El ataúd ya ha sido trasladado a la capilla de San Sebastián Cuatrocientos ml fieles veneraron el féretro de Juan Pablo II

El féretro de Juan Pablo II, visitado por unos cuatrocientos mil fieles a lo largo de dos días, reposa desde anoche en su tumba definitiva de la Capilla de San Sebastián, oculto tras una lápida con la sencilla inscripción «Beatus Ioannes Paulus II». El traslado, a puerta cerrada, fue realizado en procesión por los canónigos de San Pedro. Había resultado duro cortar el acceso a la basílica a las cinco y media de la tarde, cuando todavía quedaban muchos peregrinos a la espera, pero todos pueden visitar la tumba a partir de hoy en su nuevo emplazamiento. Lo cuenta Juan Vicente Boo en ABC.

Entre los peregrinos circulan noticias de milagros ya desde la ceremonia del uno de mayo, y todo el mundo espera que la canonización tendrá lugar muy pronto. En un programa televisivo, el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, adelantó que requerirá «pocos años».

El cardenal explicó que «para la canonización basta un milagro, que sea comprobado científicamente, considerado inexplicable por la comisión médica, y aprobado sucesivamente por la comisión teológica y el pleno de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos».

En la misa de acción de gracias, celebrada ayer en la plaza de San Pedro, el cardenal Stanislaw Dziwisz, recordó que «hace seis años, durante el funeral, un viento poderoso fue pasando las hojas del libro del Evangelio puesto sobre su féretro hasta cerrarlo. Ahora abrimos el libro de su vida para releerla, para aprender de este libro la sabiduría y la santidad».

En la homilía, el cardenal Bertone afirmó que Juan Pablo II «era un auténtico defensor de la dignidad de cada ser humano y no un mero combatiente por ideologías político-sociales. Para él cada mujer, cada hombre era una hija o un hijo de Dios, independientemente de su raza, del color de su piel, de su origen geográfico o cultural e incluso de sus creencias religiosas».

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