Dónde está la reciprocidad negada de los moritos con los cristianos que asesinan en nuestras iglesias dentro de sus territorios? ¿Ponernos estupendos citando textos civiles o eclesiales, para que nos sigan matando?“
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Ciertamente, el “moritos” provocador con el que inicia su primera pregunta refleja una visión xenófoba, racista, supremacista, y clasista de las que nuestro arzobispo nos tiene ya acostumbrados. Ahora bien, la literalidad del resto de su interrogación supone un atentado contra las bases en la que seasienta nuestra sociedad pluralista y nuestra democracia liberal.
Según al arzobispo, los “moritos” de Jumilla que quieren celebrar la fiesta del cordero en un polideportivo, muchos de los cuales viven explotados por aquellos lobos que jalean esa misma visión iliberal de Jesús Sanz, son quienes deben garantizar la reciprocidad de la libertad religiosa, entiendo que en África, aun cuando el arzobispo les niega ese mismo derecho en suelo europeo. Pero, aun peor, esos “moritos”, podría decirsela “morería”, son a su vez responsables de los asesinatos de cristianos en “sus” territorios, según el arzobispo, obviando, por otra parte, que gran parte de los musulmanes de Jumilla son ciudadanos españoles de pleno derecho.
Quizá les interese esta columna de hoy en @lne sobre @jsmofm: https://t.co/LzK83ZAu9Apic.twitter.com/lI1YMvptRM
— Jonás Fernández (@jonasfernandez) August 16, 2025
De este modo, el juego dialéctico de “ellos y nosotros”, “nuestros territorios” y los “suyos”, mezclado todo ello en la misma frase con los asesinatos religiosos, que el arzobispo pretende denunciar , supone, sin ninguna duda, base suficiente para acusar a Jesús Sanz de un delito de incitación a la violencia. Según Sanz, los “moritos” de Jumilla son corresponsables de los asesinatos de cristianos en “sus territorios”. Es difícil condensar en menos palabras el discurso del odio, la negación de la Ilustración, el ataque a los derechos individuales y sociales que protege nuestra Constitución, y los pilares de la sociedad occidental en su conjunto, fruto también de una conversación entre razón y fe que el arzobispo quiere destruir sin pudor alguno.
Respecto a la segunda de sus retóricas preguntas, quiero entender que la referencia a los textos eclesiales supone un dardo contra la Conferencia Episcopal Española, que ejemplarmente defendió recientemente la libertad de culto, también en Jumilla. No seré yo quien se entrometa en tal disputa, ahora bien, si deseo realizar algunos apuntes por lo que podría venir.

El pasado 23 de febrero, el arzobispo de Oviedo pronunciaba su homilía dominicana en Avilés y afirmaba disponer de información confidencial sobre la salud del Papa Francisco, tal y como recogió este periódico el día posterior, según la cual Bergoglio “tenía un asma que le asfixia, y que le han tenido que hacer varias transfusiones de sangre. Parece que la infección de los pulmones le ha pasado a la sangre”. No le bastaba a Jesús Sanz con los partes oficiales del Vaticano. Pero su alocución continúa: “posiblemente estemos en el momento final. Recemos para que pueda vivir ese momento con fe”. No sé si el arzobispo dudaba de la fe del Papa, lo que es cierto es que el conjunto de la Iglesia rezaba entonces por la salud del Pontífice y por su recuperación. Gracias a Dios, algún efecto aquellas oraciones debieron tener, y junto a los buenos oficios de los servicios médicos del Vaticano, el Papa Francisco aún seguiría en este mundo dos meses más.
Con todo, tras su partida el 21 de abril, el arzobispo escribía también en redes sociales: “No por esperada, la noticia deja de conmoverte”. Llama la atención, en primer lugar, que el arzobispo evitara usar en esa frase la primera persona del singular. En segundo lugar, hay que hacer notar que el verbo “esperar”, en su primera y segunda acepción, según la Real Academia de Lengua, significa “tener esperanza de conseguir lo que se desea”, y “creer que ha de suceder algo, especialmente si es favorable”, respectivamente. Poco más hay que añadir.
Por cierto, Jesús Sanz habría de visitar Roma un mes después del fallecimiento del Papa, un viaje que nos relató en este periódico (“Cuando todos los caminos llevan a Roma”, 18 de mayo). Entre otras disquisiciones, el arzobispo repasaba las tumbas de los papas ante las que había rezado. Aún a pesar de visitar Santa María la Mayor, donde está el Papa Francisco, no se citaba en todo el texto al reciente fallecido Pontífice.

En fin, el arzobispo de Oviedo pudo saludar hace apenas algo más de dos semanas al Papa León XIV, de nuevo de visita en Roma. Quiso agradecer Jesús Sanz expresamente el trabajo del nuevo Santo Padre en favor de la “unidad y la paz en la Iglesia del Señor”. Ahora bien, quien no trabaja en absoluto a favor de esa paz y esa unidad ni en la Iglesia, ni en el conjunto de la sociedad, es el propio arzobispo. De sus esfuerzos contra la democracia, los derechos humanos, y la libertad somos testigos cada día en Asturias. En esta ocasión, la Conferencia Episcopal y la Santa Sede están también en su diana.
Tristemente para los asturianos, es imposible encontrar un franciscano tan enfrentado con su propio fundador San Francisco de Asís, cuyo ejemplo quiso tomar Bergoglio como referencia para su papado. Ni diálogo religioso, ni respeto al Planeta, ni preocupación por los más pobres y necesitados, ni Iglesia periférica, ni sinodalidad, ni, por supuesto, Concilio Vaticano II.
No sólo nos envía el Señor como ovejas en medio de lobos para que seamos prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mateo 10:16). En ocasiones, nos envía también lobos vestidos de pastores.
* publicado originalmente en La Nueva España. Con permiso del autor
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