¡Sí a la vida!

¡Sí a la vida!
¡Sí a la vida!

Hoy más que nunca es el momento de apostar por ese “sí”, necesitamos hacerlo a pesar de las circunstancias. La vida siempre tiene un sentido, pero de nosotros depende encontrarlo y afrontarlo.

Entre otras muchas premisas, el sufrimiento forma parte de ella y creo que es importante que lo haga para aprender a “abajarnos” de vez en cuando. Hoy más que nunca lo estamos palpando a través de diferentes cauces, pero lo importante es ¡cómo encararlo! porque la forma de hacerlo será lo que marque el sendero que tendremos que recorrer…

En la vida hay momentos en los que tenemos que saber dejarnos preguntar por ella en lugar de preguntarle a ella. Esto último quizá sea lo más fácil y quizá desde ahí podamos empezar a vislumbrar el sentido a lo que creía no tenerlo. Estamos más acostumbrados a preguntar en forma de queja: por qué esto; por qué lo otro, por qué a mi… quizá sería bueno darle la vuelta, es decir: ¿por qué a mí no y al otro sí?...

Todos sabemos que la vida es un complejo viaje con fecha de caducidad. Nos ponemos en camino el día de nuestro natalicio y en alguna parada del camino, nos toca bajarnos, llegamos al destino… Por eso tengamos en cuenta cómo hacemos sentir a los demás, cual es nuestra actitud ante ella. Cuida tus palabras, tu forma de actuar, intenta que quien forme parte de ella se sienta feliz a tu lado porque esa será la huella que dejes, será tu testamento, el que verdaderamente importa…

Es verdad que nadie somos inmunes al error, pero tenemos la oportunidad de enmendarnos. Aprender de nuestros errores nos ayuda a seguir caminando.

Los pensamientos son los responsables de cómo actuamos la mayor parte de las veces, pero estos pueden cambiar si somos capaces de aprender a vivir desde dentro.

La vida nos interroga cada día y en nosotros está el saber darle una respuesta o eludirla y aunque optemos por lo segundo, no va a dejar de estar presente…

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