Juan Pablo Duarte
Uno de estos prohombres civilistas a pesar de ostentar el grado de general, fue Juan Pablo Duarte, padre de la patria y fundador de la República Dominicana. Sus coterráneos han decretado la celebración del bicentenario de su nacimiento, que tuvo lugar en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813.
Venezuela no debe estar ausente de estas efemérides, pues Duarte vino a Venezuela en varias oportunidades y aquí pasó la mitad de su vida. La primera, en 1841, en actividades relacionadas con los negocios de su padre, ocasión que aprovechó para recabar ayuda de las autoridades venezolanas para la causa independentista de su patria. Volverá con casi toda su familia, proscrito por el Presidente Pedro Santana, al declararlo traidor a la patria y expulsado a perpetuidad, en 1844.
Casi nada se sabe de su paradero en medio de las selvas venezolanas por más de doce años. En 1862, consta que estaba avecinado en San Fernando de Apure. Ante la noticia de la anexión de su patria a España, se dirige a Caracas y emprende actividades a favor de la restauración de la República Dominicana, recibiendo una pequeña ayuda de las autoridades locales.
En 1864 regresa a su patria en medio del convulsionado clima política que allí reinaba. Seis meses más tarde se resiste a ser enviado a Venezuela, pero termina aceptando por breve tiempo la representación diplomática en nuestra tierra. Al restaurarse la república en 1865 fue instado a regresar, pero no aceptó. Permaneció en Caracas donde falleció el 15 de julio de 1876, recibiendo cristiana sepultura en el Cementerio General del Sur, inaugurado poco ante por Guzmán Blanco. Sus restos fueron repatriados en 1884.
“El patriotismo sin par de Juan Pablo Duarte, su radical nacionalismo, sus saludables ideas políticas, su religiosidad, su misticismo, su grandeza en la adversidad, su culto a la amistad, su abnegación, su estoicismo, y hasta sus eternos infortunios, son atrayentes fases de su vida, merecedoras de estudios especiales”.
Juan Pablo Duarte es uno de los hacedores de la gran patria latinoamericana, sedienta de hombres como él: de una sola pieza, insobornables ante el poder y el halago.
Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo