¿Qué pretendía Jesús ¿A qué meta aspira el cristiano?

Dentro de la Buena Nueva de Jesús, destaca el reino de Dios que lo vivió como el eje de toda su doctrina y como la gran meta que motivó sus relaciones y tareas. Lo que Jesús pretendía, la gran que meta impulsó su existencia, consistía en la salvación del hombre dentro de un mundo más humano y según el reino de Dios. Por lo tanto, el seguidor de Jesús, el que es como otro Cristo por el bautismo, tendrá como meta prioritaria colaborar en la obra del Señor y Maestro para que sea efectivo en el hoy de su mundo y de su persona el mensaje del reino de Dios.
En el análisis más profundo de la doctrina de Cristo, de sus milagros, testimonio y obra redentora, encontramos como denominador común la pretensión del Salvador: que Dios esté presente en el corazón del hombre por la gracia y en las relaciones interpersonales como reflejo del Padre bueno y universal.

Lo que pretendía Jesús Varias son las interpretaciones sobre lo qué pretendía Jesús con el reino de Dios. Destacamos ahora la presencia de Dios, la liberación del hombre y el camino para el encuentro hombre-Dios

1º La soberanía ( presencia amorosa) de Dios en el hombre.
Dios quiere reinar por el amor compasivo en cada persona y en las instituciones humanas con manifestaciones de verdad, justicia, vida, libertad, paz, gracia y -santidad. Más aún, el Reino es Dios mismo quien estar presente y operante en el mundo comunicando su vida y amor y recibiendo la adhesión del hombre. Dios reina en la medida en que se hace presente su amor compasivo y se cumple su voluntad.

2º La liberación del hombre La praxis de las principales relaciones interpersonales, comunitarias y religiosas se encuentran en la Buena Nueva del Reino y reinado de Dios. En un sentido pleno, el Reino indica la liberación personal y comunitaria, temporal y escatológica, mediante la presencia de Dios en el hombre por su gracia y por la fidelidad a la ley de Cristo. En el contexto del Nuevo Testamento, el Reino de Dios señala cuáles son las relaciones 3-3-interpersonales justas, sinceras, de vida digna, libres, pacíficas animadas por el amor y la gracia.

3º El trayecto completo: el camino y la meta del hombre hacia Dios.
Este mensaje de la Buena nueva incluye el conjunto de verdades y virtudes necesarias para la realización temporal del hombre, la salvación escatológica y la glorificación de Dios. La lectura del Nuevo Testamento nos lleva a esta conclusión: Cristo predica con el Reino la unión íntima de la soberanía de Dios junto con la felicidad del hombre. Quien fuera Camino presenta el “camino” que tiene el hombre para llegar a la meta, Dios en el cielo.

A qué meta aspira el cristiano
El bautizado coherente tiene como meta constante el seguir a Jesús procurando pensar, sentir, amar y actuar como lo haría el Maestro. Pero esta meta universal comprende otras particulares. En concreto, la de colaborar en la obra de Cristo para que sea efectivo en el hoy de su mundo y de su persona el mensaje del reino de Dios

1º Presencia de Dios amado e imitado Cristo pretende con el reino de Dios que los cristianos: dejemos reinar a Dios a quien amar e imitar; interioricemos la soberanía de Dios como Señor; experimentemos el amor misericordioso, compasivo, del Padre Dios; aceptemos el proyecto del Reino como el camino y la meta para el ser y el vivir personal y comunitario;
Así mismo, el deseo del Cristo universal es que
-nos sintamos hermanos de todos e hijos de Dios en Cristo, bajo el Espíritu, dentro de la Iglesia y en camino hacia la salvación definitiva;
-enfoquemos desde la perspectiva del reino de Dios toda la vida con sus tareas y relaciones;
-admiremos el plan de Dios sobre las personas y procuremos llevarlo a la práctica en libertad y con amor;
-contemplemos a Dios Padre presente en las realidades temporales y nos esforcemos para que todas las relaciones y tareas se ajusten a su voluntad;
-seamos conscientes los habitantes de la tierra del cambio tan maravilloso que obtendríamos, (¡un mundo mejor! ¡una comunidad universal humanizada!), si los hombres y mujeres actuaran tal y como Jesús ha enseñado sobre el reinado de Dios;
-vivamos centrados totalmente en la experiencia del amor de Dios para que se construya de este modo una vida compasiva;
-busquemos el reino de Dios y su justicia, y así “todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33).
-interpretemos el Reino en sus dos fases complementarias, la temporal y la que seguirá después de la muerte, la escatológica;

2º Coherencia en la fe, conversión y esperanza Ahí tenemos el mensaje de Jesús: “el tiempo se ha cumplido, el reino de Dios ha llegado; convertíos y creed al Evangelio'' (Mc 1, 15). La conversión y la fe son urgidas por Jesús como condiciones indispensables para tener parte en el Reino de Dios. La fe va dirigida a toda la Buena nueva como aceptación de los valores de Jesús. En el Reino, el seguidor “mira” con los ojos de Jesús a las personas, tareas y acontecimientos.
En cuanto a la esperanza, nos adherimos a la petición del Padre nuestro “venga a nosotros tu reino”.Es un deseo ardiente, central, único. Una petición que indica aspirar, desear. En su dimensión comunitaria, la esperanza es la actitud y opción del Pueblo de Dios que peregrina en esta vida perfeccionando la obra del Padre mediante la construcción del Reino de Dios. La esperanza cristiana se manifiesta también cuando el Reino se convierte en una realidad palpable en la conducta de individuos, grupos y naciones. Quien vive la esperanza camina hacia la posesión de Dios y la venida de Cristo, apoyados en su gracia y misericordia, para consumar el plan salvífico

3º Apertura a las dimensiones del reino de Dios La doctrina sobre el Reino comprende todas las enseñanzas de Cristo que es la Verdad y el Maestro. ¿Quiénes permanecen en el Reino? Quienes iluminan su vida con la luz del Evangelio.
Cristo el justo predicó la justicia y fue víctima de la injusticia. Su Reino está abierto a todos pero en él no entran los injustos, los corruptos, los ladrones, avaros, ultrajadores (1Cor 6,10;Mt 23).
"El Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rm 14,17). Los últimos tiempos en los que estamos son los de la efusión del Espíritu Santo. Desde entonces existe un combate decisivo entre "la carne" y el Espíritu: Sólo un corazón puro puede decir con seguridad; «¡Venga a nosotros tu Reino!»(Cat 2819)
El amor compasivo a imitación del Padre Dios. Para comprender bien esta dimensión del Reino habría que enumerar todos los criterios de Cristo sobre el amor a Dios y al prójimo. Elegimos dos textos significativos, el de Mateo: «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos (Mt 5.43-45)
Volver arriba