El "virus" de Martínez Camino

En Añastro le llaman el "virus" de Camino. Del portavoz de la CEE, Juan Antonio Martínez Camino. Consiste en cargar tanto la mano y exagerar tanto que se termina por perder la razón. Y es un virus contagioso. Hoy, hemos visto hoy en rueda de prensa que hasta ha contaminado a un hombre con tanto sentido común y tan pegado a la realidad como Fernando Giménez Barriocanal.

El gerente de Dios presentaba esta mañana las cuentas de la Iglesia. Con infinidad de datos, que hablan por sí sólos. No hay institución que haga tanto, por tantos y tan bien por los demás. Ni de lejos.

Decirlo y contarlo, está bien. Deberían hacerlo y más a menudo. Pasarse en la dosis conduce al autobombo y genera rechazo social y acrecienta la imagen de institucion privilegiada, que reconoce el propio Barriocanal.

Con estas cosas del autobombo hay que ser muy prudentes y sensatos. La gente no soporta a los que se dan coba a sí mismos y presumen más de la cuenta. Y menos si la que lo hace es una institución como la Iglesia española, asociada en el imaginario colectivo al poder y al dinero.

Prudencia y humildad. No se puede ir de sobrados y decir, poco menos, que sin la Iglesia católica no habría salvación para España. Ni espiritual (vieja tesis que parecía enterrada), pero tampoco, según parece, económica y social.

Con humildad. Sin apabullar. Sin dar la sensación de restregar por la cara de los "enemigos" lo muchísimo que se hace. Sin creerse imprescindibles. Ni los mejores. Ni los que más hacen por los pobres.

No se puede presumir de lo mucho (real y cierto) que hace la Iglesia, para no pagar lo poco (también real), como el IBI.

Da la sensación que la Iglesia le está leyendo la cartilla a todo el mundo, incluidos los políticos (al menos los que piden que pague, que también son del PP). Parece que se le está diciendo a un Estado moderno como el nuestro que, en estas horas bajas, se mantiene a flote gracias a lo que le aporta la Iglesia.

Y se le dice claramente que es más lo que da que lo que de él se recibe. por si las moscas, se le ocurriese... Incluso con cifras. Cifras cantadas por monseñor Munilla: 30.000 millones de euros (más de un tercio del famoso rescatillo). O cifras susurradas por Barriocanal: "Puede que la cifra ande por ahí..."

Sin olvidar la, para mí, penosa escenificación de la presentación de la memoria. Con archivos y un pen. Como si del ministro de Economía se tratase.

Claridad y no ocultar datos. Que la Iglesia no tiene nada que ocultar. No se puede uno pasar en el cálculo de los millones de horas dedicadas por los curas a la gente y, al mismo tiempo, escamotear la cantidad global del sueldo de los curas. Que también cobran, aunque sea poco: entre 800 y mil y pico euros al mes, como acaba de decir Rouco.

Estamos ante una política de comunicación que parece diseñada por los enemigos de la Iglesia. Una política comunicativa que exagera tanto lo bueno que lo convierte en malo. Una política comunicativa que ahonda el desprestigio y la mala imagen eclesial.

Es hora de que los obispos sensatos (que los hay y muchos) se planten de una vez. Y pidan, al menos, una reflexión sobre la forma en la que la Iglesia española se está comunicando con la sociedad. Y es urgente, monseñores.

José Manuel Vidal
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