La vida sexual del clero

Leí hace bastantes años un libro titulado “La vida sexual del clero”, firmado por Pepe Rodríguez. Eran tiempos aquellos anteriores al año 2002, en que comenzó con fuerza la antipropaganda católica de la pederastia clerical. Me daba apuro meterme con esta obra, pero lo hice. Curioso: compré el libro y después de su lectura, intenté prestarlo a varios sacerdotes pero ninguno de ellos quiso hincarle el diente. Entonces el tema era tabú; mucho más que hoy. Y la realidad es que Pepe Rodríguez no es un cualquiera, aunque por el nombre y el apellido pudiera parecer que trata de alguien del montón.


El autor es hombre serio, muy culto y no habla a la ligera. Da toda la impresión de que nada inventa. Está documentado. ¿Es posible que exista alguna exageración en los hechos que describe? Tal vez, pero lo dudo. Hay mucha documentación que prueba los hechos.

Demuestra el señor Rodríguez que el celibato y la castidad son dos perlas poco abundantes en el clero. Afirma que un tercio de los sacerdotes está casado o convive con una mujer. No lo veo exagerado, teniendo en cuenta que casi la cuarta parte salimos del clero para contraer matrimonio. Esto hace pensar. Afirma que los dirigentes de la Iglesia han malinterpretado el celibato imponiendo su voluntad absoluta en el clero y pueblo.

Dedica una larga segunda parte de la obra a los sacerdotes que abusan de menores; y cita incluso algunos casos con nombres y apellidos. Denuncia, mucho antes de que llegara el boom de la pederastia, el silencio de los obispos ante tales sucesos. Cuando da nombres concretos está bien documentado y cita las sentencias públicas pronunciadas en distintos juzgados.

También dedica un capítulo a la homosexualidad del clero; otro a vicios sexuales; al adulterio, al abuso de chicas menores de edad, incluso se llega a la prostitución. Denuncia el poder del que disfruta el sacerdote para cometer tales actos. Y en el capítulo de la masturbación, afirma que el 95% de los sacerdotes en activo se masturba. A mí esta apreciación me parece excesiva, mas por otra parte es el tubo de escape normal para un soltero que no lleva una intensa vida espiritual.

Pienso que este libro debieran regalarle a los obispos cuando son ordenados, junto con “La regenta” de Alas Clarín y “Los miserables” de Víctor Hugo. Estas obras les harán mucho bien y les ayudarán a ir cambiando de criterio en cuestión de celibato obligatorio.

José María Lorenzo Amelibia
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