El Papa de blanco ante el Muro y la Roca

El Muro y la Roca. Ambos de piedra. Los dos resistentes y aferrados a la vida y al tiempo. Los dos cargados de Historia. Rebosantes de vivencias. De vida y muerte. De guerra y paz. Símbolos de dos pueblos hermanos con odio de siglos a las espaldas. Y el hombre de blanco en el Muro y en la Roca. En los dos. Con los dos. Vestido de sotana y esclavina blanca. Como el blanco de la paz. Benedicto, hombre de blanco y puente de paz entre hermanos que se odian.

El Muro y la Roca imponen. Remiten al pasado remoto. Rezuman perennidad, por no decir eternidad humana y, por ende, finita. Son la memoria de dos pueblos que hunden sus raíces en el Antiguo Testamento y en Abraham, el padre de todos los creyentes. Casado con Sara, la estéril, Abraham se unió a Agar, la esclava, para que le diese descendencia. Y Agar concibió a Ismael, el primogénito y, po lo tanto, el heredero de los bienes, de las promesas y de la elección de Dios.

Pero Dios visitó a Sara y, en su ancianidad, concibió y dio a luz a Isaac. Y Sara, la esposa, echó a Agar y a Ismael que, de esta forma, se quedó sin herencia y sin las promesas. ¿Quién es el primogénito? ¿Quién es el elegido? ¿Quién tiene derecho a heredar las promesas? ¿A quién le corresponde la Tierra Prometida por Dios?

Los hermanos separados dirimen la cuestión desde hace siglos. En la mesa, a veces. A golpe de sangre y guerras, la mayoría. En un enfrentamiento que no parece tener fin ni solución. No en vano las peleas entre hermanos sueles ser terribles. Los que más se quieren, cuando se odian, se odian a muerte.

Muro y Roca, sedimentación real y simbólica de Ismael y de Isaac, de judíos y árabes. La Roca y el Muro tan lejos y tan cerca. Casi pegados y de espaldas, siguen ofreciendo la memoria de Abraham, Salomón, Mahoma…

El hombre de blanco fue a la Roca y al Muro. Y en nombre de su Dios, rezó a Yhavé y a Alá. ¿Qué le dijo el Papa a su Dios ante La Roca? En su oración privada, posiblemente pidiese ayuda a Alá para una mejor convivencia del cristianismo con el Islam. Y la paz entre judíos y palestinos, claro. En su mensaje público, hizo un llamamiento a los musulmanes a superar los conflictos del pasado y a allanar el camino para un diálogo "sincero" entre religiones.

Y de la Roca al Muro de las lamentaciones. Sólo el nombre evoca tantas cosas…y tan tristes para los judíos y para la propia Humanidad…Consciente del momento, el hombre de blanco se acercó casi temblando. Y en una de las rendijas de entre las enormes piedras herodianas depositó su plegaria en un papelito cuidadosamente doblado.

¿Qué le habrá dicho a Yhavé ante el Muro? Seguramente, le habrá abierto su corazón. ¿Y en su papel? "Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, escucha el grito de lo afligidos, de los temerosos, de los desheredados. Manda la paz a Tierra Santa, a Oriente Medio y a toda la familia humana". Eso dice el mensaje que Benedicto XVI ha dejado esta mañana en una de las hendiduras del Muro, el lugar más sagrado para los judíos.


Allí plantado, tan frágil y pequeño frente a la enormidad del Muro y de la Historia. Frágil y pequeño, pero con toda la fuerza de Pedro, también Roca. Hasta parecía encorvado en ésa imagen para la historia. Una imagen que evoca otra casi igual: la del Papa Wojtyla en ese mismo sitio y ante el mismo Muro. Los dos de blanco. Los dos encorvados. Los dos profetas de la paz.

Benedicto ante el Muro y ante la Roca, símbolo de paz y profeta de esperanza. Grito de Dios a las tres religiones del Libro. Blanca y frágil paloma de la paz. Benditos los pies del mensajero que anuncia la paz. Amén.

José Manuel Vidal
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