¿OFRECERSE COMO VÍCTIMA?

A nadie se le puede recomendar eso de ofrecerse a Cristo como víctima. Pero hay cristianos muy generosos y dignos de admiración. Tal es María Dolores Segarra.

Desde muy niña era devotísima de la Eucaristía. De verdad Jesús fue siempre el Amor de sus amores. Y la santidad de los sacerdote - autores de la Eucaristía - constituyó siempre su dulce obsesión. "Por ellos yo me entrego" (Jn. 17,19) - decía con frecuencia. Y fundó junto con otras personas el instituto "Misioneras de Cristo Sacerdote". Su ideal era ayudar material, pastoral y espiritualmente a los sacerdotes de Jesucristo.
Cuando llevaba unos pocos años en esa fundación - siempre en su mira la santidad sacerdotal - escribía María Dolores en sus apuntes íntimos: "Tengo en el alma un deseo ardiente de ofrecerme como víctima por esta obra y algo más". Y comienza entonces mismo su calvario.

Me da la impresión de que Jesucristo elige a veces a almas generosas para cumplir una misión victimal y necesaria, pero del todo desconocida y misteriosa para el común de los mortales. Sobrecoge esta idea siempre que la pensamos. Yo me digo: "No entiendo nada, Señor, pero Tú lo sabes todo. Enséñame a cumplir tu voluntad".

Durante quince años sufrió María Dolores Segarra en unión con Cristo un verdadero viacrucis de amor y dolor. Después de una operación quirúrgica escribía: "Han salido de mi vesícula más de doscientas piedras, aparte de una cantidad de arena tremenda". Y continuó ofreciendo sus dolores y su vida "pro eis", por los ministros del Altar. Y decía: "No es nada comprar la santidad de los sacerdotes a tan bajo precio... quiero vivir la operación con todas sus consecuencias por ese ideal."
Después de la intervención quirúrgica se siente peor pero no se queja nada. Le parece pura lógica de fe aguantar este calvario sin rechistar. Su madre que la acompañaba le insiste en que se queje para pedir auxilio. Ella contesta simplemente: "Entonces, ¿qué voy a ofrecer por la obra?" Los médicos se dan cuenta y la llevan de nuevo al quirófano, pero allí entregó su alma al Señor, con los brazos en la misma postura que Jesús en la cruz. Era el 1 de marzo de 1959.


Hoy está ya avanzada la causa de su beatificación y se habla de un milagro.
En muchas diócesis se observa un renacer de la santidad sacerdotal. Almas generosas del estilo de María Dolores están ofreciendo su vida, su oración, sus sufrimientos diarios con este fin. No es necesario ofrecerse como víctima, pero estas almas heroicas cuánto bien hace en nuestro mundo tan materializado.

José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica
Volver arriba