Un convento muy estricto


Hoy al revolver papeles me encuentro con un reportaje interesante y quiero exponerlo en mi blog (1). Me impresionó hace ya ocho años, y apareció en “El mundo”. Trataba sobre un convento de monjas, el más estricto de todos. Mientras muchos cenobios se vacían y han de fusionarse para subsistir, éste abundaba en vocaciones jóvenes, se aproximaba al centenar el número de religiosas.

Las visitas exteriores a las profesas estaban muy reguladas. No utilizaban muebles ni espejos; comían y daban clases en el suelo; utilizaban para el aseo jabón de sosa; nada de gel ni champú. Algunas aguantaban varios días sin comer ni beber por amor a Cristo. Y se daban casos de anemia, e incluso se les retiraba la menstruación. Me impresionaba todo esto, y hoy al volver a leerlo me decido a hacer un breve comentario.

Ni siquiera tienen cama aquellas pobres monjas: duermen sobre esterillas o cartones, carecen de calefacción, y no disponen de despensa para reservar alimentos; viven de lo ofrecido por la buena voluntad de la gente. Se duchan con agua fría durante todo el año; ayunan los cuarenta días de la cuaresma. Se levantan a las cuatro. Gran parte de la mañana la dedican a la adoración a Jesús Sacramentado. Por la tarde, estudio y ayudar en la parroquia. A veces han de ayunar porque no tienen comida. Por supuesto, allí no entra ni la televisión ni la radio. Utilizan los cilicios y las disciplinas como instrumentos de penitencia.

Se trata de un convento de la “Fraternidad reparadora”. Fundó esta congregación el jesuita Luis María Mendizábal y fue bendecida por Don Marcelo González en sus tiempos de cardenal arzobispo de Toledo.

Se instalaron en un viejo monasterio abandonado, y allí empezaron una vida llena de mortificación, penitencia y amor a Jesucristo. Han de pasar cuatro largos años de noviciado antes de profesar, para aclimatarse a la disciplina que regirá durante toda su vida..

Decía un padre disgustado de que su hija permaneciese interna en aquel convento tan severo: “Si fuera una secta que no tuviera a la Iglesia Católica detrás, ya estarían en la cárcel”. ¡Pero nadie dice en voz alta que aquello sea una secta!

Lo mejor de todo: se sentían felices.

Yo no las conozco; no sé cómo continuarán en el 2011. Si alguien quiere darnos una referencia, se lo agradecemos.

¿Mi punto de vista sobre este caso? Es admirable que una juventud idealista se entregue hoy a una vida con una exigencia tan espartana y austera, con amor a Jesús tan grande que se incline hacia algo, al parecer imposible de soportar. En apariencia se trata de algo maravilloso por la renuncia y generosidad de amor. Pero lo que, de verdad, no me parece razonable, ni desde el punto de visita cristiano ni humano, es una dureza tan extrema. Respeto y aplaudo, por supuesto, el amor a Dios y la finura de espíritu en el obrar. Pero hay un principio psicológico que han de tener en cuenta: “Nada violento puede permanecer”. Por eso supongo que hoy en día habrán llegado a un equilibrio. Y no puedo llegar a creer que hubieran aprobado los superiores jerárquicos un modo de vida con esta tesitura. Se pasan, a mi juicio, aquellas monjas.

Me viene ahora a la memoria un texto de Mt. 9, 14-15 “Entonces se le acercan los discípulos de Juan a Jesús y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: «¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán”.

No sé, pero aparte de la buena voluntad con que lo hacen, pienso que a Jesucristo no puede agradar una vida así. La pobreza es un consejo evangélico, lo mismo que la castidad; bueno también el someterse por amor a un régimen de vida contemplativo para alabanza del Creador y signo del Reino de los Cielos. Pero de creo que no es un verdadero camino para conseguirlo el darse golpes con disciplinas, dormir en el puro suelo sobre un cartón, pasarse varios días sin comer hasta languidecer, guardar ayuno porque no llegan los alimentos, sin hacer algún trabajo para lograrlo… Me parece más labor de faquires que de cristianos. Sano, bueno heroico entregarse a Jesús, pero sin esas exageraciones que pueden causar admiración, pero en el fondo son algo fuera de lo normal y humano.


(1) “El Mundo” 9 de febrero 2003, pág. 9 de Crónica. “El convento más estricto” por José Manuel Vidal.

José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: http://blogs.periodistadigital.com/secularizados.php
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

ca
Volver arriba