No me entregues al poder de mis adversarios,

pues se levantan contra mí testigos falsos,

que están llenos de violencia. Sal 27, 12

Marca el contraste de la entrega del Señor, con la traición de Pedro, de Judas, que en realidad es la de todos los discípulos, la de todos nosotros. Padre Luis Vivó.

Judas te amaba,

si Señor lo hacía,

pensaba que como otras veces

escaparías a la maldad de tus acusadores.

No obstante, te traicionó

de la misma manera en que lo hago yo.

Y aunque proclamo que te amo,

cada vez que paso de largo ante la necesidad del otro,

sin ser testigo fiel de Ti, lo hago.

Pedro a pesar de ser un apasionado de Ti,

de ser un atrevido diciéndote que daría la vida por Ti,

temeroso te negó tres veces, antes de cantar el gallo.

Sin embargo al darse cuenta, lloró, recordándote.

Te amaba, sí Señor, lo hacía.

Y es Tu amor tan fiel que se lo hiciste saber después,

instruyéndolo en el qué hacer con tu rebaño.

Cuántas traiciones has soportado de mí,

cuántas infidelidades has recibido de mi parte.

¿Te acuerdas cuando en ese 1995,

te pedí vida para serte fiel?

No sabía lo que pedía,

y menos mi poca perseverancia en Ti, Señor.

Pero te amo, lo sabes, lo sé.

Aunque mi fragilidad es mucha,

más es mi anhelo por Ti.

En este Martes Santo,

Señor recuerda que te amo,

Tómame entre tus brazos

y por tu amor acércame a Ti,

Soy indigna de Tu amor,

pero recuerda que me creaste con amor eterno,

y por fidelidad a tu Palabra,

úneme a Ti.

Sólo en Ti, soy,

sólo en tu amor, puedo amar,

sólo en tu guía, es como puedo caminar hacia Ti.

Señor, soy yo,

la que te traiciona,

y avergonzada clama nuevamente por Ti.

Tenme compasión

que mis adversarios quieren devorarme

y sólo Tú, Santo de Israel,

puedes protegerme.