1.- Tuvo que ser impresionante ver subir a Jesús al cielo. Era el mismo con quien habían convivido varios años. Ahora sí que nadie dudaba.
2.- Antes de subir, les dio un misión: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra; id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado".
3.- Cuando escuchamos esto, no podemos permanecer insensibles. Hemos de ayudar a esta obra de salvación del mundo. Para ello rezar, pedir mucho al Señor que salve a este mundo. Además ofrecerle con esta intención nuestras obras por la mañana. Y hacer algo en nuestro entorno. Llevar siempre en el corazón este deseo de ayudar a Jesús en la salvación del mundo. Es nuestra obra.
4.- Y vamos a contemplar a Cristo que sube al cielo. El cielo es nuestra casa, nuestra morada definitiva. Vivir en la tierra, sí, pero como de paso. Allí en el cielo está nuestra morada eterna. Jesús nos espera allí, junto al Padre.
José María Lorenzo Amelibia
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