El cedro del Papa

El Papa valiente deja plantado un cedro en el Líbano. Un símbolo elocuente de su viaje. El árbol de la vida, el árbol de la paz, el árbol de la esperanza en un futuro mejor. Benedicto XVI ha unido en su arriesgada visita a la otrora Suiza del Oriente Medio, la claridad sabia de sus palabras a la plasticidad de sus gestos. Con su humildad y su dulzura acostumbradas.

Dejará, sin duda, un Líbano mejor del que se encontró a su llegada. Primero, por su imple presencia, que infunde ánimo, aliento y esperanza. Después, por sus continuas invitaciones a la concordia, al entendimiento, al ecumenismo entre cristianos y musulmanes, para construir juntos un Oriente Medio para todos.

Paz, concordia y diálogo, sin esconder las propias convicciones. Porque, el Papa valiente y de apariencia frágil repitió (también aquí) el letmotiv de su amado predecesor: "No tengáis miedo".

Queda todavía un día, pero el viaje del Papa al Líbano es ya todo un éxito. Para el Papa, para la Iglesia, para el cristianismo castigado en esa región, para el diálogo, para la búsqueda de la paz y para la esperanza. La esperanza de un mañana mejor simbolizada en el cedro del Papa.

José Manuel Vidal
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