Entrar en la vía iluminativa, contemplativa

Ojalá tú y yo nos demos cuenta de que la puerta de entrada en las vías contemplativas es el mismo Jesucristo. Que vivamos en paz. Que eliminemos de una vez para siempre todos los apegos.


Todos. O por lo menos que trabajemos seriamente para eliminarlos. Aprender a no quejarnos de nada. Si fuese necesaria la queja sicológica elegir para ello sólo a una persona.

Que tengas - y yo también- deseo creciente por la contemplación. Ha de ser como un ciego anhelo que persista no sólo cuando leemos algo espiritual, sino también en muchos momentos durante el día. Que cuando te levantes, te venga enseguida al pensamiento.

Que cuando te acuestes, aun sin llamarlo, brote como tu último pensamiento: estar con Dios, estar junto a El, amarle.

Cuando esto suceda - según dicen quienes escriben sobre el tema irá cambiando poco a poco nuestra personalidad. Incluso el rostro propio inspirará paz.

Cundo uno se encuentra así, correría kilómetros para buscar con quien pueda hablar de Dios, de la oración, de las cosas de Dios. Que otros digan lo que quieran, pero la alegría íntima será hablar de Dios. Y nuestras palabras, aunque no sean muchas, irán llenas de fuego interior.

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