Nuestro problema espiritual es problema de fe ante todo. Te lo digo simplemente mirando la experiencia de mi vida. La fe, durante la primera temporada después de la conversión era, sí, firme, pero descansaba mucho en las personas mayores en las que confiábamos. Después nos damos cuenta de que otros descansan su fe en nosotros y nosotros en sólo Dios. Es el momento de la fe madura, pero también en esta época muchos la sienten flaquear.
Hay muchos grados en la fe. La entregada y reelegida en total entrega de por vida en celibato es enorme. Son admirables. Verdadero signo del Reino quienes viven así la fe, con todas sus consecuencias, en pobreza y desprendimiento de todo lo criado, y no por rutina, sino elegido con decisión y vuelto a elegir. ¿Por qué yo y otros no pudimos aguantar, cuando llegó el momento de la reelección? ¿Por qué no pudimos vivir en esta soledad humana, en este desprendimiento total? Sí, la idiosincrasia de cada uno es muy peculiar y a veces resulta insoportable, torturante vivir en soledad. Hay que tener suma comprensión. Pero también habrá que afirmar que nuestra fe, al menos la mía, era tibia. Si la comparase, por ejemplo con la del P. Nieto...
¿Remedio para aumentar la fe en El, dador de toda gracia? Horas y horas en soledad con Dios, pedirle, ponernos junto a El con decisión, esperanza, confianza. Leía no hace mucho que al menos dos horas de oración personal diarias sería necesario para entrar en la vía iluminativa. Y gran humildad. Por nosotros no podemos nada.
José María Lorenzo Amelibia
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