Las revelaciones privadas
Crítica constructiva
| José María Lorenzo Amelibia
Las revelaciones privadas
Siempre nos han dicho que no estamos obligados a creer las revelaciones privadas; ni siquiera aquellas en que estas personas santas nos hablan de la devoción al Corazón de Jesús, como Santa Margarita María de Alacoque o Santa Gertrudis. Tampoco estamos obligados a creer en las apariciones de la Virgen María: ni siquiera en Lourdes ni en Fátima. Eso no quiere decir que se nos prohíba creer en ellas. De hecho de la impresión de que los últimos Papas han creído a pies juntillas en Lourdes y Fátima.
De hecho es posible que Dios se revele a cualquier persona y que la Virgen María se aparezca a algunos. Pero de ahí no se deduce que estemos obligados a creerles. La única revelación en la que estamos obligados a creer es la Pública Católica, contenida en los símbolos de fe y en los cánones dogmáticos de los Concilios Ecuménicos.
A mí las revelaciones privadas me merecen respeto, aunque pienso que es posible que solo hayan existido (en todo o en parte) en la imaginación de las o los videntes. Sin embargo, cuando no están en contradicción con la revelación de lo contenido en el catolicismo, pienso más verosímil que hayan podido existir.
Gente estudiosa de este tipo de fenómenos nos aclara que en el Evangelio, el lenguaje de Cristo es sobrio y majestuoso, dentro de su sencillez. En cambio, por ejemplo, los escritos de Santa Teresa o de Santa Teresita dejan, al revés que éstos, un impacto de devoción en el lector y su estilo es muy diferente del de la Biblia.
Vemos a veces en revelaciones privadas del estilo de la de Santa Gertrudis que la mayor parte de los abundantes discursos atribuidos a Cristo son puerilidades inconexas. Su autenticidad difícilmente resiste la crítica interna en muchas de sus páginas; por ejemplo, expresiones como estas: "Vio asimismo a la Virgen bienaventurada a la diestra de su Hijo, llevando tendido por el suelo rico ceñidor de oro, del que pendía multitud de campanillas también de oro, y atravesaba con él los coros todos de ángeles y santos; cada uno de ellos agitaba las campanillas, que sonaban a gloria, y daban gracias a Dios por los dones y carismas otorgados a Matilde tan sin tasa" .
Es curioso suponer que Santa Gertrudis o santa Matilde sean el centro de atracción de todo el empíreo, tanto que el Señor le da su Corazón a modo de copa, y ella va exhortando a los ángeles, patriarcas, profetas, apóstoles..., a que beban el licor de vida que les ofrece en dicha copa. También será más que discutible que Cristo afirme la inspiración de Santa Gertrudis: "Todo cuanto ella dijere llevará el sello de la certeza. No podrá engañarse ella a sí misma, ni podrá engañar a los demás". ¿Cómo nos puede constar que en esto no se engañó? Es preciso mostrarnos críticos.
El famoso P. Luis de la Puente, “aprobó” las revelaciones recibidas por doña Marina de Escobar después de ser treinta años confesor, por la sabiduría, grandeza, verdad, pureza, gravedad y discreción, sin nada malo, falso, liviano o imperfecto.
Además constató el mismo padre sus siete virtudes: 1) pureza de alma y cuerpo; 2) conocimiento propio, sin soberbia ni vanidad; 3) oraciones de muchas horas sin distracciones; 4) temor de ser engañada; 5) deseo de desprecios y padecimientos; 6) celo de las almas; 7) claridad de conciencia con el confesor.
Este tipo de examen da cierta credibilidad a estas revelaciones, pero nunca una certeza de fe, como en la revelación bíblica, bien interpretada por el magisterio de la Iglesia.
Pero a pesar de que ninguna de las revelaciones privadas tengan el marchamo de dogma de fe, algunos papas, como Pío XII afirma de la devoción al Sagrado Corazón (la que ha estado tan extendida durante varios siglos en la Iglesia, : "Está en todo de acuerdo con la naturaleza de la religión cristiana"... "no puede afirmarse que este culto deba su origen a revelaciones privadas"... "es evidente que las revelaciones de Santa Margarita María no trajeron ninguna innovación a la doctrina católica. Su importancia radica en el hecho de que... pretendió llamar nuestra atención, para que nos fijásemos"... "En las Sagradas Escrituras, en la tradición y en la Sagrada Liturgia es donde han de encontrar los fieles la fuente pura y más honda del culto al Sagrado Corazón de Jesús"( Haurietis aquas, AAS, 48 (1956) 340-1.)
Algo parecido pretendió Juan Pablo II cuando en el Domingo In Albis lo convirtió en el Domingo de la Divina Misericordia, según las revelaciones de la religiosa polaca tan apreciada por el Papa.
En resumen, respeto, sí, a las revelaciones de nuestros hermanos, cuando están en consonancia con el dogma, pero precaución… y saber aprovechar lo bueno que en ellas apreciamos.
Crítica Constructiva
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