¡Lutero y cierra España!

MANUEL DE LEÓN

Nos interesa estudiar también la visión de conjunto que nos trae Longhurst, porque en su abultada onomástica de luteranos, refleja el ambiente espiritual tanto doctrinal como experiencial. La sensación histórica de vacio por no poder demostrar definitivamente el trinomio iluminismo- erasmismo-luteranismo, queda compensada por la otra sensación de haber luteranos por todas partes o por lo menos creyentes, cristianos evangélicos resguardados en el amor a Dios que justifica al creyente por la fe y da seguridad de no “sentirse pecadores”. Una teología simple pero de gran trascendencia porque enfrentaba otras doctrinas. Longhurst nos va dando y demostrando sus ideas por acumulación, de manera que la sombra de Lutero aparezca por el imperio español más allá de lo que él pueda demostrar. Sin embargo, el conocimiento de primera mano de los procesos que él ha manejado nos obliga a una cierta fe histórica.


El primer hecho es que España era un terreno fértil para la herejía. Lutero en 1521 aún no aparecía como un revolucionario aspirante a hereje, sino uno de tantos deseosos de una verdadera reforma de la iglesia. Pero enseguida comienza una procesión de edictos en contra de los escritos de Lutero. En este edicto del 7 de abril de 1521 se dice que hay traducidos sus escritos al español para ser introducidos en este Reino. La orden de impedir tales escritos era bajo penas graves, con castigos civiles y criminales, obligando también a quemarlos inmediatamente.

Puede leer aquí el artículo de este teólogo, historiador y escritor protestante titulado ¡Lutero y cierra España!
Volver arriba