La conjura de los mantuanos
Menos mal que los cultores serios de la historia han logrado en las últimas décadas, desentrañar la madeja, bajar del pedestal del panteón a la arena de la vida diaria de los mortales, para ofrecernos una lectura más acorde con lo que realmente sucedió. El valor no es meramente académico, es sobre todo, la capacidad de convertir a la historia en maestra de vida, de las generaciones pasadas y las presentes. La historia tiene sentido, si se convierte en la vivencia de unos arquetipos que nos llevan a ver que pocas cosas cambian bajo el sol, a pesar del tiempo. Las virtudes y defectos, las motivaciones últimas de los comportamientos de los dirigentes de un momento, responden a diversos intereses que no son siempre los que nos imaginamos.
Hace doscientos años nació Venezuela, de un variado mosaico inconexo que tardó en encontrarle sentido a ser una única nación. Hace doscientos años, los intereses de los grupos dominantes, los mantuanos, trataron de conservar los privilegios que habían cosechado en los siglos anteriores. A nombre de un pueblo que estaba lejano y ausente, porque sus ansias de libertad pasaban por los de una igualdad que no aparecía por ninguna parte.
La decadencia de la monarquía borbónica hispánica de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX y la invasión napoleónica a la Península ibérica con el secuestro y abdicación de los monarcas Carlos IV y Fernando VII, generaron un vacío de poder, que hubo de ser llenado para que la vida continuara. Surgió así la constatación de que los españoles americanos no tenían las mismas prerrogativas de los españoles peninsulares; la falta de tacto político y el querer solucionar los conflictos con el uso y abuso del poder, generó los movimientos juntistas que aparecieron desde México hasta Buenos Aires.
La preservación del orden monárquico trajo consigo el aprendizaje de que sí podíamos valernos por nosotros mismos, y dio al traste con los afanes de fidelidad al rey para abrir paso a la gesta independentista, transida de dolor, violencia, guerras y muertes. Los pardos y clases inferiores no se sentían representadas por los mantuanos que de una u otra forma los habían explotado y se sentían superiores.
Lo que sucedió a partir de 1808, pasando por el 19 de abril de 1810, la declaración de independencia del 5 de julio de 1811, la larga guerra, el parto de la Colombia tripartita (Cundinamarca, Quito y Caracas), y la definitiva creación de la Venezuela independiente a partir de 1830, fue un parto complejo y difícil que no se puede reducir a consignas huecas. El libro de Inés Quintero, que nos produce estas cuitas es uno, entre muchos buenos trabajos de investigación, que nos ponen ante una realidad, no siempre comprendida a cabalidad. Queda, ahora, la tarea de hacer cultura nacional esta nueva visión para que, de verdad, la historia sea maestra de generaciones y no simplemente instrumento de dominación de quienes la desdibujan. No es tarea imposible, pero hay que poner manos a la obra.
Monseñor Baltazar Porras Cardozo