Una oración por los que sufren

Esta noche escuchando las noticias que llegan desde Tenerife y Gran Canarias, he querido unirme, desde el Monasterio, al sufrimiento de tanta gente, haciéndome cargo de la desesperación de quienes en pocos minutos vieron sus casas reducidas a cenizas.

Observando a los que han sido víctimas de esta tragedia, uno entiende los sentimientos encontrados de rabia, impotencia, angustia y desesperación.

Desde la península, pido al Dios de la vida que les haga experimentar su cercanía, que les dé fuerzas y que no deje de suscitar personas capaces de poner el hombro para combatir al fuego, para reconstruir, y para ayudar a salir adelante a pesar de todo.

Esta tarde, un buen amigo de La Orotava, Josue, me decía: “-Es una pena ver cómo arde la Isla. Estamos muy tristes”.

Lo dicho. Oremos por ellos y con ellos, y hagamos cada uno lo que pueda para que estas tragedias no vuelvan a suceder.

Hubo uno o más pirómanos. Si son conscientes de lo que han hecho, ya tienen su paga; si no lo son porque están enfermos, que se les ayude a curarse, y si sabían lo que hacían y no les importa, que los vigilen, porque en cualquier momento, ¡la vuelven a armar!

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