Juan Manuel Buergo, vicepresidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl "A pesar de la 'recuperación económica' nuestro trabajo sigue existiendo. Siempre hay necesidad"

(Jesús Bastante).- 400 años de cercanía con el necesitado. Eso es lo que celebra este año la Sociedad de San Vicente de Paúl. Cercanía con el necesitado, "que no nos gusta hablar de pobres", dice su vicepresidente en España, Juan Manuel Buergo. La SSVP es una asociación de laicos que llegan, en España, a unas 160.000 personas desamparadas todos los días. Trabajo que, nos cuenta Buergo, "sigue existiendo" a pesar de la hablada "recuperación económica", ya que "siempre hay necesidad".

Hoy está con nosotros Juan Manuel Buergo, vicepresidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España. Una sociedad muy conocida y con una larga trayectoria. De hecho, este año estáis celebrando los 400 años del carisma vicenciano. ¿Qué supone ese carisma?

En España, la sociedad de San Vicente de Paúl lleva desde 1849. Somos una sociedad de laicos advocados a san Vicente de Paúl.

San Vicente de Paúl murió en 1680. Era un sacerdote que, a raíz de la confesión de un feligrés que le dejó admirado por la gravedad de las confesiones que le hizo, procuró hacer una confesión general en todos los alrededores. Empezó a llamar a sacerdotes y esto fue un poco el embrión de la misión en 1617.

El pueblo se empezó a confesar. En Châtillon, en el mismo año, cuando estaba predicando, pidió para una familia pobre. Fue tanta la gente que fue a ayudar a esta familia con alimentos y cariño, que a partir de ahí se entiende que comienza la caridad organizada.

Casi sin querer se encontró con que debía hacer algo.


Sí, se organizó la caridad. Por eso celebramos el 400 aniversario del carisma. Es esto lo que significa, misión y caridad. En el cartel pone evangelio y caridad, pero en realidad es misión, que es el evangelio y caridad que es Châtillon.



¿Qué supone ser y trabajar como laicos con un carisma que, en principio, se podría entender como congregacional, propio de una congregación religiosa?

Tenemos un presidente internacional, Renato Lima. Estamos en 151 países y somos unos 800.000 socios, con 1.500.000 voluntarios. Nos sentimos parte de la Iglesia. No dependemos de la Iglesia jerárquicamente pero sí en cuanto a fe y moral. Pero realmente siempre estamos trabajando con las autoridades religiosas.

Os habéis convertido en una de las grandes ONGs de la Iglesia. Estáis presentes, como decías, en 150 países, tenéis millón y medio de voluntarios... ¿A cuánta gente llegáis?

Pues, aproximadamente, en torno a unas treinta millones de personas todos los días. Aunque es muy difícil de saber el número con exactitud. En España, a unas 160.000.

La familia vicenciana tiene doscientas y pico ramas. Las más importantes son la Congregación de la misión, que son los sacerdotes, las Hijas de la Caridad, que son las hermanas, y luego están Misevi (Misioneros Seglares Vincencianos), la AIC (Asociación Internacional de Caridad) y la Asociación de la Medalla milagrosa... Estos, todos dependen de la jerarquía de la congregación. Nosotros nos advocamos a esa congregación en 1835, porque san Vicente de Paúl es el patrón internacional de caridad.



Aunque trabajáis en distintas áreas en el mundo, vamos a empezar hablando de España. ¿En qué áreas desarrolláis vuestra labor?

En infancia, juventud, banco-almacén de alimentos, inmigrantes y tenemos algunos albergues también de transeúntes.

Ahora habéis ampliado uno que tenéis en San Fernando, que es una iniciativa muy curiosa, para mujeres.

Sí. Es un albergue como para unas 35 personas, en el que hemos separado una parte parte para mujeres porque, al principio, el ayuntamiento nos decía que no las había.

Es un fenómeno muy invisibilizado, el de las mujeres sin techo. Siempre que hablamos de las personas sin hogar se nos aparece la imagen de un señor ya entrado años o avejentado, pero nunca la de una mujer. Y, sin embargo, hay muchas mujeres en la calle.

Hemos hecho un convenio con Cáritas, precisamente para que mientras que se limpian las habitaciones y demás, que tengan también un lugar para estar y después que vayan a dormir al albergue, donde también se les da de comer, ropa y lo que necesiten.

Aquí de lo que se trata es de que no pierdan la dignidad, de tener cercanía con ellas e intentar evangelizar, porque nuestra misión es evangelizadora también.



Estamos en 2017 y , supuestamente, ya hemos pasado los años duros de la crisis. Hay mucho lenguaje político y económico respecto a esto. Pero en esa realidad del día a día que veis vosotros, ¿es así realmente?

Bueno, como decía Jesucristo: "pobres siempre tendréis entre vosotros".

No sé. Para nosotros el trabajo sigue existiendo. Y siempre hay necesidad. Quizá, las familias que estaban una escala más arriba han bajado un escalón hacia abajo, y hay mucha más atención.

Yo creo que ahora lo fundamental es la atención personal. Nuestro trabajo está también ahí. Nuestro fundador, Federico Ozanam, que era laico y que murió muy joven, hablaba de la limosna que humilla y la limosna que ensalza. La que humilla es la que das y te vas. Y él decía que no, que tiene que haber el apretón de manos, por lo menos un contacto.

Porque la crisis no es solo económica, es también de pérdida de sentido, de pérdida de humanidad. De ese acostumbrarnos a ver noticias en la tele o a ver a gente tirada en la calle y que el corazón no se nos conmueva. Eso sí que es una crisis gorda.


Efectivamente, no sé si has leído o has mirado por lo menos la reseña del último libro de Adela Cortina: La aporofobia. La aversión al pobre y a los inmigrantes, que no es porque sean inmigrantes, sino porque son pobres. Ella dice que viene a ser como una cosa biológica del ser humano.



La autoprotección de aquello a lo que teda miedo. Que no quieres que te roce siquiera. Pero son nuestros hermanos y tenemos la suerte de vivir en un país, con sus miserias pero donde es complicado encontrar a alguien que no tenga algún tipo de recursos.

¿Cómo vivís esa sensación de ver que llegan grandes cantidades de refugiados e inmigrantes huyendo del dolor, salvando su vida como pueden y que las puertas del paraíso de la vieja Europa están todavía cerradas?. Porque, aunque ya no hablemos de los refugiados prácticamente, siguen estando hacinados en los campos sin poder entrar. Y sigue sin haber corredores humanitarios en países como el nuestro.


Es duro, sí. Concretamente, ahora me estabas recordando un albergue grande que tenemos en Melilla, que es de mujeres y está dividido por plantas. A veces se desbordan cuando hay asaltos de vallas y te faltan las fuerzas, porque hay gente esperando fuera y no damos abasto. Es complicado.

Pero somos un granito de arena y hacemos lo que podemos. Como decía san Agustín: "haz lo que puedas, Dios no te pide más". Pero se pasa mal.

Los talentos, hablamos aquí mucho de ellos. Cada grano de arena tiene su responsabilidad. Estés donde estés, hay que hacer playas.


Es verdad.



¿Cuántos trabajáis en España? ¿Hay gente joven que entra, que se informa, que os llaga a conocer y a saber qué hacéis?


Sí. Dentro de la Iglesia ya sabes que hay una especie de envejecimiento general, pero creo que esto también está cambiando. Quizá, la crisis hace que convulsione todo y que la gente vuelva a organizarse en estas asociaciones, que en realidad más que hacer caridad filantrópica, es un poco por una santificación personal y por tener una red de amigos.

Decía nuestro fundador, que la sociedad de San Vicente de Paúl era una red de amigos que hacen caridad. Yo creo que esto es lo importante.

Al final, también lo que decía Jesús: "Mirad cómo se aman" "Que os reconozcan por eso".

Precisamente eso es lo que se decía de nosotros.

Es lo que deberíamos ser los cristianos.

¿Cómo os puede localizar la gente que esté interesada porque haya oído hablar de vosotros y quiera colaborar?


Estamos empezando a hacer una campaña, también en las redes sociales. Hemos cambiado nuestra web y nuestra revista. Estamos como en un proceso de modernización, adaptándonos un poco a los tiempos, como se está adaptando la Iglesia.

En Guadalajara se está apuntando mucha gente con la ayuda de la Iglesia. En la provincia de Cádiz también. Estamos haciendo una experiencias piloto y está funcionando. No solamente como obras sociales en sí, que también, con las visitas domiciliarias que hacemos. Bueno, que a veces son en la calle, a la gente que está en los cartones.



A veces pensamos que la gente necesita alimentos y ropa, pero, como dice el padre Ángel, sentir el cariño también es una necesidad básica.

Sí, el apretón de manos y el "vente a verme a ver qué necesitas". Porque a veces no saben leer ni escribir, ni saben hacer un expediente, recuerdo, para alguna casa social. Y tienen derecho pero no lo conocen.

Recuerdo a un chico joven con el que hablé una vez y que me dijo: "yo lo he perdido todo, pero todavía no he perdido la dignidad. Me voy por las mañanas al Retiro -tengo la ropa allí en un árbol-, me ducho en las duchas públicas, y me echo mi colonia en El Corte Inglés. Todavía no he perdido mi dignidad y espero no perderla".

Esas pequeñas rutinas del día a día de lavarte y afeitarte, qué importantes son. Y el calor humano, porque también es imprescindible no sentirte como un apestado.

400 años de vicenciado. Vosotros lleváis 184.


Sí, los hemos cumplido el 23 de abril. Siempre hay una fecha emblemática. Llevamos 400 años en el mundo y en España desde 1849.

¿Planes de futuro?

Pues realmente no hemos cambiado mucho en cuanto a lo que hacemos, casi desde hace 184 años, que es un poco la cercanía con el necesitado -que no nos gusta hablar de pobres- y en principio, pues seguir. Sí es cierto que queremos hacer una campaña de apertura a los medios, de firmar más convenios. Esto ya viene desde la presidencia internacional, que seguramente te comentaría Renato, y nosotros vamos a seguir esa estela.



Eres un convencido de esa frase del Papa Francisco de esa "Iglesia en salida". De que hay hacerse presentes y visibles y "caminar con". Porque la Iglesia forma parte de este mundo.

Efectivamente, ahí estamos, al lado de los pastores, colaborando siempre con la Iglesia en todas las parroquias que podemos. Y como dicen en Sudamérica: "Renato a la orden".

Me hablabas antes de Federico Ozanam. ¿Cómo está su causa de canonización?


Buena pregunta. Como sabes, se beatificó. Este año se cumplen veinte años de su beatificación en una JMJ, en París. Fue de los pocos que no se han canonizado en Roma. Lo beatificó Juan Pablo II. Se está en ello, nos hace falta el milagro, pero esto, ya no sabemos.

Dios proveerá.

Eso es.

Pues ha sido un auténtico placer. La sociedad de San Vicente de Paúl tiene una web, como has comentado.

Sí. Son las iniciales.

Muchísima suerte, porque es necesario seguir trabajando por ese abrazo, por ese calor hacia los necesitados. Me gusta eso que has dicho de no hablar de pobres, sino de gente que nos necesita. En el fondo todos nos necesitamos un poco.

Nos estamos intercambiando cada paso. Eso es verdad.

Felices 400, y a seguir trabajando.


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Llegamos en torno a unas treinta millones de personas todos los días. En España, a unas 160.000

Desarrollamos nuestra labor en infancia, juventud, banco-almacén de alimentos, inmigrantes y tenemos algunos albergues también de transeúntes

De lo que se trata (el albergue de San Fernando) es de que no pierdan la dignidad (las mujeres sin techo), de tener cercanía con ellas e intentar evangelizar

Para nosotros el trabajo sigue existiendo. Y siempre hay necesidad

Ahora lo fundamental es la atención personal

Somos un granito de arena y hacemos lo que podemos

Dentro de la Iglesia hay una especie de envejecimiento general, pero creo que esto está cambiando

La crisis hace que convulsione todo y que la gente vuelva a organizarse en estas asociaciones, que en realidad más que hacer caridad filantrópica, es un poco por una santificación personal y por tener una red de amigos

Estamos como en un proceso de modernización, adaptándonos un poco a los tiempos, como se está adaptando la Iglesia

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