Tiene que ser durísimo renegar del propio padre. Pero eso es lo que acaban de hacer los Legionarios de Cristo: renegar de su fundador, Marcial Maciel. Una auténtica damnatio memoriae. ¿Veraz, auténtica, sincera? A nadie se le puede negar la posibilidad del arrepentimiento. Pero la decisión legionaria suscita muchos interrogantes y numerosas dudas.

Porque Corcuera y toda la cúpula legionaria pasaron años negándolo todo y llamando "enemigos de la Iglesia" a los que acusaban a su fundador. Décadas negando y acusando a las víctimas. Y, ahora, se quieren ir de rositas con un simple golpe de pecho. ¿Años al lado del fundador y no se enteraron de nada? Todo para quitarse de encima el muerto de la complicidad con el depravado Maciel.

Me da la sensación de que Corcuera, Garza y compañía le han visto las orejas al lobo. Saben que Benedicto XVI está dispuesto a ir hasta el final para limpiar a la Iglesia. Y que se va a llevar por delante a todo el que oponga resistencia. Y quieren detener el látigo justiciero del Papa.

No creo que lo consigan y el escarmiento para la Legión será ejemplar. Ya iba a serlo antes de la que está cayendo, pero mucho más ahora. El Papa no puede tener compasión ni con los abusadores ni con sus cómplices y encubridores. Por mucho dinero que manejen y por muchas vocaciones que ofrezcan a la Iglesia en época de desierto vocacional. Se han querido curar en salud, pero no les va a valer de nada. O eso, esperamos.

Si en algún momento fueron los adalides de la "nueva evangelización", ahora tienen que dejar de serlo. Cástigo a los cómplices, comisario pontificio, refundación del carisma, saco, ceniza y quintales de humildad. Sólo así podrá renacer de sus cenizas la Legión de Cristo.

José Manuel Vidal