Una novela absurda que produjo mucho dinero: El Código da Vinci de Dan Brown

Crítica Constructiva

Una novela absurda que produjo mucho dinero:

El Código da Vinci de Dan Brown

Al comenzar a leerla – más que nada porque mi hija me ha pedido su opinión –me parecía interesante. Poco a poco me ha ido decepcionando. Una novela de intriga y asesinatos adobada de una trama histórica está levantando indignación en las personas medianamente cultas. Llega a confundir el Opus Dei con frailes medio monjes guerreros. A mayor incultura religiosa no se puede llegar. Pero, eso sí, cuando exactamente se llega a la mitad del relato pone en tela de juicio los dogmas más sacrosantos de nuestra fe. Los personajes de Dan Brown, entre asesinato y asesinato, van desentrañando el "enigma", y en el camino se enteran de que Jesucristo, en la última cena, pone a su lado a María Magdalena. Anacronismos e ignorancias, tal vez más que herejías claras. Pero una por una llegar al público. Le parece al autor que pone una pica en Flandes cuando se saca de la manga que Lutero creyó que Jesús y Magdalena estaban casados. En fin...

Dan Brown con El Código da Vinci ha sido listo para ganarse a ese tipo medio de lectores, los que saben un poco de todo, y ha llenado de dinero sus arcas. En pocos meses – dicen – se han vendido más de seis millones de ejemplares.

La novela se inicia con el asesinato del funcionario conservador del Louvre que antes de morir deja escondida una clave detrás del cuadro de la Mona Lisa para desentrañar el gran secreto de la humanidad. Y aquí empiezan a entrar en danza templarios, masones, el Priorato de Sión, Newton, Da Vinci... y una serie asesinatos en una malísima novela semi policíaca – religiosa, pero que atrae al gran público. trepidantes persecuciones policiales. Tal locura de novela ha puesto, sin embargo, "Demasiada invención, demasiada maldad, demasiada perversión como para ser ni siquiera verosímil, pero los lectores más inocentes pueden quedarse con la idea de que la Iglesia Católica, y en particular el Vaticano y el Opus Dei, es una institución poco fiable", así decía un crítico muy atinadamente.

Se ve que algo ha leído Brown cuando dice que fue el Concilio de Nicea, en el año 325, donde bajo la autoridad de Constantino, el emperador converso, se desecharon unos evangelios y se escogieron otros. Allí consagraron, con 300 años de retraso, que Jesucristo era Dios. Eso, sí, como él no es teólogo, no se preocupa de explicar qué sentido tuvieron las decisiones de Nicea. Se fija en lo anecdótico y ahí queda eso.

Esta novela más que sorprender, indigna. Una por una, habilidad para intrigar a quienes dudan de la verdad revelada. El Opus Dei sí existe; también el Priorato de Sión, pero poco más tiene la novela de verosímil. Menos mal que el final es tan pobre y sin imaginación que por sí solo se desprestigia. En el sepulcro, después de tanto asesinato, no había ningún documento. O sea, que después de tanto ruido... ninguna nuez. Esa es la impresión que produce a cualquier lector. Pero... el dinero, al bolsillo del autor y la duda o indiferencia religiosa, a la mente del lector más incauto.

José María Lorenzo Amelibia 

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