¿NADIE PUEDE JUZGAR AL PAPA?

El canon 1404, del vigente Código de Derecho Canónico, estable textualmente que: "La Primera Sede por nadie puede ser juzgada". Según el canon 631, cuando el Derecho Canónico habla de la "Primera Sede" se refiere al Romano Pontífice. Y el comentario (autorizado por la Santa Sede) del can. 1404 indica que este canon quiere decir - y deja establecido - que la persona del papa está al margen de cualquier fuero, ya sea eclsiástico o civil. Porque, según la legislación eclesiástica, no existe en este mundo ninguna autoidad que pueda juzgar al Sumo Pontífice.
Además, el canon 333, párrafo 3º, estable que: "No cabe apelación ni recurso contra una sentencia o un decreto del Romano Pontífice". Lo cual quiere decir que cualquier decisión del papa, ya sea dooctrinal o dusciplinar, es inapelable. Lo que significa que, ante cualquier decisión papal, no es posible establecer recurso alguno. Ni hay autoridad competente en este mundo para enjuiciarle y, mucho menos, para juzgarle. Así está pensada la autoridad papal en la legislación de la Iglesia.
Es importante saber estas cosas en este momento. Porque se anda diciendo que hay quienes pretenden llevar al papa ante los tribunales civiles por haber silenciado los delitos de abusos sexuales contra menos de edad que han cometido determinados clérigos. Y, efectivamente, hay datos muy claros en el sentido de que el responsable último del ocultamiento de esos delitos ha sido la Sede Apostóliac, o sea, el papa. Lo cual es verdad. No sólo porque hay documentos del papa actual, cuando era Cardenal Prefecto de Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (por ejemplo el de 18 de mayo de 2001), sino además porque, en el funcionamiento ordinario de la Curia Romana, todo escrito que se envía desde la Curia pasa en éltima instancia por la Congregación que ha presidido el actual papa durante 24 años.
Pero, en última instancia, más allá de las cuestiones dosctrinales o legales, hay algo que es lo más da que pensar: en los ambientes teológicos y jerárquicos existe la convicción de que el papa no tiene que someterse al juicio de nadie, ni tiene que dar cuenta a nadie de las decisiones que toma, pormás que, como en este caso, se trate de decisiones que pueden constituir un delito, según ls leyes vigentes en los países más avanzados.
Por tanto, el problema de fondo está en esta forma de pensar, que ha sido argumentada y fomentada por la teología católica. Y mientras esa mentalidad siga en pie, seguiremos con este embrollo de ocultamientos, medias verdades, contradicciones..., cosa que hacen demasiado daño a la Iglesia y le quitan el papa y a los obispos la credibilidad para poder hablar en público y ser aceptados en la sociedad actual. Esto es lo más grave. Y lo más lamentable.Teología sin censura

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