"Descartes se equivocó" Clonfy.AI: El avatar y el legado

"Jesús Martínez, CEO de Clonfy (clonfy.ai), me propuso la creación de un avatar que con mi tono de voz, y pronto en diversos idiomas, pueda responder a las preguntas que sobre mis investigaciones realicen los interesados. Di el visto bueno"
"Sorprende gratamente lo certero de sus respuestas y, salvo para personas con un oído perspicaz como el de mi hija, la dicción resulta muy asimilable a la real"
"Este avatar me ha llevado a reflexionar sobre el sentido de la vida y el legado que cada uno anhelamos brindar"
"Mi avatar, ya utilizable, no dispone de corazón … Acumula, esto sí, mucho conocimiento y una memoria muy superior a la mía, pero Descartes se equivocó; el espíritu y el cuerpo no pueden ser seccionados como por un bisturí como algunos pretenden ahora con la IA!"
"Este avatar me ha llevado a reflexionar sobre el sentido de la vida y el legado que cada uno anhelamos brindar"
"Mi avatar, ya utilizable, no dispone de corazón … Acumula, esto sí, mucho conocimiento y una memoria muy superior a la mía, pero Descartes se equivocó; el espíritu y el cuerpo no pueden ser seccionados como por un bisturí como algunos pretenden ahora con la IA!"
A través de Marta Prieto Asirón, CEO de Kolima y del exclusivo club www.protagonistas.org, conocí a Jesús Martínez, CEO de Clonfy (clonfy.ai). Jesús me propuso la creación de un avatar que con mi tono de voz, y pronto en diversos idiomas, pueda responder a las preguntas que sobre mis investigaciones realicen los interesados.
Jesús me explicó que en esta primera fase los seleccionados éramos profesionales de diversos entornos, como la propia Marta Prieto, Pedro García Aguado, Fernando Paz, Enric Lladó, Antonio Resines o Samuel Pimentel.
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Tras reflexionar, di el visto bueno. El proceso ha sido calmoso, siempre hacia mejor. Hoy en día está al alcance charlar con mi doble sobre el más reciente de mis libros: Entrevista a Simón Bolívar (Kolima, 2025). En los próximos meses irán añadiéndose otros. Sucederá progresivamente y de forma individualizada. El propósito es que cada uno seleccione las temáticas que le resulten atractivas. Algunos tendrán curiosidad por conocer mejor a un incoherente Simón Bolívar, otros a un georgiano inhumano llamado Stalin, otros preferirán profundizar en las aportaciones de múltiples instituciones y fundadores de la Iglesia católica al ámbito del Management, o entender cómo un pintor austriaco fracasado fue capaz de arrastrar al mundo hacia la Segunda Guerra Mundial.
Antes de escribir estas líneas he charlado de nuevo con mi avatar. Sorprende gratamente lo certero de sus respuestas y, salvo para personas con un oído perspicaz como el de mi hija, la dicción resulta muy asimilable a la real.
Este avatar me ha llevado a reflexionar sobre el sentido de la vida y el legado que cada uno anhelamos brindar. Hace 36 años publiqué un breve ensayo en Italia, donde entonces residía, con el título Le sfide dell’esistenza. Meses más tarde vio la luz en España con el título Para una vida consentido. A lo largo de las seis décadas y media que llevo en este mundo y obviamente desde que tengo sentido común, he procurado no hundir a nadie y, en la medida de lo posible, contribuir a la mejora en la calidad de vida personal y profesional de aquellos con quienes la existencia me ha ido poniendo en contacto.
Si a alguien he perjudicado, fue involuntariamente. Aseguro que el objetivo de mis actos conscientes ha sido siempre procurar dejar un mundo, o mejor un micromundo, algo mejor de aquel que yo conocí en cada circunstancia y periodo.
Es un sano orgullo afirmar que sumo docenas de amigos repartidos por decenas de países. Volver a encontrarme con ellos contribuye a hacer más grato seguir viajando. Siento profundamente -repito- si, en alguna ocasión, no por afán de meter el dedo en el ojo, sino por coherencia, he perdido alguna relación por haber dicho con delicadeza, pero también con sinceridad, que hay comportamientos personales o colectivos que son inmorales y dañinos.
Unos pocos fanatizados han pretendido lastimarme. Confieso con gozo que no les guardo rencor. Como creyente, tengo asumido que, si espero perdón del Creador, debo empezar por disculpar a quienes de manera voluntaria o no me han lastimado. En algunos casos, gravemente.
Mi avatar, ya utilizable, no dispone de corazón, como ninguno podrá tenerlo. Acumula, esto sí, mucho conocimiento y una memoria muy superior a la mía y podrá generar respuestas certeras y raudas a cuestiones para las que yo debería reclamar un tiempo para consultar textos. Pero no dará abrazos con sentimiento. ¡Cuánto me alegro de haber realizado mi primera tesis doctoral sobre Descartes y vislumbrar, tras tres mil horas de investigación, que el espíritu y el cuerpo no pueden ser seccionados como por un bisturí como algunos pretenden ahora con la IA! Descartes se equivocó y muchos tecnólogos contemporáneos replican como papagayos sus falacias.
¡Un libro como Protagonistas del management español (Kolima, 2024), de María Victoria de Rojas, no hubiera podido ser escrito por la IA, porque rezuma sentimientos de aprecio, cariño y admiración! Tiene que fluir el alma para que eso suceda.
Somos la generación más preparada con la IA menos perfeccionada. Quienes nos sucedan contarán con instrumentos más afinados, pero dudo de que puedan efectuar preguntas tan acertadas como las que en la actualidad formulamos.
Gracias, Marta y Jesús, por haber abierto este melón, del que me habéis hecho partícipe. Ojalá sirva para que con el pasar de los años muchas personas sigan contribuyendo con buenos valores a erigir un mundo mejor.
