Vivencias de un sacerdote secularizado

Los Ejercicios Espirituales

Los Ejercicios Espirituales son todos los años aliento para seguir madurando mi vocación sacerdotal. Hoy, el segundo día, he escrito los pros y contras que tengo para ser sacerdote. Se lo pienso enseñar al padre espiritual. Pesan mucho más los pros que los contras, en proporción de 44 por 16 y aún será mayor la proporción. De todos los modos lo que me hace falta es generosidad; darme aún más al Señor. Yo le pido a Dios que me ayude. Pienso a veces en lo apasionado que soy. Y me viene a la memoria lo de San Pablo que supo entregarse al Señor con locura de amor.


Una por una avanzar en la vida espiritual que es lo único que interesa. Lo demás vendrá después. Y darme a Dios por completo. El día de hoy ha sido en este aspecto bueno. Y espero con la gracia de Dios vivir con este fervor de continuo. Mi mente puesta en Dios. Paz como de costumbre. Estoy incluso contento en el Seminario. Cada vez entra más a fondo en mi corazón el ideal grande de Dios: Cristo, sacerdocio, apostolado. Y con estos sentimientos termino mis ejercicios.

Me toca por turno ir al padre espiritual, Don Carmelo Velasco. Me ha asegurado que tengo vocación para sacerdote. Deo gratias. Y por lo que se ha expresado, mi vocación es clara. Paz y ahora a continuar con más ilusión en mi labor formativa para alcanzar la santidad que necesito para el sacerdocio. Lo que va después de los Ejercicios es formidable. Faltas ha habido, pero han disminuido. Estoy contento. Creo que el Señor me bendice. La generosidad, el enamorarse plenamente de Jesucristo aunque el mundo se ría. Ser santo.



José María Lorenzo Amelibia
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