Fue el cardenal Segura una maravilla de obispo celoso y con afán de santidad, en muchos aspectos, pero aquí me voy a fijar en SUS SOMBRAS, SUS TALANTES NEGATIVOS, para que sirva de reflexión a nuestros queridos obispos y dignatarios eclesiásticos y no tropiecen en parecidas piedras.
Ideas tomadas de la biografía "Pedro Segura. Un cardenal de Fronteras" de Francisco Gil Delgado. Editorial La BAC.
El Cardenal Segura exiliado en Roma
El 1 de octubre de 1931 firma Pío XI una carta dirigida a Pedro Segura en la que acepta la renuncia de éste a la sede arzobispal de Toledo.
Segura no aparece, pese a su devoción por el Rey Alfonso XIII, ni en la boda de la infanta Beatriz ni en la de Don Juan. Mientras coincide en Roma con la familia real se le verá distante, incluida la persona de Alfonso XIII. ¿Algo quizás convenido entre ambos? Igualmente se advierte en el Cardenal una voluntad decidida de alejamiento de todo lo que tenga código español. No recibe en Roma ni a su sucesor Gomá. Porque en Roma su vida es de aislamiento. Aunque a veces se deja querer en encuentros de intimidad con los españoles. Su vida es austera y sobria. Allí permanecerá seis monótonos años.
Arzobispo de Sevilla
Ha fallecido el Cardenal, arzobispo de Sevilla, el navarro Ilundáin. En Roma se dan prisa para recolocar a Segura. El 14 de septiembre de 1937, Pío XI firma la bula de nombramiento. A su pontificado en Sevilla, Segura imprimirá un fuerte sello de autonomía. Entra en la diócesis como sin programa y sin bastón de mando. El 11 de octubre toma posesión por poderes de aquella extensa diócesis que ocupa, además de la provincia sevillana, la de Huelva y parte de Cádiz.
Segura tenía una oratoria pausada, cortante, patriarcal. En su sermón de entrada no hubo ni una sola alusión al pasado; se mete de lleno en la retórica presente: Dios, Iglesia, mártires de la cruzada, glorioso Ejército español, providencial Jefe del Estado. Es preciso desmontar el bulo de tirantez entre Franco y Segura; nada de eso. Las relaciones fueron muy cordiales, fuera de la última etapa. Se presenta a sí mismo en Sevilla como si trajera billete de provisionalidad.
Con los curas
Mandó a los curas su acostumbrado cuestionario de treinta y cuatro preguntas algo más suavizado que los de antaño. Quiere saber entre otras cosas grado de parentesco de las personas que conviven con el sacerdote. Apoyado por el cabildo catedralicio, les invita a que cedan un día de haberes al mes para el monumento al Corazón de Jesús.
En 1941 prohíbe a sus sacerdotes escribir en periódicos o revistas o en hojas volantes, con firma o sin ella, sin licencia expresa del prelado. Prohibido asimismo imprimir programas de actos religiosos sin licencia; prohibidas las misas de campaña.
Ya por el año 47 da a los curas unas normas por todos consideradas negativamente. Todos necesitarán licencia especial, salvo las predicaciones de oficio, para predicar fuera de su parroquia. Para obtener el permiso, ocho días antes habrán de dejar el esquema de sus sermones en Palacio. Una comisión de vigilancia dará o denegará el visto bueno. Trabajo ímprobo: más de trescientos sermones se pronuncian cada año en cofradías de la Ciudad. A los curas se les atraganta la medida, y unos la cumplen, pero otros, no. Prohibido también a los sacerdotes dar conferencias científicas o apologéticas sin permiso del prelado, tocar temas de política o ejercer crítica sobre personas o actuaciones. El cura sólo tiene obligaciones canónicas.
Con Queipo de Llano
Mantuvo cordiales relaciones. Siempre le guardaba un sitio preferente en la catedral. Junto a Segura monta su fiesta religiosa por la victoria. Rodeado de canónigos, Queipo de Llano luce sonrisa delante del paso del Gran Poder. Cuando el general recibió la cruz laureada de San Fernando de manos de Franco, allí estaba Segura al lado de los dos y aguanta la lluvia junto a ellos. Segura y Franco, manos unidas. Año 1944 y como de costumbre va al Alcázar a platicar con el Caudillo en privado; como dos amigos en la intimidad.
Es notable la relación afectiva que hubo siempre en Sevilla entre Queipo de Llano y Segura. Hablan como dos hermanos, y el Cardenal le da palabras de aliento cuando declina la vida del general. Al morir, se arrodilló ante el cadáver; lloró sin poderse contener; rezó un responso y le dio la bendición.
Asambleas y muchas actividades diocesanas y nacionales
Fueron las asambleas muy peculiares en Segura. Aquí en Sevilla, al igual que en sus otras diócesis las celebró con profusión. Allí no se debatía nada. Los participantes se tragaban los discursos de los oradores y el obispo decidía. Siempre comenzaban ahora con un telegrama al Papa y al Jefe del Estado, Franco. Sigue siendo fundamentalista, enfrentado a los tiempos, anclado en una teología abstracta.
Marcha en el tren con solemnidad, revestido de pontifical, y lleva en un vagón al Santísimo expuesto con el que imparte la bendición.
Sínodo del 43 y Concilio del 44
Convocó un sínodo pastoral en septiembre del año 1943. Y recuerda Segura: "Somos el único legislador en el Sínodo, teniendo todos los demás sólo voto consultivo".
En el año 44, celebró el VIII Concilio Provincial de Sevilla , con gran boato exterior. Mucho ruido y pocas nueces. Eso sí, procesiones clericales con asistencia de autoridades. Cada obispo asistente tiene en la catedral una plática, sin referencia a los temas que están tratando entre ellos, y bendición del Santísimo. Los discursos siempre van a parar a lo mismo: los sacerdotes y seminaristas están para obedecer ciegamente a sus prelados. Segura aprovecha el concilio para inaugurar cosas en el cerro - monumento de San Juan de Aznalfarache.
San Juan de Aznalfarache
Y fue precisamente Franco quien presidió la inauguración del complejo religioso - monumental de San Juan de Aznalfarache el 10 de octubre de 1948. Venía levantándose desde 1942. Después de la inauguración acompañó Segura a Franco y esposa y a sus ministros a girar visita a las instalaciones. Se le vio entonces coger del brazo a Franco, ligeramente adelantados de los demás, mientras hablaban. Franco escuchaba y asentía.
Pero ocurrió algo raro: la comida anunciada no se celebró. ¿Por qué? ¡Discusiones protocolarias! Estaba claro que la cabecera principal de la mesa imperial estaría ocupada por Franco. La discusión protocolaria estaba en quién ocuparía la otra cabecera. Los del Pardo mantenían que le correspondía a la esposa del Jefe del Estado. El Cardenal se sentaría a la derecha de Franco. Pero los representantes del protocolo del Cardenal estaban en que éste no podía ceder a nadie la segunda cabecera, por ser el anfitrión y porque los Cardenales solo ceden precedencia a jefes de Estado y a las reinas consortes, pero no a las esposas de jefes de Estado carentes de representación jerárquica. Doña Carmen debería sentarse a la derecha del Cardenal Segura. Como no se llegó a un acuerdo se pensó que lo mejor sería suprimir la comida.
Identificado con el régimen de Franco
Es falso el tópico de que Segura era enemigo del régimen; todo lo contrario. El 1 de octubre sabe celebrar la fiesta del Caudillo y el 4 de diciembre la de santa Bárbara, patrona de la Artillería. Celebra en la catedral el segundo aniversario de la muerte de José Antonio. En todas las ocasiones, salvo en cuando le llegaron los últimos conflictos, recibe a Franco en la catedral con cariño y bajo palio y le visita. Mientras a otros dignatarios el Caudillo concedía audiencia pública, con Segura siempre lo hacía a solas. Son uña y carne.
Entrega Franco a Segura el fajín de Capitán General, por medio del Alcalde, y el Cardenal lo ciñe en la Virgen de los Reyes. Se dice que Franco dijo: "Si el Cardenal Segura pide algo posible, se le da. Si no es posible, se hace posible para que se le dé".
El mismo día primero de abril del 39, ya había mandado celebrar cultos de acción de gracias por la victoria, durante todo el mes, en todas las iglesias de la archidiócesis. La noticia llega a oídos del Caudillo y la coge al vuelo: decide ir a Sevilla para que la procesión de la Virgen de los Reyes sea el primer acto de sus apariciones públicas después de la victoria. Segura habla, da gracias al Cielo y saluda efusivamente a Franco.
En cambio, su antiguo monarquismo...
En cambio, ahora está visiblemente alejado de la familia real. Murió el infante don Alfonso, primogénito del Rey, en accidente de automóvil, y no organiza funeral en la catedral, ni siquiera acude ni manda representación a los funerales que organiza la hermandad de la Amargura. Solamente saldrá su monarquismo del invernadero cuando fallezca Alfonso XIII y en los dos o tres años finales de su vida, cuando más solo se sienta.
Unas pintadas, "La Valverdada"
El gobernador civil de Sevilla, José Tomás Valverde, quiso aprovecharse en el año 40 del fervor franquista para dar una lección a Segura, para arrancarle que los nombres de José Antonio y de los caídos lucieran en la fachada de la catedral: mandó pintarrajear la fachada del palacio episcopal con imágenes y signos de Falange Española. Puso policía de vigilancia para que no lo borraran.
Estaba entonces Franco en Sevilla. Hubo por parte de la vicaría del arzobispado, peticiones y amenazas canónicas para que borraran aquello. Se resiste Valverde y recuerda el mandato de Franco de inscribir en las fachadas de los templos los nombres de los caídos. Segura no cede y amenaza con la excomunión al gobernador. La cosa va a mayores. El nuncio dice a Segura que detenga la excomunión que iba a dar la vuelta al mundo, y Valverde truncó su carrera política; fue sustituido por Elola como gobernador civil. Fue un triunfo de Segura. Nadie jamás insistió en que se pusieran los nombres de los caídos en la catedral. Pero no borraron las pintadas; allí permanecieron hasta que el tiempo las fue eliminando.
Conflictos
Intolerancia religiosa. No aguantaba nuestro Cardenal la propaganda protestante. El gobierno de Franco, por los años cincuenta y algo antes, quería ir entrando en la comunidad internacional y veía necesario para ello mayor tolerancia en cuanto a permitir estancia y cierta propaganda dentro de España a los protestantes. En Sevilla actúan varias confesiones y mantienen capillas abiertas. Segura durante todos los años de su estancia en Sevilla se mostró del todo intolerante en este aspecto. Esto será lo que distancie poco a poco a Segura de su entrega al sistema franquista.
El miserere de Eslava. Era costumbre en Sevilla, en los oficios de "tinieblas" del Miércoles y Jueves Santo, al final de todo, cantar el miserere de Eslava, (fue Eslava maestro de capilla en la catedral por el año 1832) que lo compuso precisamente para estas ocasiones. Hizo varios, pero el histórico es el de 1835. Su ejecución duraba una hora. La catedral se llenaba de incondicionales. Estaba así el miserere y fue arrebatado como por un huracán, al dictado del Cardenal Segura, en la Semana Santa del 1945. Se fundamentaba en el motu proprio sobre la música sacra publicado por Pío X.
Parecía ignorar Segura que sus predecesores, Spínola, Almaraz e Ilundáin lo consintieron. La supresión levantó ampollas en el Ayuntamiento y en el pueblo en general.
La obsesión por los bailes. El problema del baile fue para Segura siempre como una obsesión. La gente ve en el Cardenal, con relación a este problema, como un ogro intransigente, obsesionado, impositivo. Nunca llegaron a aceptar su criterio. Una manera de bienquistarse algunos curas con el Cardenal, era delatarle que tal o cual compañero había sido indulgente con el cartel anunciador de bailes de las fiestas patronales. Cuando se acerca la Feria de Sevilla, a Segura le entra la tiritona del baile.
En 1947 publica una pastoral sobre la prohibición diocesana de los bailes, arremetiendo contra el tango y el foxtrot y el baile de parejas enlazadas. Afirma que no sólo es una ocasión de pecado, sino pecado en sí mismo.
Ordena a los directores espirituales de cofradías, congregaciones marianas y asociaciones que desalojen de cargos directivos a quienes hayan prevaricado en la materia y expulsen de las asociaciones a los jóvenes de ambos sexos que hayan bailado en la feria.
El año 48 dejó publicada una pastoral el 8 de julio en la que prohíbe asistir a revistas teatrales, con varapalo especial para "La Blanca doble", y prohibición asimismo de los bailes modernos. Fue fama en Sevilla que la machacona prohibición de esa revista fue la mejor publicidad que se pudo hacer de la misma.
La película "La fe". El primero de diciembre del 47 firma Segura una admonición pastoral en la que condena la película española "La fe", de Rafael Gil. Hace saber a los empresarios que no pueden exhibir este film, y a los fieles que no podrán presenciarlo, sin gravar su conciencia con pecado mortal. Fue galardona la cinta con el premio de "película modelo" y de interés nacional. Cuenta el mismo Segura que resultó fallido su recurso al brazo secular para que fuese retirada de los carteles. Hizo muchas gestiones por todas partes y estamentos de todo género. Nadie dijo "esta boca es mía". En estos momentos, parece ser que comenzó a distanciarse del régimen de Franco.
Los retablos de la ermita de Estepa. En Estepa la ermita de los Ángeles estaba cerrada al culto desde el año 1928. El Cardenal Ilundáin, al haber peligro de ruina, mandó retirar los dos retablos barrocos y un púlpito de jaspe y mármol a la iglesia de las Hermanas de la Cruz. En 1941 se permitió derruir lo que quedaba de la ermita , y fueron vendidos el solar y los materiales de derribo. Dio orden Segura de desmontar el púlpito, pero recibió un telegrama de Estepa en que se le recordaba que aquello era propiedad del patrimonio religioso del pueblo.
En septiembre del 47 manda Segura un camión para retirar los retablos. Lo impide gente del pueblo. Segura declara en entredicho las parroquias e iglesias de Estepa, si por parte de autoridades, clero, religiosas hubiese posterior oposición al traslado del retablo; y decide recurrir al brazo secular. Volvió al día siguiente a salir otro camión y el retablo pudo ser traído a Sevilla, custodiado por la Guardia Civil. Fue a parar al cerro de San Juan de Aznalfarache. La fuerza que desató Segura en este asunto le dejó más marcado por su rigorismo intransigente. En este tiempo rehuía aparecer en actos religiosos no organizados y controlados por él.
Es el tercer capítulo, faltan dos.
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