Obispos de la Provincia de Acapulco analizan la situación de violencia en Guerrero, México

Conferencia del Episcopado Mexicano / 10 de junio

A las comunidades diocesanas de la Provincia y a todas las personas de buena voluntad:

Con el tema “Seguridad, Justicia y Construcción de la Paz” nos hemos reunido los obispos de las Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Tlapa, Ciudad Altamirano, y Acapulco acompañados de agentes de pastoral en la Casa Monte Tabor durante los días 5 y 6 de junio. En un ambiente de fe y de oración hemos enfocado nuestra atención sobre la situación de violencia e inseguridad que prevalece en las diversas regiones del estado de Guerrero, con el fin de discernir las formas de acompañamiento pastoral que hemos de dar a nuestros pueblos en sus esfuerzos por superar los efectos de las diversas violencias atendiendo a las causas que las generan.

Al analizar las diversas formas de violencia, como el caso de la intrafamiliar, la social, la generada por el crimen organizado y lo gubernamental nos hemos dado cuenta de que es necesario que reconozcamos que todos somos corresponsables de la generación de violencia, desde la que se mantiene oculta en las familias hasta las más visibles y crueles como la generada por el crimen organizado. Nadie puede decir que es inocente pues todos en mayor o menor grado participamos mediante nuestras omisiones o acciones.

Al mismo tiempo, hemos visualizado las diferentes respuestas que se han dado a la violencia desde la sociedad, desde los gobiernos y desde la Iglesia, reconociendo que estas respuestas han sido insuficientes e, incluso, contraproducentes. Al respecto, hemos reconocido que cada quien responde de manera aislada y hasta contradictoria. Debiera darse una línea de reflexión sobre la necesidad de generar procesos de diálogo entre actores políticos, sociales y eclesiales, como condición para la construcción de respuestas proporcionales y eficaces al afrontar las diversas violencias.

El centro de atención de nuestro encuentro lo ocupó el gran desafío que la Iglesia identifica como la construcción de ciudadanía para la paz, de manera que las grandes estrategias encabezadas por las instituciones públicas incluyan el indispensable componente social en la búsqueda de seguridad y en la construcción de la paz. Sin la sociedad, la paz no será posible. La ciudadanía para la paz implica procesos en los que los ciudadanos participen de manera responsable en acciones que directa o indirectamente tienen incidencia social, política, cultural y eclesial en la construcción de la paz. Las generalizadas respuestas del miedo y de la indiferencia retrasan las soluciones de fondo, mientras que las respuestas que se han dado desde las policías comunitarias y los movimientos de autodefensa, y otras iniciativas necesitan ser encauzadas y apoyadas por las autoridades correspondientes y recibir un acompañamiento pastoral y eclesial para que sean capaces de convertirse en alternativas de construcción para la paz.

La paz es una expresión de la vida cristiana y un valor evangélico. Por lo mismo, la evangelización tiene como un efecto necesario la paz en las personas, en las comunidades y en los pueblos. La Iglesia toma en sus manos la construcción de la paz como una expresión de su misión y por eso, la evangelización, la catequesis, la liturgia y la pastoral social son medios privilegiados para la construcción de la paz que Cristo nos ofrece.

En este sentido, los obispos de las diócesis guerrerenses queremos alentar a las organizaciones de la sociedad civil, cualesquiera que sea su naturaleza, a asumir la responsabilidad de la construcción de la paz, desde los campos específicos en los que actúan ya sea en la cultura, la educación, la economía, el medio ambiente y demás. La construcción de la paz es un enfoque que puede darse a todas las actividades que ya se realizan desde el ámbito social. Al mismo tiempo, invitamos a los ciudadanos que viven entre el miedo y la indiferencia a que reconozcan que es necesaria su participación y que sus lamentos tienen que ser acompañados de acciones encaminadas a superar la situación de violencia e inseguridad.

Por otra parte, hacemos un llamado a las autoridades municipales, estatales y federales, a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial a asumir las responsabilidades que les confieren sus respectivos cargos en torno a la seguridad y la paz con una clara intención de búsqueda del bien común, acogiendo las iniciativas de la sociedad civil, promoviendo un clima de diálogo y de participación. Siempre pedimos al Señor para que las autoridades tengan acierto en las decisiones que toman para afrontar el clima de violencia y de inseguridad.

La Iglesia Católica, representada en las cuatro diócesis guerrerenses se compromete a empeñar todas sus fuerzas para anunciar el Evangelio de la paz mediante los planes de la pastoral. Hacemos oración, al tiempo que estamos decididos a educar y a animar la construcción de una ciudadanía para la paz. También queremos contribuir con nuestra parte generando vínculos con la sociedad civil y con las autoridades para un esfuerzo conjunto por la paz.

Que el Señor nos bendiga a todos y nos aliente en el anuncio del Evangelio de la Paz y que la intercesión de Santa María de Guadalupe y de los santos guerrerenses, San David Uribe y San Margarito Flores, intercedan, para que nuestros pueblos en Cristo, tengan vida en abundancia.

Casa Monte Tabor, Iguala de la Independencia, Gro., a 6 de junio de 2013.


+ Carlos Garfias Merlos

Arzobispo de Acapulco

+ Dagoberto Sosa Arriaga

Obispo de Tlapa

+ Alejo Zavala Castro

Obispo de Chilpancingo-Chilapa

+ Maximino Martínez Miranda

Obispo de Ciudad Altamirano
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