Rico Pavés, otra mitra gris

Por fin, le llegó la mitra. De tanto buscarla...Y con los buenos padrinos que tiene, era previsible, que, antes o después, a José Rico Pavés le llegase la tan deseada mitra episcopal. LO pasearon por muchas diócesis españoles. La verdad es que con poco éxito. Pero le llegó su hora. Aunque sólo sea de auxiliar de Getafe. Ya habrá tiempo de ir escalando en el escalafón eclesial. El caso es colocarse. La estrategia de sus "padrinos" (Rouco y Cia) es ocupar los máximos espacios posibles antes de irse. Y premiar a los más fieles y a los que, a veces, han hecho el trabajo "sucio".

No conozco personalmente al nuevo monseñor. Sólo le saludé una vez y casi por equivocación. Le conozco, como otra mucha gente, por ser el director del secretariado de la comisión episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE. Y por ser, desde ese cargo, el instigador, impulsor y máximo promotor (dese hace años) de las "advertencias" episcopales a José Antonio Pagola y a Andrés Torres Queiruga. Ésas son su más conocidas hazañas teológicas: intentar tapar la boca a dos de nuestros mejores teólogos, con obras sólidas y consolidadas y d ereconocido prestigio internacional. Al perseguidor de teólogos, en cambio, no se le conocen obras importantes. Lo que se suele entender por obra teológica, Rico Pavés no tiene. O no se le conoce.

Tampoco tiene una gran experiencia pastoral. Imagino que será un buen cura, espiritualmente hablando, y que será una buena persona. ¿Es eso suficiente para ser obispo?

Ni el prestigio ni la personalidad ni la preparación ni las dotes personales y de gobiernos parecen ser las claves para elegir a los nuevos obispos. Desde hace tiempo, Rouco (que es el gran hacedor de obispos) prefiere a curas grises, fieles y, por supuesto, de su cuerda. Toda una generación de prelados grises que, sin duda, van a condicionar con su color gris el futuro de la Iglesia española. En momentos, en los que lo que más necesita la institución es color, pluralidad, dinamismo, alegría, esperanza, cercanía e ilusión.

Entre el clero español sigue habiendo grandes curas. Curas de prestigio, bien formados, apreciados por sus compañeros y por la gente. Gente preparada, con dotes de gobierno y personalidad. Hay, al menos, media docena de estos curas en casi todas las diócesis españolas. Pero no llegan a la mitra. Unos porque no buscan hacer carrera. Otros porque no tienen padrinos.

No llegan los mejores ni los más listos ni los más santos ni los más preparados. Esta política eclesiástica está dejando a la jerarquía española sin líderes, sin hombres de peso y de criterio, repleta sólo de pequeños hombres grises...¡Qué pena!

José Manuel Vidal
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