Así no, de la Cigoña, así no

Me cuesta escribir este post. Primero, porque estoy convencido de que "perro no come perro". Segundo, porque Francisco José Fernández de la Cigoña comenzó y se dió a conocer en esta casa. Su nido estuvo en este campanario durante años y a él le debe (como el propio Cigoña suele reconocer sin empacho) gran parte de lo que hoy es en el ámbito de la información religiosa. Y, a su vez, este portal le agradece los servicios prestados. Sabes Pacopepe que siempre di la cara por ti, incluso ante obispos y líderes religiosos a los que ahora defiendes a capa y espada y entonces pedían tu cabeza. ¿Te acuerdas de 'El Encaminado'?.

Desde que cambiaste de campanario y perdiste la oportunidad de ser visto y leído por todas las sensibilidades eclesiales, buscas pelea. Una y otra vez lanzas tus dardos, sin encontrar respuesta. Es una técnica muy antigua. La volvió a patentar Federico Jiménez Losantos con sus quiebros y requiebros contra Iñaki Gabilondo. A su socaire, tanto tú como algunos otros opinadores de tu cuerda la siguen utilizando conmigo. Sin éxito. Porque no suelo contestar a esas, en ocasiones, burdas provocaciones. Sólo lo hice, hasta ahora, en dos ocasiones, si no me falla la memoria. Una, para defender el honor de uno de nuestros blogueros, Jairo del Agua, injustamente atacado por algunos de tus amigos. Y otra, para defender a Don José Sánchez, el obispo emérito de Guadalajara, al que pusiste en la picota, a mi juicio injustamente.

Ésta es, pues, la tercera ocasión en la que te contesto. Y Como en ocasiones anteriores, no me lo pide el cuerpo ni las esttrategias comunicativas, pero sí la conciencia. Y mi conciencia me dice que, en el último post que dedicas al cardenal Cañizares, has cruzado todas las lineas rojas. Te has pasado tanto que no sé (letrados y jueces hay) si habrás incurrido en el delito de difamación. Porque creo sinceramente que no se puede acusar a un cardenal de simonía sin probarlo, sin presentar pruebas fehacientes.

Una cosa es lanzar rumores o, incluso, inventar apodos, como los ya célebres Nostach y Encaminado, como hacías cuando estabas con nosotros. Una cosa es opinar sobre palabras, gestos e, incluso, omisiones de obispos y cardenales. Una cosa es jugar a adivinar nombramientos episcopales o a zurrar de lo lindo a cualquier clérigo (especialmente si es religioso o religiosa) que vista de calle. Una cosa es promover la sensibilidad más conservadora de la Iglesia y abominar, despreciar, ridiculizar y anatematizar a las otras sensibilidades, especialmete a sus obispos y teólogos más comprometidos...

Una cosa es eso, lo que hacías cuando tu nido estaba en el muelle de RD, y otra acusar sin pruebas a un cardenal de "simonía". Un cardenal como Cañizares que, amén de ser el ministro de Liturgia del Papa y uno de sus más cercanos amigos y colaboradores, no representa precisamente al ala más progresista de la Iglesia española.

Conozco (creo que bastante bien), al cardenal Cañizares. Le tuve de profesor en el Instituto de Pastoral y segui toda su carrera. Desde Añastro a Roma, pasando por Ávila, Granada y Toledo. He discrepado con él y de él en múltiples ocasiones. Pero siempre he reconocido que es un obispo sincero, sencillo, entregado, dialogante, bien formado, con un enorme celo pastoral, con una profunda espiritualidad y, sobre todo, honrado.

Sabes muy bien que Cañizares "no es de los míos", como tú dices. Y, por eso, también me siento más libre para defenderlo. Sabes muy bien que "el pequeño Ratzinger" milita en una sensibilidad eclesial conservadora, con la que coincido en algunas cosas y discrepo en muchas más. Pero por pasado, por presente y, quizás, por futuro, sé muy bien que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. En esto soy también agustiniano: "Unidad en lo necesario, libertad en lo opinable, caridad en todo".

Yo como periodista y tú como opinador tenemos el derecho y el sagrado deber de ser la conciencia crítica del poder (también del eclesiástico) y de enjuiciar a los obispos. Y lo hacemos a diario. Cada cual con su sensibilidad y sus formas. Yo también critico (y a menudo) a algunos obispos. Por poner un ejemplo, al cardenal Rouco o a monseñor Munilla. Pero por lo que dicen, hacen o dejan de hacer. Y si algún día los acuso de un delito, tendré que presentar las pruebas. O atenerme a las consecuencias. De hecho, en 30 años de profesión, nunca pasé por un juzgado.

Has intentado copiar, Pacopepe, la estrategia de Jiménez Losantos, con sus ataques ad hominem, de los que yo también fui víctima. Pequeña víctima, pero víctima. Y con su estrategia de la descalificación, de las pullas, y de lanzar insinuaciones y acusaciones que son o rozan el delito. Por eso, el ex locutor de la Cope pasó ya unas cuantas veces por los juzgados. No es un buen ejemplo periodístico a seguir. Y menos, en nuestro negociado de la información religiosa. Cambia de estrategia, hermano, o te veo paseando por los juzgados.

Eso sí, si publicas pruebas en las que se demuestre la simonía del cardenal Cañizares, seré el primero en defenderte. Mientras tanto, suspendo el juicio sobre tu persona y sobre lo que puedas decir y escribir en tu blog.

José Manuel Vidal
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