3.4. Una propuesta de recepción: del "concilio pastoral" a la "pastoralidad conciliar"

C. Theobald dedica la Tercera, Cuarta y Quinta parte de su estudio a identificar la clave de la “pastoralidad” para orientar la recepción del acontecimiento conciliar. Intentamos tomar aquí las grandes conclusiones de esta investigación, en vistas a clarificar la manera como hoy podemos interpretar el Vaticano II.

Para pasar de la percepción más conocida hasta ahora del Vaticano II como “concilio pastoral”, a la identidad del mismo desde la “pastoralidad conciliar”, C. Theobald acude al concepto del “re-encuadramiento” como principio de la tradición conciliar. Toma como ejemplo de “re-encuadramiento”, la experiencia misma de Jesús al introducir la dimensión escatológica del reino de Dios en este mundo, el de los interlocutores. De igual manera es posible y necesario hacer una relectura transversal de los documentos del Vaticano II, valorizando las relaciones inter-textuales de los diversos documentos a partir de la historia de su composición. Se trata de ver todo el “cuerpo conciliar” desde tres documentos, que si bien fueron los últimos en su elaboración y aprobación, parecen constituir la clave para repensar la interpretación de todo el cuerpo conciliar:

1) La Constitución Dei Verbum
2) Algunos extractos de la Constitución Gaudium et spes y
3) El decreto Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa.

El objetivo de esta relectura es acceder a la fuente de la “pastoralidad” de la Iglesia leyendo los textos como iniciación del proceso teologal de aprendizaje .

3.4.1 La constitución dogmática “Dei verbum”, matriz de un “re-encuadramiento” histórico y teológico de la Tradición Tanto el proemio como el número 2 de la Constitución Gaudium et spes dan el eje en el que todo se apoya: se trata de la experiencia de auto-revelación o de auto-comunicación de Dios... a través de “obras y palabras intrínsecamente unidas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez las palabras proclaman las obras y explican su misterio”.

Esta visión dinámica de la revelación se completa con el sentido de la tradición (GS 8) que “va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo; es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón (cf. Lc 2, 19-51) y cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”.

Consecuencias:
a) El contexto histórico-cultural del receptor tiene una función determinante en la escucha e interpretación del Evangelio.

b) Es imposible comprender la tradición en términos de crecimiento “acumulativo”. En efecto, toda nueva situación cultural relanza con nueva lozanía el proceso de recepción y de interpretación (cf. DV 6). Este es el campo de los nuevos paradigmas.

c) La búsqueda eclesial de la verdad tiene que ver con esta diferencia de contextos con lo cual se abre el camino de la inculturación...

3.4.2 La teología de los “signos de los tiempos” como “modus procedendi” (GS)

“La Constitución pastoral GS –afirma Theobald- constituye la gran novedad en la tradición conciliar, sobre todo en razón a una nueva manera de tomar en serio los destinatarios del Evangelio y de ampliar el círculo a “todos los hombres” (No. 2) lo cual debe reflejarse sobre el estilo mismo del texto”.

Esta novedad se refleja en dos grandes aspectos:
* La estructura orgánica de GS: todo el texto está organizado según el esquema inductivo “ver, juzgar, actuar”: después del proemio y de la primera parte sobre la Iglesia y la condición humana, el comienzo de cada capítulo se hace un diagnóstico (ver) y, en la segunda parte, se hace el diagnóstico de “algunos problemas más urgentes”. La segunda etapa del discernimiento (juzgar) ocupa toda la primera parte de la constitución pastoral, que fue preparada por la comisión dogmática en la que se emplea un lenguaje evangélico, con palabras sencillas y claras, con un estilo dinámico y cercano a los problemas de la humanidad. De esta manera se sitúa en la perspectiva kerygmática de cercanía de la Iglesia con todo ser humano. Se expresa en términos de alianza, de gracia, de creación nueva y de participación en la vida divina (el hombre creado a imagen y semejanza de Dios), evitando así, como en la Dei Verbum, el lenguaje “sobrenatural” y abstracto. Esta teología bíblica culmina en la figura de Cristo. Otro aspecto importante es el empleo del lenguaje más narrativo en muchos textos conciliares. De esta manera la dimensión dogmática o doctrinal de la visión cristiana se encuentra realmente inscrito en la “economía” de salvación bíblica, como su estructura reguladora. La tercera etapa del discernimiento (el actuar) comienza en el tercer capítulo de la constitución, que trata de la “actividad humana en el universo”, aunque se encuentra también a lo largo de la segunda parte. La Constitución GS, en razón de su apertura a la modernidad y a los problemas que ésta plantea, remite esencialmente a la conciencia de las personas (16) y a su capacidad de buscar juntos la verdad. De esta manera se sitúa en la perspectiva neotestamentaria que apela a la capacidad de discernimiento de los individuos y de los grupos.

* El lugar del discernimiento de los “signos de los tiempos”: Los “signos de los tiempos” no son solamente una cuestión metodológica es, sobre todo y fundamental manifestación de la relación entre el reino de Dios y la historia. La primera indicación metodológica se encuentra en el nº. 4 que presenta “el deber de la Iglesia de escrutar y de interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio”, con el único fin apostólico de “poder responder de manera adaptada a cada generación, a las cuestiones eternas de los seres humanos sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre sus relaciones recíprocas”. (Responde más al ver). El nº. 11, más elaborado desde el punto de vista teológico, abre a toda la parte doctrinal de la constitución (juzgar): “El Pueblo de Dios, movido por la fe, por la cual cree que es guiado por el Espíritu del Señor... procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos que comparte con sus contemporáneos, cuáles son los signos verdaderos de la presencia o del designio de Dios”. En relación con el nº. 4 el campo de este discernimiento se amplía a los acontecimientos y a las exigencias y deseos. Con el nº 44 se sobrepasa el umbral reflexivo al poner en juego la interpretación contextual del Evangelio, interpretación que no se puede dar simplemente por supuesto: “En efecto, desde el comienzo de su historia, la Iglesia aprendió a expresar el mensaje de Cristo por medio de los conceptos y de las lenguas de los distintos pueblos y procuró, además, ilustrarlo con la sabiduría de los filósofos, todo ello con el fin de adaptar el Evangelio, en cuanto era conveniente, al nivel de la comprensión de todos y de las exigencias de los sabios. Ciertamente, esta predicación acomodada de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda evangelización. Pues así en todo pueblo se estimula el poder de expresar el mensaje de Cristo a su modo y, al mismo tiempo, se promueve un vivo intercambio entre la Iglesia y las diferentes culturas de los pueblos.”

3.4.3 La cuestión de la libertad religiosa: un discernimiento paradigmático (Dignitatis humanae)
La declaración sobre la libertad religiosa, “DH”, trata de un aspecto particular de la historia de la modernidad, “el derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y civil en materia religiosa”, como lo indica el subtítulo. Sin embargo, dentro de este marco, aborda cuestiones también centrales como la de la “verdad” y la de la “única verdadera religión” (nº 1). De esta manera completa a la “Dei verbum” en la comprensión entre la Revelación y la fe a partir de la “libertad del acto de fe cristiano” (nº 9). Se comprende, pues, que en la redacción de este documento, se ofrece un paradigma del discernimiento conciliar de los “signos de los tiempos”.

Hay dos aspectos centrales que es importante tener presentes:

* Una discreta indicación “metodológica” cercana a la terminología de ‘GS’ en el nº 15: “Saludando con alegría los signos favorables de nuestro tiempo, pero denunciando con tristeza estos hechos deplorables, el sagrado Sínodo exhorta a los católicos y ruega a todos los hombres que consideren muy atentamente hasta qué punto es necesaria la libertad religiosa, sobre todo en la situación actual de la familia humana”. Y en el último parágrafo del nº 1 relaciona este discernimiento de los signos de los tiempos directamente con la tarea de reinterpretar la Tradición en referencia a las Escrituras (cfr. Mt 12, 52): “considerando diligentemente estos anhelos de los espíritus y proponiéndose declarar su conformidad con la verdad y la justicia, investiga la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, sacando de ellas cosas nuevas, coherentes siempre con las antiguas”.

* La estructura orgánica de DH: Las dos partes del texto abordan la libertad religiosa respectivamente a la luz de la razón (nº 2-8) y de la Revelación (nº 9-14). “En una notable vuelta a las Escrituras, inspirada por un espíritu ecuménico, los nº 10 a 12 logran en efecto unificar los conceptos de fe y de Revelación a partir del modus agendi de Jesús de Nazaret y de sus apóstoles, presentado en su forma constitutivamente relacional; este modus fundamenta, a la vez, la exigencia de coherencia que conlleva toda la obra renovadora del Vaticano II y el respeto de los destinatarios del Evangelio hasta en su enraizamiento histórico y en su libre búsqueda de la verdad” [...]. El proceso histórico de la mundialización (DV 1 y LG 1) es el que obliga a la Iglesia a tomar partido sobre el conjunto de las cuestiones, que se le plantean en función de una identidad cristiana que es preciso ‘redefinir’ en su conjunto, a fin de que ella y los cristianos puedan, en este contexto global, encontrar la ‘manera’ que convenga al anuncio del Evangelio”.

Guía para reflexión personal:
El proceso de recepción siempre estará guiado por una interpretación que no sea cerrada:
- ¿Qué significa que el Concilio no es un compendio, sino un acto fuerte y creativo, don del Espíritu?
- ¿Cuáles son sus consecuencias para la vida y acción pastoral del cristiano y de la Iglesia?
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