Trabajar, trabajar,…¡menos de la mitad!
Esto que se explica muchas veces para hablar de las oficinas vaticanas y de la superpoblación de monseñores, cardenales, secretarios, archisecretarios y un largo etcétera, que no hace más que ralentizar el complicado engranaje de la Iglesia, a la que el Espíritu Santo tiene dificultades para movilizar, no es patrimonio eclesial, ni tan siquiera de los “llamados” “funcionarios del Estado”… de la oficina que sea, ¡pasa también en el gobierno de España!
Sí, y no me lo invento. Basta reproducir las palabras de la vicepresidenta del gobierno para confirmarlo. Cuentan que el miércoles pasado, como todos los anteriores, se reunió la Comisión de Subsecretarios, presidida por ella, para tratar asuntos sobre medio ambiente. Según publica L. R. Aizpeolea en El País, todo trascurría de forma normal, hasta que De la Vega tomó la palabra e inició un discurso en el que criticaba la falta de iniciativas de los altos cargos, llegando a afirmar que "parece que sobraban la mitad de los ministerios". Pero fue más lejos y dijo: “…y, si se suprimieran, ganaría el erario público".
Según algunas fuentes del Gobierno, el discurso de la vicepresidenta buscaba animar a los ministerios para que tomen más iniciativas y sigan trabajando como el primer día de legislatura, ya que todavía quedan unos cuantos meses para agotarla.
Que cada uno saque sus propia conclusiones, y si va bien, que no miremos la paja en el ojo ajeno, vista la viga del propio.
¿Cuántos ministros trabajan en el gobierno? Trabajar, trabajar, ¡seguramente ni la mitad de la mitad! Y conste que lo digo con cariño, conscientes de que en el gobierno anterior, de diferente color, ¡las cosas no iban mejor ni por lejos! ¿Será que el cargo conlleva consigo el “vacar y reposar” sabiendo que Dios proveerá?
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