Señor, tu nombre es tanto ensalzado
como denigrado a lo largo y ancho de toda la tierra.
Pero tú lo sabes bien:
es el dios de la guerra, del odio, del terror,
de la injusticia, de la merma del ser humano
el que no se admite y se calumnia con razón.
En cambio, cuando nuestros actos revelan
a un Dios cercano, que es amor concreto,
liberador de las esclavitudes
por medio de nuestras manos y nuestro corazón,
recibe respeto y admiración.
Cuando contemplo el universo,
o una noche estrellada, o el pétalo de una rosa,
me pregunto: ¿no te regocijas tú también
en todo lo que en ti recibe
su consistencia y plenitud?
¿Por qué, a pesar de tantas maldades
como nos infligimos unos a otros,
nos sigues amando sin mesura?
En tu perdón, en tu cariño incondicional,
contemplamos lo que podemos llegar a ser.
Desde ese amor tan puro,
solo desde el amor que nos entregamos
a imagen tuya, es bendecido
y admirable tu nombre, oh Dios.
(
Salmos para otro mundo posible. Ed.PAULINAS)